Greenpeace encuentra tóxicos en la ropa

Según un informe de la reconocida entidad ecologista Greenpeace, gran parte de la ropa que se vende todo el mundo contiene componentes tóxicos para el entorno. Para Sara del Río, responsable de tóxicos de Greenpeace, se trata de una situación "gravísima", ya que "los efectos humanos no son tan evidentes como en otras especies, pero están ahí".

Tras el análisis de muchas prendas de grandes marcas, compradas en diferentes países, Greenpeace reveló que gran parte de estos productos contenían etoxilatos de nonilfenol, una sustancia prohibida por la Unión Europea, usada regularmente en el blanqueamiento de los tejidos.

Los etoxilatos de nonilferol están prohibidos en las fábricas de la UE desde 2003 y dos años después se estableció 2020 como fecha límite para hacer desaparecer la sustancia de ríos y manantiales. 

Ropa tóxica

Aunque esta sustancia no es dañina para las personas que lleven puesta la ropa, cuando se lavan, las prendas liberan el nonilfenol a los ríos, un disruptor hormonal que se acumula en la cadena alimentaria y puede llegar a ser nocivo incluso en cantidades muy pequeñas. De hecho, ya se ha demostrado que el nonilferol tiene efectos sobre el ciclo sexual de determinadas especies y provoca el cambio de sexo en los peces, según publica El País.

El análisis de Greenpeace se llevó a cabo en un laboratorio independiente sobre 78 prendas de marcas como Adidas, Calvin Klein, H&M, Lacoste, Nike, Puma o Ralph Lauren, todas fabricadas fuera de la UE, principalmente en China, Turquía o Bangladesh. El nonilferol se encontró en dos tercios de las prendas y en 14 de las 15 marcas.

Los etoxilatos de nonilferol están prohibidos en las fábricas de la UE desde 2003 y dos años después se estableció 2020 como fecha límite para hacer desaparecer la sustancia de ríos y manantiales. Pero la importación de artículos tratados con este material, sin embargo, está permitida, lo que implica que se sigue liberando esta sustancia en el agua.

Según ha alertado Greenpeace, el verdadero problema está en los países asiáticos, donde están las grandes fábricas y en los que, mayoritariamente, esta sustancia no está prohibida y en otros se usa a pesar de la prohibición.

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