Actualmente en Argentina, las mujeres son mayoría del estudiantado universitario. Según el último Censo Nacional, del total de la población mayor de 15 años, el 10,3% de las mujeres acreditan título universitario completo, frente al 7% de los varones. Asimismo, en la provincia de Buenos Aires se reitera esta diferencia, siendo el 8,9% de las mujeres las que tienen un título universitario frente al 6% de sus pares hombres. Según datos del Ministerio de Educación de la Nación, en las universidades argentinas las mujeres son más y egresan en mayor medida: representan el 55% del total de los alumnos universitarios del país y el 57% de los egresados.
Sin duda, durante el siglo XX, se produjo una masiva y creciente incorporación de las mujeres a los estudios superiores, constituyendo actualmente más de la mitad del estudiantado universitario en casi todos los países occidentales. A pesar de esta situación de igualdad en el acceso, aún se constatan asimetrías entre hombres y mujeres al interior de las carreras superiores que se reflejan en el acceso posterior a los puestos de trabajo de mayor responsabilidad y ejercicio de poder.
A pesar de esta situación de igualdad, aún se constatan asimetrías entre hombres y mujeres en carreras superiores que se reflejan
en el acceso posterior
a los puestos de trabajo
de mayor responsabilidad
y ejercicio de poder. Es decir, esta presencia femenina en el nivel superior educativo no tiene aún su correlato fuera de los muros académicos. Es así como los niveles más altos de conocimientos a los que han accedido las mujeres, no les garantizan el acceso a posiciones más altas en la arena pública, produciendo un desfase entre el ámbito del aprendizaje universitario/profesional y el ámbito de las prácticas laborales. Dicho de otra manera, el flujo de nuevo capital humano femenino que aporta cuadros formados iguales o incluso con mejores condiciones que los masculinos, refleja paradójicamente la imposibilidad de las mujeres de llegar a obtener logros profesionales proporcionalmente igualados con el éxito que alcanzan sus pares varones.
Según las actuales estadísticas de la Comisión Tripartita de Igualdad de Trato y Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo Laboral en Argentina, las mujeres enfrentan no sólo segregación vertical en el mercado de trabajo – por niveles de jerarquía – sino también segregación horizontal – por sectores productivos -. Aún la mayoría de las mujeres que acceden a estudios superiores y comienzan una carrera laboral y profesional, continúan padeciendo cierta segregación ocupacional y rara vez atraviesan el llamado “techo de cristal”, la barrera invisible que les impide el acceso a puestos de alta dirección y cargos jerárquicos en empresas, instituciones y organizaciones.
La Directora de la “Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en Gestión de Organizaciones”, Lidia Heller, enumeró como obstáculos para el avance de las mujeres a los estereotipos negativos sobre las mismas, en cargos de máxima responsabilidad, factores culturales y autolimitaciones. A su vez, Heller menciona que: “Las empresas afirman que promueven el desarrollo para todo aquel que lo merezca por su desempeño, brindándoles las mismas oportunidades de crecimiento”. Cabe preguntarse entonces, por qué a igualdad de oportunidades, las mujeres no llegan a los primeros puestos en el mundo laboral, aún cuando poseen iguales o mejores calificaciones que sus pares hombres.
Se ha comprobado que apenas el 11% de los puestos jerárquicos están ocupados por mujeres y en el 60% de medianas y grandes empresas no hay mujeres en los cargos que suponen importantes niveles de decisión. A nivel mundial, el mayor crecimiento de mujeres en puestos ejecutivos se produjo en la década de los`90. Según un informe de la OIT del año 2005, el número de mujeres en estos cargos llegó al 16,5%. Actualmente un estudio realizado en Argentina, junto con Perú y Chile, arroja un número muy bajo de mujeres trabajando en puestos de dirección y alta gerencia en empresas y organizaciones; un 12 y 11% respectivamente.
En el Mapa Económico de las Mujeres Argentinas -1998/2006-, publicado por FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas), se ha comprobado que apenas el 11% de los puestos jerárquicos están ocupados por mujeres y en el 60% de medianas y grandes empresas no hay mujeres en los cargos que suponen importantes niveles de decisión.
Las profesionales en cargos gerenciales y/o directivos constantemente se ven obligadas a escoger entre una carrera exitosa o tener una familia. Un reciente estudio en Estados Unidos concluyó que el 49% de las mujeres exitosas no tiene hijos, comparadas con sólo el 19% de sus colegas hombres. Es evidente que aún no se alcanza a poner en evidencia todas las aristas de la discriminación laboral, ni se observa la aplicación generalizada de “igualdad de oportunidades”, ya que para las mujeres profesionales persiste la discriminación en: capacitación, contratación, remuneración, promoción, condiciones laborales, distribución de responsabilidades sociales y domésticas, que siguen restringiendo el empleo y su protagonismo de en las actividades profesionales y la consecución de una mayor autonomía económica.
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