Mujeres ganadoras del Nobel de la Paz, reunidas por Lydia Escribano

El Premio Nobel de la Paz es una de las cinco distinciones instituidas por Alfred Nobel, junto con los premios en Física, Química, Fisiología o Medicina y Literatura. Este galardón se otorga anualmente, desde 1901, «a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos alzados y la celebración y promoción de acuerdos de paz»

La periodista y ensayista Lydia Escribano es autora del libro «Breve Historia de las Mujeres Premio Nobel de la Paz», primera publicación que reunió las historias de todas las referentes.

Curiosa y apasionada de su profesión, Escribano ha accedido a compartir con Mujeres&Cia sus motivaciones, posicionamientos y experiencias.

¿Qué te ha impulsado a compilar las historias de las mujeres que han ganado el Premio Nobel de la Paz?

 Este proyecto surgió en 1998 después de publicar mi primer libro con la Asociación de Mujeres por la Paz. Les planteé que, a propósito de su denominación, qué mejor idea que recopilar y contar las historias de las mujeres que hasta entonces habían sido reconocidas con este galardón porque, para mi sorpresa, no me constaba entonces que hubiera algo escrito sobre todas ellas juntas como una categoría diferenciada del resto de los Premios Nobel. A partir de ahí, siguió un segundo libro, publicado en 2014, ampliado y actualizado, y este es, por tanto, mi tercer libro acerca de este tema, también renovado y puesto al día.

Se trata de una obra necesaria para dar visibilidad, reivindicar el protagonismo y reconocer la contribución y el legado al pacifismo mundial de estas 17 mujeres que, ojala, sigan aumentando para continuar hablando de ellas porque eso será una señal muy esperanzadora.

Las mujeres son agentes sumamente poderosos de cambio significativo y su liderazgo es primordial para que el mundo avance aprovechando sus talentos. Lydia Escribano

¿Has conocido personalmente a algunas de ellas?

Afortunadamente sí, solo a un par de ellas aunque tengo la esperanza de poder llegar a conocer a alguna más. En concreto, en el año 2000 asistí como periodista a un evento organizado por la Universidad de Alcalá de Henares al que estaba invitada Rigoberta Menchú, la premio Nobel de la Paz 1992.

Lydia Escribano con Rigoberta Menchú.

Si bien es cierto que apenas pude comentar con ella nada sobre mi libro, sí conseguí saludarla personalmente y cambiar algunas impresiones, además de hacerme fotos con ella que guardo como un tesoro.

Y en 2015, en un acto organizado por la Fundación de Mujeres por África, de forma muy fugaz y atrapada entre sus guardaespaldas, pude saludar y entregar mi libro a la entonces presidenta de Liberia y Premio Nobel de la Paz 2011 Ellen Johnson Sirleaf, cuyas fotos también conservo con mucha emoción.

En esa misma jornada, tuve también la espléndida oportunidad de charlar con la hija de Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz 2004 (fallecida en 2011), a la que posteriormente envié un ejemplar de mi libro. Conservo un grato recuerdo  de aquel breve encuentro porque le fascinó la idea y se mostró muy agradecida y amable conmigo en nombre de su madre.

¿Crees que las mujeres aportan algún valor añadido respecto a los hombres en la construcción de la paz?

Sin ninguna duda. Las mujeres son capaces de unirse y aunar sus esfuerzos salvando barreras culturales, sociales, ideológicas, religiosas….para promover la paz de muy distintas maneras a pesar de los riesgos reales para su seguridad.

Son capaces de pensar en el bien común y hacen que las cosas sucedan, tal y como queda plasmado en este libro. Ellas expanden el debate más allá de quién conseguirá los méritos para poner el foco en ofrecer soluciones globales en temas clave como la defensa y reivindicación de la democracia, el desarme, la resolución pacífica de conflictos, la justicia social, los derechos y libertades civiles, los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el medioambiente, la ayuda a los excluidos, la educación universal de las niñas, la condena de los crímenes de lesa humanidad, la lucha contra el tráfico de personas y explotación sexual y la defensa de las minorías étnicas y religiosas.

Hasta 2020, solo 58 mujeres han sido reconocidas con este galardón. Esto equivale a un 6% de estos premios en sus diferentes categorías. Lydia Escribano

En resumen, las mujeres son agentes sumamente poderosos de cambio significativo y su liderazgo es primordial para que el mundo avance aprovechando sus talentos.

