Carles Alfaro aporta una nueva mirada a Tío Vania, de Chéjov

Los Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid presentan el estreno en Madrid de Vania, dirigida por Carles Alfaro, quien, en su nueva aventura sobre las tablas, se atreve a revisitar uno de los grandes clásicos del teatro moderno, Tío Vania, de Antón Chéjov.

La obra, a cargo de la compañía Moma Teatre, habla sobre temas tan universales como el paso del tiempo y las oportunidades que dejamos escapar sin siquiera darnos cuenta. Vania, cuyo elenco reúne algunos de los nombres de mayor peso de la escena valenciana, como Rafael Calatayud, Empar Canet, Josep Manel Casany, Àngels Fígols, Mamen García y Rebeca Valls, podrá verse en la Sala Verde de Canal hasta el domingo 3 de abril.

“Chéjov huía del protagonismo; aquí creó una pieza coral en la que todos los personajes tienen una historia que contar; él habla a través de las escenas, no de los personajes”, concluye el director. Carles Alfaro sube sobre las tablas una minuciosa versión de la pieza, que parte de un primer Tío Vania que el director realizó en 2008 para el Centro Dramático Nacional. En este nuevo montaje, en el que ha participado Rodolf Sirera haciendo la traducción, Alfaro ha querido otorgarle una mayor fuerza al texto, poniendo en primer plano a los personajes y defendiendo, según sus propias palabras, “una lectura del mundo de Chéjov de lo que está a punto de pasar, con unos protagonistas desesperados por el cambio”. Para Alfaro, estamos ante un libreto muy actual, muy vivo y emotivo: “Chéjov huía del protagonismo; aquí creó una pieza coral en la que todos los personajes tienen una historia que contar; él habla a través de las escenas, no de los personajes”, concluye el director.

 “Ciertamente, Tío Vania, como obra maestra de la dramaturgia universal, es de una riqueza inacabable y, por eso mismo, habla de muchas cosas. Una de ellas, que a nosotros nos interpela directamente, es el tiempo perdido, la vida que se escapa y las oportunidades que se pierden sin apenas darnos cuenta. Hasta que un día, tal vez, lo percibimos a las claras, inmisericordemente”, afirma la compañía. Y Rodolf Sirera, traductor de la pieza, puntualiza: “Los personajes que transitan la obra, liberados en nuestra propuesta de cualquier subordinación al tiempo y al espacio en que fueron creados, exhiben, de manera cada vez más impúdica, a medida que sus anhelos y sus frustraciones se van desplegando ante los ojos y oídos del espectador contemporáneo, unos conflictos, aparentemente triviales, pero que ocultan, bajo esa tranquilizadora capa de inocuidad, un desazonante pesimismo”.

 África subtropical. Hace sol. Llueve de puertas adentro. El Profesor, recién jubilado, se muda a una casa de campo junto a su joven esposa, Elena. En la casa viven Sonia, hija de un primer matrimonio del Profesor; la “Maman”, madre de aquella primera esposa ya fallecida; y Vania, tío de Sonia, hijo de la “Maman” y cuñado del Profesor. Junto a ellos, está también presente el Doctor, quien, además de hacerse cargo de las cuestiones de salud de la comunidad, es un ecologista adelantado a su tiempo.

Con la llegada del matrimonio, la vida en la casa sufre un gran trastorno. El Doctor, cautivado por la belleza de Elena, menudea las visitas a la casa y abandona sus obligaciones y devociones. También Vania es víctima de la dejadez y la figura del Profesor le lleva a ser consciente de que ha echado su vida a perder. Sonia suspira por el Doctor, quien, al igual que Vania, bebe cada vez más. La “Maman”, entre tanto, vive en su mundo particular, expresado en su veneración juvenil hacia el Profesor, sus ensoñaciones francesas y su piano. En el encuentro de sus maneras tan diferentes de vivir, se producirá sobre el escenario un auténtico cataclismo a escala familiar.

Una nueva versión de un clásico contemporáneo

Tío Vania fue estrenada en el Teatro del Arte de Moscú en 1899, bajo la dirección de Stanislavsky y Nemirovich-Danchenko. Olga Knipper, con quien Chéjov contraería después matrimonio, encarnó el papel de Elena. Pasados dos años, tras la mala acogida que las representaciones de Tío Vania y Las tres hermanas tuvieron en San Petersburgo,  Chéjov valoró la idea de despedirse del teatro. Según el dramaturgo ruso, “uno puede escribir teatro en Alemania, en Suecia o incluso en España, pero no en Rusia, donde los actores no son respetados, donde son atacados brutalmente, donde no se les perdona ni el éxito ni el fracaso”. Y ha sido precisamente el trabajo de los actores no reconocido a veces el que ha movido a Moma Teatre para emprender este Vania.

Con su característico humor patético, Chéjov pone el foco sobre una serie de personajes que, mientras hacen y dicen, representan una auténtica comedia humana. El dramaturgo ruso amaba sin límites a sus protagonistas corales, los observaba metódicamente, con comprensión e inteligencia y, a través de sus palabras, pero también de sus silencios, exploraba las grandes cuestiones de la vida. Con Tío Vania, el autor habla sobre los vestigios de lo no dicho y de lo no hecho. Sobre lo soñado y lo deseado que no han llegado nunca a ser, pero que se percibe en las miradas y en los gestos de cada ser humano.

Sobre Carles Alfaro

Carles Alfaro, fundador de la compañía Moma Teatre en 1982, es un destacado director de escena español, además de actor y diseñador. A lo largo de su carrera, ha colaborado, entre otros, con espacios de la talla del Teatro de La Abadía, el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Teatro Español en Madrid o el Teatre Nacional de Catalunya y el Teatre Lliure en Barcelona. Fue el fundador de la sala de teatro Espai Moma, que entre 1997 y 2004 se alzó como un referente cultural de la ciudad de Valencia. Su montaje Nascuts culpables (Nacidos culpables), basado en entrevistas reales realizadas por Peter Sichrovsky, obtuvo el Reconocimiento de la Crítica al Mejor Espectáculo en el Premio Cultura 2000 de L’Avenç y el galardón al Mejor Director y a la Mejor Producción Teatral en el Premio de Teatres de la Generalidad Valenciana. Asimismo, Alfaro ha ganado en tres ocasiones del Premio de Teatro de la Generalidad Valenciana a la Mejor Dirección en 1993, 1995 y 1996. En 2015 recibió el Premio Ceres de Teatro al Mejor Director de Escena. En 2014 se alzó con dos Premios Max de las Artes Escénicas: uno a la Mejor Dirección de Escena por El lindo Don Diego y otro a la Mejor Adaptación o Versión Teatral por L’Estranger, junto a Rodolf Sirera. En 2003 fue merecedor del Max a la Mejor Escenografía por La caída, mientras que en 2001 ganó el Max al Espectáculo Revelación por Nacidos culpables.

Los días 11 y 17 de marzo tendrá lugar un encuentro con el público al finalizar la función.

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