La idea de la que se partió, para dar sentido unitario a lo que desde un principio no era más que un rompecabezas, fue la de llevar al escenario la magnanimidad, la inmensa comprensión que el autor mostraba por sus personajes; de esa bondad surgió la idea de premiar a aquellos pobres nuestros, tan tiernos como mezquinos, con todo tipo de loberías y juegos de azar.
Sin trastocar en absoluto ninguno de los finales de Chéjov, les iba añadiendo otros -evidentemente ilusorios- que iba configurando al narrador, ese músico seductor, seducido, que es el único de los veintitantos personajes que aparecen en escena al que no le importa el dinero, y que, quizá por eso, está dispuesto a regalarlo a manos llenas.
El punto al que se llega es la Patagonia, lugar en el que finalmente acaba la función. En La ruleta rusa hay labor de dramaturgo; es decir, manipulación de materiales ajenos, acomodación de personajes al reparto predeterminado, añadido de ingenios, chistes, palabras y todo tipo de elementos que puedan facilitar el ritmo escénico y la cercanía de lo expuesto al público receptor.
Texto: Enric Benavent basado en textos de Anton Chéjov
Dirección: Luis Bermejo
Teatro Maria Guerrero, sala de la Princesa
Hasta el 19 de diciembre de 2010
Martes a sábados: 19 horas
Domingos: 18 horas
Duración: 1 hora
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