 Respecto del Premio Nobel en general, ¿te parece que quienes deciden las distinciones deben tener más en cuenta a las mujeres?

Por supuesto. Las cifras son bastante elocuentes al respecto. Hasta 2020 un total de 58 mujeres han sido reconocidas con este galardón,  lo que supone que las mujeres solo han ganado un 6% de estos premios en sus diferentes categorías desde que empezaron a entregarse en 1900. Y no es por falta de méritos. Y si tenemos en cuenta el ámbito de la paz, sólo 17 en 120 años.

Es una prueba más de que las aportaciones de las mujeres en todos los ámbitos del progreso, el conocimiento y, en general, el bienestar de la humanidad han venido siendo ocultadas y silenciadas en el devenir de la historia.

Y aunque en las últimas décadas esa tendencia ha ido cambiando, queda todavía mucho camino por recorrer. Sin embargo, existe un argumento muy potente que es innegable y que está ganando cada vez más fuerza como motor de cambio: no se puede obviar, como afirma Shirin Ebadi, Premio Nobel de la Paz 2003, que las mujeres constituyen la mitad o más de la población en cada país y que “ignorarlas y excluirlas de la participación activa en la vida política, social, económica y cultural sería un hecho equivalente a privar a la población entera de cada sociedad de la mitad de sus capacidades”.

Escribano con Ellen Johnson.
Siendo especialista en Oriente Próximo, ¿cómo visualizas hoy el rol de las mujeres en los procesos de paz en esa zona?

Lamentablemente esta región tan castigada por las guerras y la violencia no constituye una excepción dentro del panorama mundial a la hora de abordar el papel que deben tener las mujeres en los procesos de paz. Digamos que la teoría va por un lado y la práctica, muy alejada de esos buenos propósitos.

Desde el año 2000 la Organización de Naciones Unidas (ONU) reconoce incesantemente la importancia de la mujer a la hora de prevenir y resolver los conflictos. La Resolución 1325 (2000) Mujeres, Paz, y Seguridad, adoptada por el Consejo de Seguridad ese año, admitía por primera vez que la participación de las mujeres en los procesos de paz son cruciales para lograr una resolución efectiva y duradera de los conflictos, e instaba a los Estados miembros a “aumentar la representación de la mujer en todos los niveles de adopción de decisiones (….) para la prevención, la gestión, y la solución de conflictos”.

Las redes sociales han creado una conciencia colectiva de las mujeres que han desarrollado un espíritu de hermandad y de solidaridad no solo en Oriente Próximo, sino alrededor del mundo. Lydia Escribano

Sin embargo, estas medidas siguen siendo papel mojado. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de una de las regiones más conflictivas del mundo en la que, entre otros agravantes, se registra la mayor brecha de género, cerca del 40%. Y en la que, además, una de las formas más brutales de ‘desempoderamiento’ de las mujeres es la violencia psicológica, sexual o física que se ejerce contra ellas por parte de un sistema totalmente patriarcal.

Cuando estallan los conflictos armados, las víctimas de estas guerras son predominantemente civiles, y entre ellos, mujeres y niños constituyen a menudo la mayoría de los refugiados y de los desplazados internos que huyen de la violencia, las primeras además de la violencia sexual. Encima, en situaciones de estrés causado por un conflicto tan prolongado en el tiempo, como es el caso palestino-israelí, la violencia de los hombres hacia las mujeres se incrementa.

A pesar de este escenario desfavorable, el activismo cada vez más fuerte llevado a cabo desde las asociaciones de defensa de los derechos humanos y de las organizaciones feministas está resultando fundamental para cambiar esta tendencia. Junto a ello,  las redes sociales han creado una conciencia colectiva de las mujeres que han desarrollado un espíritu de hermandad y de solidaridad no solo en Oriente Próximo, sino alrededor del mundo.

Estos espacios alternativos descentralizados para defender sus derechos y seguir avanzando en su liderazgo que se vienen gestando en las últimas décadas son las claves que nos permiten ser moderadamente optimistas.

Sobre Lydia Escribano

Licenciada en Periodismo y Máster Especialista en Información Internacional, Lydia Escribano cuenta con una amplia y diversificada experiencia como periodista y ensayista.

Ha desarrollado su carrera en gabinetes de prensa, ONG, medios de comunicación (SER, Radio Nacional, Onda Madrid, Agencia EFE, revista La Clave,  El Mundo…), así como en soportes digitales y en el sector editorial. Es autora de siete libros sobre mundo árabe, mujeres y paz.

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