Aunque las expertas se enojen porque la llamen Michelle, como sucede con las pocas mujeres mediáticas, Michelle será Michelle mientras Obama sea el presidente de los EE.UU. Y después también. Ella no es más que aquella estudiante a la que sus padres, al finalizar sus estudios le escribieron en el libro de Harvard: "estábamos seguros de que llegarías lejos porque nunca conseguíamos hacerte callar…".
Por Mercedes Wullich
Con excepción de Thatcher y Merkel, dos perfiles especialmente "duros" dentro del escenario político internacional "ellas" suelen no lucir apellido en los titulares. La otra Michelle sin embargo -la presidenta chilena- suele ser Bachelet, como Ma.Teresa suele ser Fernández de la Vega y Bibiana va y viene entre su primer nombre y Aído por razones que no analizaré ahora. Cuando el apellido se comparte con un marido que a su vez es o ha sido protagonista, como en los casos de Clinton o Kirchner -y lo será con Obama- es normal que se mencione a sus mujeres como Hillary, Cristina o Michelle.
Hablemos de Michelle
Desentrañando la gran cantidad de información que inunda los medios en estos días, quedan claros algunos ejes fundamentales que darán carácter al paso de esta primera dama al lado del primer presidente negro de los EE.UU.
Cuando conoció a su marido, ella era abogada y él becario y hasta hoy, en su cargo en el sistema hospitalario de Chicago, donde supo "aunar" el mundo de los negocios para el que estaba preparada, con el asociativo que le apasionaba, gana más que él.
Con respecto al dinero, es ella precisamente quien se refiere habitualmente a este tema cuando habla en un podio o en entrevistas, y es ella quien en su casa ha manejado la economía y las cuentas con absoluto conocimiento de lo que les estaba permitido gastar, cuándo y cómo hacerlo. Es franca y suele decir lo que piensa, algo que la hace "peligrosa" para algunos observadores, aunque todos coinciden que su papel ha sido vital en los pasos dados por Obama hasta llegar adonde llegó.
Signos de carácter
Se define a sí misma como una chica de clase media baja de Chicago, a la que muchas veces quisieron indicarle por dónde ir. Y fue su determinación la que la llevó a hacer caso omiso a quienes le dijeron que ciertas cosas serían imposibles para ella. Por eso mismo fue, que aún con notas que no eran notables, se empeñó en enviar su currículo a la universidad de Princeton, -centro de las elites blancas de EEUU- donde se graduó en Sociología, en 1985. Luego, logró su título de Derecho en la Universidad de Harvard y trabajó muchísimo como abogada antes de meterse en la política a la que dice "detestar". Hubiera querido que su marido fuera el preferido entre las mujeres norteamericanas a la hora de elegir a su candidato favorito. Pero fue Hillary la que se llevó el 60 % de las preferencias, contra un 40% para Obama.
La negritud
Tiene un compromiso mucho mayor que su marido con el colectivo de afroamericanos y con la clase trabajadora, porque también sus orígenes y sus luchas han sido más arduas. ‘Los negros educados en Princeton y la comunidad negra’ fue el título de su tesis en la que volcó parte de sus experiencias en Princeton. Allí reconoce "han hecho que note más que nunca mi ‘negritud’ y he descubierto que no importa lo liberales o lo abiertos de mente hacía mí que sean algunos de mis profesores y compañeros blancos porque en ocasiones me siento como un visitante…. Para muchos blancos en Princeton parece que siempre seré primero negra y segundo una estudiante y estas experiencias me han demostrado que mi intento de asimilarme a la cultura ya la estructura social blanca sólo me permitirán permanecer en la periferia sin convertirme nunca en una participante completa".
Madre "todoterreno"
Esta ejecutiva que es madre de dos niñas pequeñas, es para algunos una "todoterreno" que pisa muy bien la tierra y es la encargada de bajarle los humos a su marido.
Representa a las madres que lo hacen todo: tiene dos hijas, las lleva a las clases de jazz o de natación, trabaja, hace las compras, se ocupa de sus padres, va al gimnasio y sale con sus amigas. Y es capaz de levantarse a las cuatro y media de la mañana todos los días para llegar a tiempo con todo.
Además, en su entorno se ha ganado el apodo de "the closer" porque es la que suele poner el punto final a ciertas discusiones políticas.
¿Paralelismos? Ella será ella misma
Como es habitual se intenta buscar un paralelismo con alguna de las primeras damas que han pasado por la Casa Blanca, aunque es probable que no se parezca ni a Jackie Kennedy, ni a Nancy Reagan ni a Hillary Clinton.
Si tendrá un perfil político, con una activa presencia pública o si elegirá un perfil reservado, no está claro todavía. En una entrevista a Reuters, declaraba uno de sus objetivos: seguir siendo "una madre en jefe" y no poner en peligro el equilibrio entre familia y trabajo. También se habría expresado reacia a tener un rol concreto en la administración Obama y apostar porque sus hijas "tengan una infancia normal, con deberes, tareas, danza y fútbol". Si fuera por estos dichos, los medios insisten en acercarla al perfil de Laura Bush, si por la ropa fuerzan un parentesco con Jackie Kennedy, si por el perfil profesional, con Hillary.
Finalmente, sólo ella misma, dará las pautas sobre el camino que quiere andar. Difícilmente, por todas las circunstancias que rodean su propia historia y la del arribo de Obama al poder, "los patrones" anteriores, funcionen en este caso.
Para Michelle LaVaughn Robinson Obama, a sus 44 años, su familia cuenta mucho, y si Obama está donde está es porque ella lo impulsó y lo sostuvo, consciente de la ardua tarea que tenía entre manos, aunque -hasta último momento- se preocupara seriamente por dos cuestiones: la seguridad de su marido y la amenaza del cambio de vida ante s
u potencial elección como presidente. Ahora, ya en el poder, seguirá siendo un soporte fundamental para Obama, y para las mujeres con seguridad, un espejo en el que mirarse.