Adiós tarifa plana, adiós

 Últimamente toca hablar de internet. Y en esta ocasión, por una noticia aparentemente mala. Todo apunta a que las tarifas planas de acceso a internet podrían tener sus días contados.

Puesto que es éste un tema que puede dar lugar a reacciones viscerales, es importante analizarlo desde todos los puntos de vista. Conjugando los diversos intereses en juego. Sin olvidar que no puede haber Sociedad de la Información sin un acceso a internet de calidad. Que no podrá evitarse la "brecha digital" si ese acceso no es asequible a cualquier ciudadan@.

La Unión Europea ha declarado el acceso a internet servicio universal, lo que implica que en todos los Estados Miembros cualquier ciudadan@ deberá tener a su disposición, como mínimo, una conexión a velocidad de 1Mb/s, a precio razonable. Este acceso básico se plantea como un antídoto contra el riesgo de exclusión digital.

No puede haber Sociedad de la Información sin un acceso a internet de calidad; y  no podrá evitarse la "brecha digital" si ese acceso no es asequible a cualquier ciudadan@. Pero en muchos casos será insuficiente.  Cada día aparecen nuevas aplicaciones que necesitan velocidades y capacidades más y más elevadas. Por poner un ejemplo, el "cloud computing" (computación en la nube), que aboga por situar los recursos en servidores compartidos, alojados en la red, con PCs y terminales más simples y baratos, no puede llevarse a la práctica sin accesos de muy alta velocidad.

La tarifa plana, un catalizador para la banda ancha
Conviene recordar como llegó a implantarse la tarifa plana. Al comienzo los internautas utilizaban la red telefónica para conectarse a internet a muy baja velocidad, pagando por tiempo de conexión. La migración a banda ancha sólo fue posible a partir de dos importantes hitos: uno tecnológico y otro comercial. El primero fue la introducción de las tecnologías DSL (de las que forma parte el ADSL), que convierten la línea telefónica en un circuito de alta velocidad. El segundo fue la oferta de esos circuitos a precio fijo, independientemente del tiempo y del consumo. (Lo que además permitió el "always on": siempre conectado).

La tarifa plana vio la luz, no sólo gracias al activismo del colectivo internauta y sus asociaciones, sino también por su efecto dinamizador de  la venta de accesos ADSL y con ella de la conexión a internet de banda ancha; en un momento en que el número de líneas telefónicas fijas tendía a decrecer, sustituidas por la telefonía móvil. La alta velocidad llegó al usuario a un coste predecible y controlable. Por su parte, el operador de telecomunicaciones, rentabilizó una infraestructura de acceso en riesgo de obsolescencia, consiguiendo dinamizar un nuevo mercado, el de la banda ancha.

Algo similar ocurrió con el acceso móvil; empezó a despegar cuando las tecnologías 3G permitieron velocidades altas y se ofrecieron paquetes de conexión a precio cerrado, aunque con limitaciones por volumen de tráfico. En definitiva, el usuario podía predecir su factura y despreocuparse.

Internet: hacia un nuevo modelo 
¿Que está ocurriendo? El parque de clientes de banda ancha ha tenido un crecimiento espectacular. No puede decirse que  el mercado del ADSL esté saturado, pero su techo está cerca y el ritmo de generación de altas nuevas decrecerá. La tarifa plana garantiza al operador unos ingresos recurrentes, pero su incremento va muy ligado a los nuevos clientes. Al mismo tiempo, el tráfico no ha dejado de crecer. Novedosas aplicaciones y dispositivos sofisticados, hacen un uso cada vez más intensivo de la red, que no tiene su contrapartida en la generación de negocio; más bien al contrario, requiere costosas ampliaciones de capacidad y redimensionamiento de las redes.

La alta velocidad llegó al usuario a un coste predecible y controlable. Por su parte, el operador de telecomunicaciones, rentabilizó una infraestructura de acceso en riesgo de obsolescencia, consiguiendo dinamizar un nuevo mercado, el de la banda ancha.Paralelamente se producen desequilibrios, debido a los diferentes patrones de uso. En la red móvil, un 5% de los internautas consumen un 75% del tráfico total. En ADSL, esta proporción es de 20 a 80. ¿Una minoría de usuarios hace un uso intensivo de los recursos, a costa de todos los demás? O más bien ¿un alto porcentaje de ellos paga en exceso, en relación a la utilización que hacen del servicio?

A todo ello se suma el debate sobre la neutralidad de la red: ¿hay que empezar a discriminar por tráficos y proveedores de servicios, y aplicar diferentes tratamientos o niveles de servicio en función del uso que hacen de la red o del tráfico que generan?

El mensaje está ahí: nos dicen que el actual modelo de internet no es sostenible, en un horizonte de crecimiento exponencial de tráfico y fuertes necesidades de inversión en infraestructuras. Se pergeña otro en el que pague más quien más consuma. Lo cual parece justo siempre que también se abaraten los precios para los que hagan un uso bajo o moderado del servicio.

¿La competencia baja precios? Según qué sector
No quiero terminar sin apuntar un dato llamativo. Sorprende que el sector de las telecomunicaciones esté siempre en el punto de mira, cuando es de los pocos que ha bajado continuamente precios. Otros, se las arreglan para aplicar subida tras subida, con el beneplácito del Gobierno. Parece que la introducción de la competencia no ha funcionado igual en todos los sectores. 

Porque el eléctrico, que ha recibido sumas multimillonarias en concepto de costes de transición a la competencia, (lo que se negó al sector telecomunicaciones), ha subido la factura un 30% en los últimos tres años, además de pasar a facturar mes a mes, alternativamente por consumo estimado; lo que supone en muchos casos excesos de facturación, que aunque regularizados en la factura siguiente, se traducen en un préstamo de un mes a interés cero, que el desprotegido abonado no tiene más remedio que hacer a su compañía suministradora.

*Rafael de Sádaba es Ingeniero de telecomunicación/Consultor. Experto en TIC y RSE. Ex-directivo de Telefónica.

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