De la misma forma, Freud (1930) afirmó en su ensayo Malestar en la cultura que la sublimación se da en menor medida en la mujer, lo que limita su producción artística e intelectual. Su opinión era clara en textos como este: «la siguiente discordia es causada por las mujeres, que no tardan en oponerse a la corriente cultural, ejerciendo su influencia dilatoria y conservadora […]. Las mujeres representan los intereses de la familia y de la vida sexual; la obra cultural, en cambio, se convierte cada vez más en tarea masculina, imponiendo a los hombres dificultades crecientes y obligándolos a sublimar sus instintos, sublimación para la que las mujeres están escasamente dotadas».
Apuesto a que muchos pensarán que la distancia temporal de las obras justifica las opiniones vertidas, pero que estas no pueden ser ya defendidas. Pensarán que tienen tan solo un valor histórico. Sin embargo, no es así.
En la misma línea el polémico pero reconocido neurólogo alemán Paul Julius Moebius, en su obra La inferioridad mental de la mujer: la deficiencia mental fisiológica de la mujer (1898), afirmó que en los animales la inteligencia es inversamente proporcional a la fecundidad, lo que justificaba que las mujeres fueran menos inteligentes que los hombres.
Apuesto a que muchos pensarán que la distancia temporal de las obras justifica las opiniones vertidas, pero que estas no pueden ser ya defendidas. Pensarán que tienen tan solo un valor histórico. Sin embargo, no es así. Por ello, no puedo terminar este apartado sin recoger la opinión reciente de otros investigadores, expertos en distintas disciplinas, que han afirmado últimamente cosas parecidas.
Siguiendo el tema de género e inteligencia, resulta interesante destacar el controvertido estudio de Paul Irwing, Universidad de Manchester, y Richard Lynn, de la Universidad de Ulster, publicado en 2005 por el British Journal of Psychology, en el que se afirmaba que las mujeres adultas tienen un cociente intelectual menor que sus compañeros, lo que condiciona su prosperidad. Curiosamente, para estos investigadores, el tamaño del cerebro sí importa (el masculino es aproximadamente un 10% mayor que el femenino).
En la misma línea, pero con el foco puesto en la creatividad, debo mencionar el libro El genio y la locura, de Philippe Brenot (2000). Según este psiquiatra y antropólogo francés, presidente además del Observatoire International du Couple: «el genio es un hombre».
Son tan solo excepciones, dado que este tipo de opiniones cada vez son menos frecuentes (al menos en lo que se refiere a sus manifestaciones públicas) y son muchos los que dudan de su fiabilidad. Sin embargo, siguen ahí en gran medida por el impacto mediático que tienen para sus autores, con el que puede ser un perverso efecto psicológico para aquellos hombres y mujeres que se lean sus tesis. Si de verdad crees en un mundo en el que haya espacio para todos, no les prestes ninguna atención. No se la merecen.
Silvia Leal, experta en e-Liderazgo y autora de Ingenio, Sexo y Pasión
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