Alas para volar

Es muy curiosa la forma en que el antropólogo francés Lèvy Strauss, al que muchos conocen por ser su nombre como el de una marca de pantalones vaqueros, nos explica la forma en que los seres humanos entendemos las cosas. Introduce Strauss en sus explicaciones el término "codificar", como la habilidad humana de clasificar, ordenar y dar expresión coherente a la realidad que, por regla general se nos presenta algo desordenada. El cerebro se dedica a tiempo, casi completo a codificar las cosas.

Inma Chacón nos habla de la literatura que expresa cosas que se pueden sentir. Algo que está en otro plano que los sentimientos, que son un producto mucho más elaborado. Sentir con los sentidos como lo más primario. Y los sentidos elaboran estructuralmente la entropía natural, de forma que a través de ellos, de nuestros ojos, o de nuestro olfato, nos podemos hacer una idea de todo aquello que nos rodea. Los sentidos "codifican" las cosas y Lèvy Strauss nos dice que lo que comprende el cerebro humano es todo lo que se le presenta codificado en forma binaria. Por lo tanto, podríamos afirmar que aquello que nos importa o que somos capaces de entender, se nos presenta siempre en forma de dos. Son famosas las polaridades entre si y no, arriba y abajo, izquierda y derecha, y así podríamos nombrar cientos de "parejas" o emparejamientos que nos resultan sencillos de entender.

Cuando preparaba la entrevista del programa con Inma Chacón, dudaba de si nombrar a su hermana gemela Dulce Chacón, pero las dudas quedaron inmediatamente despejadas, cuando Inma empezó a hablar de ella con toda naturalidad. Incluso llegó a decir que estaba encantada de hacerlo. Y dijo cosas muy bonitas sobre su hermana y sobre la relación que mantuvieron ellas dos durante toda su vida en común. Inmediatamente pensé en esa dualidad que, para entender el mundo, nos plantea el antropólogo. La principal codificación que encontramos en sus libros teóricos es la de la cultura y la naturaleza, como dos cosas distintas y, a la fuerza, complementarias. Al fin y al cabo la cultura procede del estado primitivo y natural previo, por el que los homínidos humanos pasamos antes.

Inma nos contó que su hermana siempre se sintió poeta. Parecía que faltaba la frase: "yo no", como contraposición a la hermana. Formaban ese conjunto binario, tan sencillo de comprender y tan maravilloso a la vez. Inma tenía en su hermana su "alter ego". Mientras Dulce Chacón vivió, realizó la función poética de la pareja de gemelas. Pero cuando desapareció, Inma recibió el testigo de su hermana, y asumió entonces aquella labor que ella desempeñaba en la "familia". En el estudio de radio nos recitó uno de sus propios poemas: "Urdimbres", y para todos los que la escuchamos, quedó claro que es una auténtica poetisa. Lo lleva en los genes; nunca fue esta frase mejor dicha porque, ella lo sabe, comparte con su hermana, exactamente los mismos genes que, por cierto, también se estructuran en parejas, como ellas dos.

La lectura de sus novelas: "La princesa india" y "Las filipinianas" es muy interesante, porque nos aporta lo que el antropólogo Strauss pregonó durante toda su vida. Nos aporta una parte poética, sensible y cercana, como es personalmente Inma Chacón, pero también nos da la otra cara de la moneda. Son novelas rigurosamente documentadas, que contienen un caudal científico de información valioso y enriquecedor. Leer a Inma Chacón te cambia algo por dentro para siempre en todos los sentidos. Y esto es precisamente lo que buscamos los lectores. Necesitamos a personas como nuestra invitada de ayer, que dijo algo maravilloso que, por culpa de la radio, no nos dio tiempo a desarrollar. Habló de que la vida, la realidad, está ahí para todos. Es aplastante y demasiado real, y que por lo tanto es necesario soñar; es necesaria la poesía o la fantasía. Contó que su hermana quería volar, como algo liberador. Por eso uno de sus libros de poemas se llama "Alas".
Yo creo que Inma Chacón, lleva dentro a su hermana. Es posible que no le guste escuchar esto, por lo que sus "Alas" puedan tener de liberador o de vuelo hacia sí misma, alejándose de Dulce. Pero ella sabe que esto que digo es verdad.

Sólo me queda un triste detalle que comenta el autor de "Tristes trópicos", Lèvy Strauss, en alguno de sus escritos. Los humanos, antes de entrar en el "edén" de la cultura, andábamos a "cuatro patas". Tuvimos que obligar a nuestra columna vertebral a permanecer erguida. Gracias a esto podemos contemplar el horizonte que antes nos estaba vedado. Y debido a este intento de abandonar la naturaleza, comenzamos a vivir como seres con cultura cojeando, que caminaban titubeantes. Es posible que aún no hayamos aprendido a caminar correctamente y todavía conservamos restos de ese aprendizaje para la deambulación bípeda.
Pero algunas personas, como le pasa a Inma Chacón, ya tienen alas para volar.

Por Francisco Legaz conductor de "EL BOSQUE DE LAS PALABRAS".

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