En la nota anterior enmarcaba el liderazgo saludable en un mundo pandémico, global, dinámico, diverso y cambiante. Kryptonitas como el yoísmo genera líderes egoístas y narcisistas, mientras que el antídoto de la generosidad crea líderes magníficos, incluso en las peores circunstancias como las que vivimos actualmente.
Hoy os invito a conocer a otro antihéroe: el líder estresado. Desayunar, preparar a los niños, llevarles al cole, atascos, reuniones, trabajo, hiperconectividad, cita con el médico, extraescolares, y ahora los zooms. Desde que nos levantamos vivimos dando vueltas en la rueda del hámster. Sin parar para intentar cumplir con todo, caemos en la desesperación.
Esto nos lleva a vivir en piloto automático, inmersos en hacer, aceptando este modo de vida como algo normal. Numerosos estudios y encuestas ratifican el estrés como una segunda kryptonita terrible: el 51% de los europeos lo consideran habitual en su trabajo, y una cuarta parte, dicen soportarlo en alto grado gran parte del día.
Ahora hay que añadir dos derivadas al estrés tradicional. El tecnoestrés, sufrido por la falta de adaptación para trabajar con las nuevas e imprescindibles tecnologías, y por la extrema adicción que muchos sufren a éstas. Y, tras la irrupción de la covid-19, por el teletrabajo impuesto.
El estrés, al igual que un virus, se contagia. ¿Cuánto estrés es provocado por el propio jefe o jefa? La diferencia entre el comienzo de un buen día o uno horroroso puede ser la actitud con la que entre por la puerta de la oficina.
¿Hay antídoto? Pues sí, la felicidad. Y no soy ni una ilusa, ni “una happy”, pero ¿es necesario regodearnos tanto en lo malo?. Un buen líder es un lider “felizmente estresado” que sabe gestionar de forma saludable su propio nivel de estrés. Sabe encontrar el equilibrio entre el bienestar mental y el entorno laboral. Sabe gestionar de forma inteligente la energía emocional del equipo. Aumenta su productividad porque le gusta y es feliz con su trabajo.
Dado que el cerebro femenino es multitarea al existir una mayor conexión entre el hemisferio izquierdo y derecho, esto comprueba la frase que indica que “las mujeres son capaces de hacer dos cosas a la vez”.
Prosigamos con nuestro análisis y hablemos de otro antihéroe, el líder triste. Se dice que la enfermedad del presente y del futuro será la depresión. Tercera y terrible kryptonita. A pesar de que nuestro país goza de una gran calidad y esperanza de vida, muchas horas de luz y una gastronomía envidiable, también se sitúa como uno de los países donde más se consumen medicamentos antidepresivos y ansiolíticos.
Un 5,5% de los españoles toman drogas legales que comienzan por prescripción médica. Los ansiolíticos son las drogas de mujeres y madres, entre 35 y 64 años. 1 de cada 10 mujeres consume ansiolíticos y “benzos” a diario. 10 personas al día se suicidan, 3 de cada 4 consumados, son de hombres. Aunque no es fácil encontrar cifras oficiales, se habla de que cada año hay en torno al millón en el mundo. En España, más de 3.500 y primera causa de mortalidad entre nuestros jóvenes de 16 a 35 años.
¿Qué estamos haciendo mal? ¿Qué nos ocurre?. Nos encontramos en una sociedad en la que los individuos tenemos poca tolerancia a la frustración. En el caso de un líder, el triunfo no es exclusivamente el fin. Si las expectativas que nos creamos no se cumplen, acabamos instalados en la queja permanente y en el “todo me pasa a mí” o “es culpa de los demás”.
Saber manejar la incertidumbre es un superpoder hoy en día. Y esto no es algo nuevo. Darwin en 1859 publicó su teoría de la selección natural que viene a decir que las especies que más han perdurado han sido las que mejor han conseguido adaptarse a las diferentes condiciones de la tierra. Extinguiéndose las que no consiguieron adaptarse. Que más añadir en estos tiempos de pandemia.
El antídoto: la adaptación. Vivimos en un mundo cambiante, donde lo nuevo se encuentra desfasado con una rapidez nunca antes vista en la historia de la humanidad. El líder adaptativo prevé los cambios, los anticipa y se adapta a ellos. La adaptación es un proceso de aprendizaje, la persona transforma el tipo de observador que es. Utiliza “gafas de lejos y de cerca”, no “de mosca” sino “de abeja”. Abriéndose a nuevas posibilidades de acción, a nuevos caminos. El líder adaptativo ve venir la ola y hace todo lo posible para subirse a ella, en lugar de esperar que la ola le arrastre a él y a toda su empresa.
Una vez más, la biología juega a favor de la mujer debido a un mayor desarrollo de la corteza orbitofrontal y del sistema límbico cerebral. Esto nos hace más intuitivas e inteligentes emocionalmente y con una mayor facilidad para adaptarnos a los cambios.