La escritora Matilde Asensi acaba de presentar su última novela, Martín Ojo de Plata, donde la heroína histórica del siglo XVII protagonista de esta saga, Catalina Solís, se convierte en un contrabandista. En su también reciente Venganza en Sevilla (2010) «la intrépida protagonista» realizará «una espectacular venganza múltiple basada en el engaño, la seducción, la fuerza». De sobra es conocido el éxito de la novela histórica; las razones tienen que ver quizá con su capacidad de evasión a otros destinos o épocas más exóticas. En las novelas históricas de nuestras escritoras hay que añadir además el aliciente de presentar protagonistas femeninas con un fuerte carácter que participan en el devenir histórico, algo impensable para aquella época —e incluso para la actual.
En las novelas históricas de nuestras escritoras hay que añadir además el aliciente de presentar protagonistas femeninas con un fuerte carácter que participan en el devenir histórico, algo impensable para aquella época —e incluso para la actual. Así, últimas novelas de las escritoras españolas más conocidas están ambientadas en la guerra civil española y las protagonizan un grupo de aguerridas heroínas. Clara Sánchez, en Lo que esconde tu nombre, nos cuenta «la historia de una mujer que busca la paz del Levante español pero se da de bruces con lo que podría ser el retiro de un grupo de nazis»; Alicia Giménez Bartlet, en Donde nadie te encuentre, «cuenta la historia de […] La Pastora, un maquis que se movió durante la posguerra por el norte de la provincia de Castellón»; Inés y la alegría, de Almudena Grandes, «vive recluida y vigilada en casa de su hermano, delegado provincial de Falange en Lérida. Ha sufrido todas las calamidades desde que, sola en Madrid, apoyó la causa republicana durante la guerra, pero ahora, […] Inés se arma de valor, y de secreta alegría, para dejar atrás los peores años de su vida».
De forma paralela, en las dos novelas españolas más vendidas y conocidas, Dime quién soy (Julia Navarro) y El tiempo entre costuras (María Dueñas), dos mujeres deciden huir de sus hogares en la difícil España previa a la guerra civil y se lanzan a vivir un futuro incierto, no planeado, y, por ello, bastante peligroso para las mujeres de la época, lo que contribuye a resaltar el valor y la fuerza de estos personajes femeninos.
La Historia como forma de evasión.
Pero también hay otras épocas históricas en las que nuestras escritoras sitúan a sus heroínas, como Leonora Carrington, de Elena Poniatowska, mujer que sobresalió por su atrevimiento y modernidad en los inicios del siglo XX; o la princesa Noruega de Flor del norte, de Espido Freire, si nos dejamos llevar hacia tierras más lejanas, frías y míticas, «convertida a la fuerza en infanta de Castilla al desposarse con don Felipe, hermano de Alfoso X El Sabio. […] La pobre Kristina morirá traicionada y repudiada lejos de su hogar, entre un pueblo que siempre la vio como la Extranjera».
Está claro que la ambientación hacia otras épocas históricas es un modo de evasión y, mucho más, cuando esas épocas son el pasado medieval escandinavo, las vanguardias europeas o el Imperio español. Evasión, entretenimiento, aunque también satisfacción del conocimiento y la curiosidad por conocer otras culturas alejadas en el tiempo y el espacio. Respecto al tema de la guerra civil —aparte de ser un trauma que el cine y la literatura han de contribuir a superar evitando tópicos—, es relativamente fácil resaltar la valentía de una mujer en un momento claramente discriminatorio, como es el de principios del siglo XX; sin embargo, parece difícil leer un análisis indignado de la heroicidad de muchas mujeres en la actualidad que luchan en un entorno laboral discriminatorio, que trabajan dentro y fuera de casa o que cuidan de personas dependientes.
*Pilar Jódar es filóloga, investigadora en Teatro español actual y docente de Literatura española e hispanoamericana.
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