Las mujeres son minoría en la tecnología y en las finanzas. Los reclamos se suceden pero las cosas no cambian y las razones que lo impiden se alimentan unas de otras. Estos sectores tienen sus reglas, no suelen ser “friendly women” y por eso mismo, las mujeres no perciben que sean “aptas” para ellas. Si es el huevo o la gallina se seguirá discutiendo, pero en el medio llega la recesión y agrega leña al fuego.
Por Mercedes Wullich, Directora de Mujeresycia.com
En un reciente estudio de Wharton Universia, se indica que el incipiente crecimiento de las mujeres en Wall Street quedará en el recuerdo pues el número de despidos femeninos desde el inicio de la recesión es cinco veces mayor que el masculino. Y no sólo eso, la brecha salarial tiene aquí su lado más duro: la diferencia de salario entre hombres y mujeres que trabajan en el sector aumentó entre 2000 y 2007 lo que no refleja los avances en el mercado de trabajo en general.
Aunque generalmente la conciliación de la vida personal y laboral es prioritaria para las mujeres, muchas de ellas aseguran que están dispuestas a hacer cualquier sacrificio y que
sin embargo, el mercado
las ignora. The Wall Street Journal, afirma que en 10 años los hombres que trabajan en finanzas han crecido casi un 10% mientras que las mujeres ha disminuido casi un 3%, cifra que entre los jóvenes es mas patente: un 16,5% menos de mujeres de entre 20 a 35 años, y un 21,8% menos en la franja de 20 a 24 años. Es lógico que las mujeres dispuestas a trabajar en Wall Street, frente a esta realidad, bajen los brazos.
Luego de años de promesas y perspectivas y por una u otra razón la ausencia de mujeres en estos sectores se exhibe como un escandaloso retroceso.
Los porqués
Janet Hanson, ex-empleada de Goldman Sachs y promotora del trabajo femenino en Wall Street y fundadora de 85 Broads -un grupo profesional dedicado a las mujeres que trabajan en el área financiera- afirma que hubo empresas que pusieron empeño en ello pero que la rotación y los despidos llevaron todo a foja cero.
No en pocas encuestas aparecen claramente las prioridades que las mujeres tienen en sus carreras profesionales, entre ellas la conciliación de su vida personal y laboral, algo poco frecuente en Wall Street. Sin embargo hay quienes aseguran que muchas de ellas están dispuestas a hacer cualquier sacrificio y que sin embargo, el mercado las ignora.
Recientemente, un estudio destinado al sector tecnológico y la escasez de mujeres, decía que los prejuicios y estereotipos de género del tipo “a las mujeres no les interesan las tecnologías” pesan, pero también que los comités de selección en empresas y universidades siguen mayoritariamente formados por hombres que no facilitan la promoción femenina. Y agregaba que la falta de conciliación, y horarios que pretenden una disponibilidad absoluta, son factores determinantes que alejan a las mujeres de este sector. (Ver Mujeres en las tics, mucho facebook y poca tecnologia)
Pasa algo parecido cuando se le pregunta al colectivo de estudiantes por las profesiones con las que se identifican: las mujeres no se ven a si mismas desempeñando cargos técnicos en el sector de la tecnología ni en la inversión en el sector de las finanzas. Relegadas en ambos al ámbito administrativo, las mujeres no prosperan ni cortan el bacalao hablando en términos de poder.
Hablemos de poder
La habitual lista de Fortune da cuenta de que menos del 3% de las 500 empresas mas poderosas tienen mujeres en sus Consejos de administración y que apenas un 13,5% ocupan cargos ejecutivos. En Wall Street, fue precisamente el malogrado Lehman Brothers quien mas avances reales logró en relación a la incorporación de mujeres en bancos de inversión, con su programa Encore. Joe Gregory, director de operaciones, fue quien lideró la cruzada para equiparar a hombres y mujeres y lo que llevó a sus detractores a decir que su pasión por la diversidad fue lo que lo distrajo del eje central y le propinó el golpe que lo hundió. Un dislate evidente pues los Brothers, eran obviamente varones y las decisiones de peso correspondían a consejeros delegados varones como varones eran quienes constituían la plana mayor de ejecutivos del gigante caído.
En Wall Street, fue Lehman Brothers quien más avances reales logró en relación a la incorporación de mujeres en bancos de inversión, con su programa Encore. Joe Gregory fue quien lideró la cruzada para equiparar a hombres y mujeres.
Si el barco de la tecnología no arranca…
Al evaluar la empresa donde se dejarán el pellejo, las mujeres ponen muchas cosas en la balanza y no están dispuestas a pagar cualquier precio. La tecnología podría ser una excelente salida si las mujeres se volcaran a ello: las herramientas tienen ventajas, es un sector en crecimiento, pueden decidir el cuándo, el cómo y el tamaño de una empresa online y tienen muchas más probabilidades de convertirse en sus propias jefas y poner a salvo el equilibrio entre la vida profesional y familiar. Pero si igualmente en este sector las mujeres entran en puntas de pie, huyen ante la resistencia de un sector también copado por hombres y no ponen la energía necesaria, estarán perdiendo el barco y todo lo que formar parte de ese crecimiento les supondría.
La cuestión entonces no es tan simple en cuanto a “las razones de las mujeres”. Es cómodo para el mercado pensar que “ellas no quieren” porque no se sienten identificadas con determinados sectores. Mucho más cómodo que pensar que están generando empresas tan monolíticas y poco diversas que presentan problemas a la hora de poner en la balanza todo lo que supone trabajar en ellas.
Y en este sentido, las empresas, no importa del sector que sean, deberían empezar a pensar cuáles han sido los modelos llevados adelante, por qué tipo de personas y con qué formas de gestionar… que han determinado estas tormentas. Y reinventarse para dar lugar a otras formas de hacer, de pensar, de diseñar, de mirar…
Quizás entonces la mujeres tengan más claro por qué razones apostar, y aporten aquello que hace falta para un modelo de empresas más sanas, más inclusivas, más diversas. En definitiva, un reflejo de lo que la sociedad es.
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