Por primera vez desde su creación, Disney será presidida por una mujer

Susan Arnold está a punto de dar un paso histórico: a partir del 31 de diciembre, será la presidente de Disney. The Walt Disney Company, es el conglomerado de medios de comunicación y entretenimiento estadounidense más grande del mundo. Desde su creación en 1923, nunca había tenido a una mujer en el máximo cargo.

Para Arnold, de 67 años, esto supone todo un logro personal. Fue miembro en activo de Catalyst, la ONG dedicada a fomentar el liderazgo femenino en empresas, y un reconocimiento a su labor como directora independiente en el organigrama de Disney.

Tras el bache de la pandemia, que fue letal para una de las divisiones más rentables y con más inversiones de Disney –la de los parques temáticos–, Arnold tendrá también que ocuparse de dos frentes: el nuevo modelo de distribución que supone Disney+ y alejarse de la alargada sombra de su predecesor, Bob Iger, bajo cuya gestión Disney se convirtió en un gigante a base de sonadas adquisiciones (Pixar, Marvel, el imperio Lucas, Fox).

Arnold fue miembro en activo de Catalyst, la ONG dedicada a fomentar el liderazgo femenino en empresas. Lleva 14 años en el consejo de Disney.

Trayectoria

La ejecutiva lleva 14 años en el consejo de la compañía. Su carrera previa se desarrolló (desde 1980 hasta 2009) en Procter & Gamble, la multinacional cosmética y de cuidados personales dueña de marcas como Gillette o Tampax. Allí llegó a ser presidenta de negocios globales en 2007 y vicepresidenta de la compañía, el puesto más alto desde que se convirtiese en una de sus principales ejecutivas en 1999 (al frente de la división global de productos de cuidado personal para la mujer).

Arnold ha compaginado su estancia en Disney con otros consejos –McDonald’s, desde 2008 hasta 2016– y como ejecutiva de inversiones en la mayor empresa de capital inversión del planeta, The Carlyle Group.

Convive con su pareja, Diana Salter, desde hace años y tienen dos hijos, Mark y Sarah. Arnold, que nunca ha escondido su orientación, sí revelaba hace tiempo que en los años 90, en Procter & Gamble se sentía “completamente sola” debido a la falta de apoyo en la compañía a sus empleados LGTB+.

Su nombramiento obedece también a una nueva tendencia en las grandes empresas: desligar los poderes del director ejecutivo de los de la presidencia, algo que los reguladores económicos llevan tiempo pidiendo (y presionando para conseguir).

 

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