Nevenka, la masculinidad hegemónica y las náuseas de hoy

Todo ocurrió en 2001, ella era prácticamente de mí misma edad. Recuerdo sus imágenes en los telediarios. Por aquel entonces sentí poca o muy poca identificación con ella y con el caso en sí. Eso me avergüenza, y esta reflexión quizás sea mi propia catarsis.

Después de ver el documental “Nevenka” en Netflix y aún revolucionada la cabeza y revuelto el cuerpo, me dispongo a escribir.

Todo ocurrió en 2001, ella era prácticamente de mí misma edad. Recuerdo sus imágenes en los telediarios. Por aquel entonces sentí poca o muy poca identificación con ella y con el caso en sí. Eso me avergüenza, y esta reflexión quizás sea mi propia catarsis.

¿Por qué Nevenka no me conmovió hasta lo más profundo como lo ha hecho hoy? ¿Por qué no quise saber más y más? ¿Por qué esa mujer de profundos ojos tristes y expresivos no me hizo saltar del asiento? ¿por qué, por qué, POR QUÉ?

Me faltaba feminismo

Ahora creo saberlo. Hoy con más vivencias en los bolsillos, con más lecturas hechas, con más historias compartidas. Con más experiencia. Hoy lo sé. En aquel entonces me faltaba feminismo. Fiel compañero que tantas cosas me ha enseñado. Una de ellas si no la más importante: mirar a mi alrededor y a mi propia vida con justicia.

¿Por qué Nevenka no me conmovió hasta lo más profundo como lo ha hecho hoy? ¿Por qué no quise saber más y más?

“Masculinidad hegemónica nauseabunda”, es lo que resumo en el titular de este artículo. Porque considero que esas tres palabras resumen todo lo destructivo, psicópata y pérfido que emerge de una sociedad no tan lejana en el tiempo a la actual.

Si esto fuera una película, su género sería el terror sin duda. Su heroína Nevenka, rodeada de apoyos incondicionales encarnando el Amor, la Razón y la Justicia. Pero los personajes secundarios merecen una mención aparte.

La masculinidad y el abuso de poder

El alcalde como maestro del abuso de poder, el engaño y la miseria humana. Frustración y narcisismo. “Esto es ser hombre, horror a manos llenas” decía Blas de Otero.

El fiscal en el papel de representante de la JUSTICIA. Máximo exponente de una idiosincrasia supremacista y soberbia que cosifica a las mujeres impunemente y llena de razón.

Hay un odio latente que es el reflejo de una sociedad primitiva e ignorante.

Y como olvidar a las plañideras que, más que llorar, escupen. Supuran odio, manifestándose en contra de la víctima. Hay un odio latente que es el reflejo de una sociedad primitiva e ignorante. Una sociedad que juzga sin pensar aceptando como válidos antiguos mandatos que nos denigran como personas.

¿Y esas concejalas, expuestas, dándose la espalda entre compañeras? Humillándose cómo mujeres, poniendo literalmente la cara por el patriarcado. Alimentando esa injusticia. Una orquesta en tóxica connivencia.

Todavía permanecen la culpa, la vergüenza y el miedo

La culpabilidad, la vergüenza y el miedo…las mismas causas que todavía hoy muchas mujeres manifiestan ante situaciones similares. Pero por encima de todo, brilla la expresión máxima de la Dignidad. La dignidad de Nevenka. La dignidad de todas las mujeres. Las de entonces y las de ahora. La de las que vendrán.

La mía que en aquel entonces miré hacia otro lado.

“En la lucha, que es cruel y es mucha” eso es el feminismo. Así empezó. Así continua, entre el sufrimiento y la valentía. Resulta esperanzador saber que hay hombres que honestamente apoyan el feminismo. Dispuestos a rechazar privilegios, a remar en pos de lo justo. A crear una sociedad más completa e igualitaria.

Y gracias a Nevenka por todo.

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Es Trabajadora Social especialista en género. Siempre le gustó comunicar y ser capaz de transmitir, algo que el ámbito de la formación le ha permitido hacer. Le apasiona trabajar en equipo y conocer gente diversa para construir y avanzar con objetivos comunes. Ha trabajado como técnica y consultora de igualdad en diferentes entidades públicas y privadas. Actualmente es Técnica de Empleo en el Tercer Sector y en iniciativas de impacto social.