Tengo los óvulos contados

Con gran humanidad y necesario sentido del humor, este es un libro que aborda un tema de gran actualidad, el de la reproducción asistida. Fruto de una larga investigación con especialistas médicos y de un profundo conocimiento de la materia, Raquel Sánchez Silva ha escrito esta fascinante historia.

Tras su estreno como novelista con Mañana, a las seis, Raquel Sánchez Silva nos vuelve a sorprender con la historia de la doctora Miranda Ortega, una ginecóloga que trabaja en un prestigioso centro de reproducción asistida. Por su consulta pasan centenares de pacientes en busca de información y ayuda para tener un hijo. Miranda es, además, una mujer joven con su propia historia a cuestas: una maternidad en solitario, una hija adolescente y el amor que, de repente, llamará a su puerta. Un relato diferente, fruto de un intenso trabajo periodístico y documental, que dará las claves a aquellos que buscan respuestas a través de un relato delicioso y lleno de vida.
Conmovedora, real y hermosa llegará al corazón de los lectores y mucho más allá. 
La doctora Miranda es una profesional brillante que trabaja en una importante clínica de reproducción asistida. Por sus manos pasan al año cientos de mujeres y de hombres que siguen persiguiendo el sueño de tener un hijo a pesar de su dificultad para concebirlo por medios naturales.

La consulta bulle cada día con caras nuevas. Hay tantas historias como pacientes. Los lectores conocerán a Marcos y Lola, a Clara, a Diana y Evaristo, a Amaya y Carlos, a Ainhoa… casi cien casos que muestran una radiografía de nuestra sociedad y una realidad compleja que retrasa o dificulta el acceso a la maternidad.

Historias que se dan en la realidad con otros nombres y apellidos, mujeres y hombres que acuden a la consulta llenos de temores pero también de sueños: La mujer que, rozando los cuarenta, quiere ser madre pero siente que aún necesita prolongar un poco más la espera; la pareja sana y aún joven que quiere formar una familia y no puede; la mujer que ha decidido ser madre en solitario; la pareja de lesbianas o de homosexuales que desean tener descendencia; la ejecutiva que no ha tenido tiempo para la maternidad y corre el riesgo de llegar tarde; la pareja que no consigue concebir ese segundo hijo que desea; la mujer mayor que quiere atrapar la juventud y el amor a través de un bebé; la muchacha responsable y sensibilizada que decide ser donante de óvulos; la
madre preocupada por la supuesta esterilidad de su hija; la pareja con un hijo gravemente enfermo que se propone salvarlo concibiendo un hermano…

Miranda atiende a todos con dedicación y con la verdad por delante; con todos es honesta y absolutamente sincera, aunque ello a veces implique decirles aquello que no desean oír, o negarles lo que piden, por ilegal o imposible. Esto no es obstáculo para que la mayoría de ellos mantenga con la doctora una relación cordial
y cariñosa. Miranda va guardando las cartas que le envían, las fotos de sus hijos, algunas anotaciones al margen, en una especie de almacén de vidas, un álbum que ella atesora como una joya y al que le gusta acudir en
momentos de crisis o de duda.

Pero Miranda, además de médico, es también una mujer con vida propia. Ella se quedó embarazada con solo 22 años de su novio por aquel entonces, quien no quiso saber nada de la niña. Miranda ama profundamente a su hija Olivia, pero la joven a menudo se muestra hostil porque considera que su madre descuida su relación con ella debido a su absorbente tarea en la clínica. Por otro lado, como buena adolescente, intenta mantener a su
progenitora al margen de sus primeros escarceos como persona adulta. La realidad, sin embargo, es que madre e hija conforman un potente núcleo familiar, algo que tanto una como otra demostrarán en los momentos importantes.

Este día a día tan intenso se verá súbitamente trastocado con la llegada de Simón, un eminente biólogo y embriólogo procedente de Estados Unidos que va a marcar un hito en la vida de la clínica y, también, en la de la doctora.

Miranda se tendrá que enfrentar a nuevos retos y a una decisión que la situará, en esta ocasión, en el lado de sus propios pacientes.
 
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