Mundos soñados de ciudadanos corrientes

Somos los ciudadanos corrientes los que con nuestro día a día, pintamos de mil colores lo que luego no cuentan los libros de historia. Me pregunto, ¿de qué hablarán cuando relaten estos tiempos? ¿De la vorágine económica que todo lo pudo? O, quizá, ¿de la fuerza que tenía la red y de cómo propició una apertura de conciencia? O, tal vez, ¿de cómo el bien común consiguió implantarse en todas las sociedades como prioridad absoluta?

Un ciudadano corriente comprometido con la realidad que le ha tocado vivir se organiza para actuar en el campo de lo público en busca del bien común. Lo hace sin ánimo de lucro personal. Forma asociaciones, fundaciones, peñas, ¡da igual!. No busca alcanzar el poder político y no quiere la adhesión a un partido determinado.

Este principio de siglo es una transición hacia tiempos mejores. He decidido pensar así contra todo lo que dicen los informativos a todas horas. ¡Es de lo poco/mucho que nos queda: pensar como nos dé la gana!

Pero realizar acciones para el bien común exige generosidad. Y esa no es una tarea sencilla para el ser humano, que constantemente se debate entre el egoísmo y la generosidad.UN FUTURO POSIBLE
Imagínense ustedes viviendo en una sociedad donde los valores fundamentales fueran la Buena Voluntad, la Tolerancia, la Paz, la Hermandad, el Amor, el Trabajo y el Aprendizaje. Sin fanatismos, sin reglas dogmáticas, sin tabúes, sin prejuicios. Sin dominantes ni dominados. Sin miedos ni egoísmos. Una humanidad en armonía con la naturaleza. Consciente de que la necesita para la vida y de que tiene que amarla y respetarla. Un lugar donde el dinero no sea lo fundamental. Donde el acaparar cosas y apegarse a ellas deje de ser una necesidad.

Imagínense a millones de personas generando su propia energía verde desde el hogar y desde ahí compartiéndola en una red mundial de suministro eléctrico. Imagínense una hiperdemocracia, hecha por ciudadanos corrientes donde uno vale uno. Mucho tendremos que cambiar para llegar ahí. Pero todo es ponerse.

PODEMOS SI QUEREMOS
Los humanos tenemos una gran poder. Único. Podemos cambiar lo que nos rodea si cambiamos nuestra forma de pensar. Si fuéramos capaces de establecer un orden de prioridades orientadas todas a la consecución del bien común, lo que imaginé más arriba, podría llegar a hacerse real. Quizá en dos generaciones o diez. ¡Da igual que no lleguemos a verlo, lo importante es poner el rumbo!

Pero realizar acciones para el bien común exige generosidad. Y esa no es una tarea sencilla para el ser humano, que constantemente se debate entre el egoísmo y la generosidad. Con todo, hay esperanza, porque en el último siglo la solidaridad y el altruismo han tenido un avance extraordinario.

Es cierto que el patrón de tomar está muy presente en la psique colectiva. Pero una nueva forma de relación y de estar está surgiendo: la de dar y darse. Cientos de millones de personas en el mundo no solo dan, sino que se dan. También podemos cualificar el dar: podemos dar alegría, verdad, honestidad. Pero también tristeza, mentira, fraude. ¿Dónde estamos cada
uno?

¿CÓMO AVANZAR?
Hoy hay mucha más bondad y altruismo que en otros momentos de la historia de la humanidad. El recorrido que falta para llegar a esa utópica sociedad de la que hablé es enorme, pero hay un camino trazado por el que ya avanzan muchas personas. Son tiempos en los que lo colectivo cobra fuerza y esto sucede porque todos nos necesitamos. Todos estamos interconectados por más que creamos que no.

Como siempre intento huir de recetas magistrales y más cuando de personas se trata. Pero se me ocurren algunos ingredientes básicos para una sociedad como la nuestra: indispensable una pizca de “autocrítica”; dos dedos de “mejorar en conocimientos para poder pasar de lo teórico a lo práctico”; un cuarto de “abandonar cualquier tipo de fanatismo y de prejuicio” y si añadimos una buena dosis (al gusto) de “poner el pensamiento en una sociedad mejor basada en el consenso y la generosidad”, así sí podremos salir de donde estamos.

¡Por eso los ciudadanos corrientes somos tan importantes en este principio de siglo! Porque en nosotros está la clave para el avance.

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