El mercado está triste dice un tertuliano de las mañanas radiales y pienso dónde estaría yo que lo veo alterado, iracundo, afiebrado…pero que ni un lagrimón y mucho menos hipo de congoja. No existe el riesgo de tenerle piedad pero si ganas de maestra ciruela mandándolo al rincón.
Se suman las convocatorias y se superponen, y entonces llegar y salir es para mí una especie de deporte incontrolable. Presentación de-Líderes, + liderazgo, cita en Esade para hablar de cómo internacionalizar a las empresas españolas, Premio Directivos Plus y Mujeres Líderes reuniéndose en Argentina y en Madrid. Voy a quedar piel y hueso.
En el autobús un niño rumano me alerta de que no me siente en un lugar donde mi futura compañera de asiento acaba de poner los pies. Ella, cuarenta y tantos, canosa, con actitud deportiva, lejos de avergonzarse hace una mueca y lo desafía repitiendo el gesto sin sonrojo. Le doy las gracias al niño y le digo que tiene razón mientras un octogenario sacude la cabeza. Me tengo que bajar y dejo ese mundo que comparto a menudo huyendo del metro, con ocurrencia de hacerme socia de Los amigos del autobús.
Al bajar, justo antes de que el sol de la fuente de Neptuno me diera la bienvenida, leo un titular que habla del aumento del paro. Me acuerdo del economista y abogado de la CGT argentina, Héctor Recalde, que, en entrevista radial, ante mi pregunta ligera sobre el paro en Argentina en los aciagos ´90s, me respondió de manera inteligente: «Para un desempleado su paro es del 100%».
¡¡¡Glup!!! ¿Por qué nos empeñamos en los datos macro si para cada uno su realidad es la que le arrastra o impulsa cada día y la vida, lo sabemos, es breve?
Llego a mi cita en puntas de pie para que no me vean venir porque sigo llegando tarde y con la lengua afuera. Juan Rivera y Pedro Gioya, del Instituto de Liderazgo, dicen, con mucho sentido común, que las preguntas más importantes son las más simples, las que te conmueven. Por ejemplo: «A ti, ¿quién te ha cambiado la vida?» ¿A que no ha sido un gran líder, sino tu madre, tu padre, tu amigo…?
Cambian las incertidumbres, cambian lo guiones y entonces les pido nombres, referentes…Adorno, Arendt, Hesse… Pero si son filósofos, pensadores… y no reyes del marketing, me quedo mascullando y se me agita el corazón pensando en releer «Viaje a oriente».
¿Y a ti? ¿quién te ha cambiado la vida?
Yo me lo estoy pensando, sobre todo para dar las gracias a tiempo.
Parece mentira pero llego temprano a Esade a escuchar la experiencia exportadora de Jorge Cosmen (Alsa) que desde la tribuna ofrece en charla de amigos, siglos de una historia que continúa hoy. Llego tarde a la entrega de Premios Directivo Plus, pero no se nota porque lo mismo hizo la ministra Cristina Garmendia –que se mostró cálida y cercana– y entonces, llego a tiempo. La buena onda general se hizo expansiva a la multitud sentada que escucha de los premiados las claves en base a camino andado y buena gente a la que seguir y preguntar cuando andaban perdidos.
Presencia o ausencia de mujeres
Cinco mujeres premiadas está bien pero no suficiente, Marcos De Quinto dixit: «Son el 23% pero no basta» y pide más para las próximas ediciones con una sonrisa arropadora. El mérito es que la selección la hacen los empleados. Es decir, los que soportan o disfrutan a jefes y jefas.
Carlos Cobos (Directivos Plus) se infla por el éxito y la felicidad se le sube a la cara. Gina Opdebeeck (Unique) está radiante y recluta a los premiados para la foto de familia. Camino por la terraza del hotel Puerta de América y me contagian las sonrisas de las cinco. Con dos compartí minutos de gloria: con Laura González Molero (Merck) que iba derrochando energía con Ana Céspedes y Raquel, su equipo fiel. Juntas surfean las olas igual en aguas calmas que turbulentas, según el humor del mercado (cuando no está triste). Mónica Deza de Universal Mac Cann, festejaba con la infaltable Nora y el resto del equipo más la peña familiar: un padre fan de la primera hora y madre, hermanos e hijo vivando un premio merecido.
Un poco más allá Paco Frías de MRW, mostraba su premio ¿ciento cincuenta y ocho?, y Arzak recibía mimos tras hacernos reír a todos porque anda como un niño curioso por el mundo y cuenta el secreto: «Aprendo de lo que veo, lo traduzco a euskera y después hago lo que se me da la gana». A ver si aprendo. Por lo pronto voy a ensayar. Pero en catalán, que es la lengua de Serrat y me pierde.