¿Tienes plan para la crisis?

La mayoría de quienes llevan empresas familiares tienen buenas ideas, intenciones y disposición para enfrentar la situación de crisis que nos toca transitar. Para ello seguramente habrán elaborado y puesto en práctica un plan para que su empresa supere exitosamente este desafío. Veamos entonces cuáles pueden ser las causas por las que tu plan para la crisis puede fracasar.

El objetivo no está claro:Los objetivos mal definidos dan resultados indefinidos. Aunque parezca algo obvio, muchas veces no se expone claramente cuál es el objetivo que persigue el plan. Si el objetivo de tu plan es mejorar las relaciones con tus clientes, eso es indefinido. Si el objetivo de tu plan es aumentar en un 10 por ciento la retención de clientes y aumentar el ingreso anual por cliente en $100,000, eso es claro.

El objetivo no inspira:
El “por qué” genera la fuerza para lograr el “qué.” Si el objetivo es un “sería bueno” en lugar de un “hay que hacerlo”, es poco probable que ocurra. ¿Qué convierte un objetivo en un “hay que hacerlo”? La posibilidad de evitar una gran pérdida. Por ejemplo, si logramos vender 1.000 unidades más por mes, evitaremos tener que reducir el personal. ¿Qué otra cosa convierte un objetivo en un “hay que hacerlo”? La posibilidad de obtener una gran ganancia. Si podemos entregar 10,000 unidades en 30 días, el cliente X nos considerará su principal proveedor.

Tienes demasiados objetivos: Cuando todo es prioridad, es probable que no se logren los objetivos propuestos. A veces los planes tienen demasiados objetivos, metas, estrategias, iniciativas, y demás. Elige hacer menos cosas y seguramente te irá mucho mejor. Establece pocos objetivos concretos.

El plan no contiene el quién, qué y cuando:
Algunos planes son simplemente una lista de cosas para hacer, producto de la urgencia del caso, cuya realización no es responsabilidad de nadie en especial y sin especificaciones de tiempo para llevarlas a cabo. Un buen plan debe indicar quién va a hacer qué cosa y en qué tiempo.

El plan no consigue el compromiso de tu gente:
Si el plan lo elaboras tú, sin la participación de tu gente ¿qué grado de aceptación y compromiso crees que vas a conseguir? La aceptación de un plan sin compromiso es virtualmente imposible. Si uno quiere que las personas se comprometan deben tener voz en el proceso de planificación. Esto significa opinar al principio del proceso o la participación una vez que se haya elaborado el borrador del plan. Cuando las personas participan en un proceso y se les pide que aporten a él, se sienten comprometidos. Esto no significa que las decisiones en la empresa se tomen democráticamente. Nada que ver. Se trata de respeto. ¿Se les pide opinión? ¿Se sienten escuchados? Los planes efectivos se hacen con la colaboración de las personas, no imponiéndolos a esas personas.

El plan no tiene un seguimiento: Si un plan merece que se lo ponga en práctica, también merece un buen seguimiento. Una reunión mensual con una agenda establecida puede determinar rápidamente qué acciones se han realizado, qué progreso se ha hecho; qué se va a realizar durante el mes próximo, quién lo hará y qué dificultades han surgido. Esto crea compromiso, responsabilidad y confianza en el plan.

El plan no tiene flexibilidad:
Los planes están basados en suposiciones que pueden cambiar con el tiempo. Si cambian, el plan tiene que cambiar. Una reunión periódica de revisión, es un buen foro para poner a prueba sus supuestos y determinar si alguno ha cambiado. El resultado de la reunión puede ser la revalidación o el rediseño del plan. Esto asegura que el plan siga siendo vigente y actualizado.

No cuentas con la gente adecuada:
Algunas de las personas que actualmente trabajan para usted pueden no ser las adecuadas para lograr que el plan funcione. Si estás está verdaderamente comprometida con el éxito de tu plan, en algún momento deberás analizar honesta y fríamente cuáles son las habilidades con que cuentas entre tu gente. Pónlos a trabajar, apóyalos y ayúdalos, dales la oportunidad de tener éxito. Pero si aún así no lo logran, tienes la responsabilidad de conseguir las personas que puedan lograrlo.

Falta de compromiso con el plan:
Tu respuesta a la posibilidad de fracaso del plan envía un claro mensaje acerca de tu compromiso con el éxito. Y tan importante como eso, también envía un mensaje acerca de tu credibilidad. Si ignoras el fracaso de tu plan y pones rápidamente en marcha uno nuevo, estás comunicando que no estabas realmente comprometida y entonces no serás tomada seriamente. Si buscas culpables del fracaso, estás comunicando que no asumes la responsabilidad que te corresponde y no se te tendrá confianza. Si en cambio asumes tu responsabilidad, te comprometes públicamente a corregir lo necesario y pides la colaboración efectiva de tu personal para lograrlo, entonces habrás ratificado tu compromso con el plan y aumentado tu credibilidad. Tu elección hablará a las claras acerca de qué clase de empresaria eres.

Hay una gran diferencia entre el empeño por lograr el éxito y el empeño en hacer lo necesario para lograr el éxito ¿Hasta donde llega tu compromiso con el plan?

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