María Julia Alsogaray, Miss Corrupción

María Julia. Espejo de la corrupción en la Argentina”, de Editorial Marea, es la nueva investigación del periodista Daniel Santoro. Este libro reconstruye la historia de María Julia Alsogaray, la única política importante que estuvo presa por su actuación como ex funcionaria de Carlos Menem. Aquí un adelanto publicado en Artemisa.

En el banquillo de los acusados. ‘Son unas bestias‘. Con esta frase María Julia Alsogaray, altanera y elegantemente vestida con un deslumbrante traje negro, como si fuera a una fiesta, se queja del enjambre de periodistas, fotógrafos y camarógrafos que estaban afuera de los tribunales de Retiro en Buenos Aires cubriendo su peripecia judicial. Se encuentra, por primera vez desde que Carlos Menem había dejado el poder en 1999, en el banquillo de los acusados, luego de que le fallara su estrategia de compararse con Dreyfus.

María Julia, a los 57 años seguía siendo ante los ojos de la opinión pública argentina el emblema de la menemización de la mujer de clase alta y un símbolo de la corrupción, como había dicho Chacho Álvarez.  Aquella fría tarde del 8 de agosto de 2000, la ex diputada comienza a sufrir el principio del ocaso del enorme poder que había acumulado como privatizadora de la empresa de teléfonos del Estado ENTel, de la siderúrgica Somisa y luego como secretaria de Medio Ambiente de Menem. No obstante, en el despacho del entonces juez federal Juan José Galeano, María Julia, a los 57 años, se esfuerza por mostrar una coraza frente a la adversidad. De todos modos, seguía siendo ante los ojos de la opinión pública argentina el emblema de la menemización de la mujer de clase alta y un símbolo de la corrupción, como había dicho Chacho Álvarez

Después de escuchar inmutable la acusación de los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia por el delito de enriquecimiento ilícito en la función pública durante los diez años del gobierno de Menem, María Julia contesta con soberbia: ‘Es público y notorio que pertenezco a una familia que integra los más altos niveles de la sociedad. Mi nivel actual de vida no presenta mayores diferencias de cuando tenía 18 o 25 años… Además cuando me casé entré a formar parte políticamente de una familia de análogo nivel socioeconómico. No puedo aceptar que vivir en determinado barrio, realizar cierto tipo de viajes o vestir de determinada manera, salvo claro está los cambios dictados por la moda, presenten cambios en mi vida… Me parece curioso que en la facultad y en la primera etapa de mi vida política debí soportar permanentes ataques de mis adversarios y de la prensa justamente por el hecho de pertenecer a una familia adinerada y mantener un nivel de vida superior al del común de las personas. En incontables oportunidades fui agredida con conceptos como ‘oligarca, pituca, nunca viste un pobre en tu vida’. Similares ataques sufrió mi padre después de una trayectoria empresarial muy amplia que incluyó la organización de una de las primeras empresas de aviación del país, de nombre Zonda, la instalación de plantas industriales y la participación en distintos proyectos industriales y financieros’.

Con estas y otras respuestas, María Julia enfrenta preguntas durante siete horas el primer día y una cantidad similar al siguiente. En la primera jornada explica que su sueldo en la Secretaría de Recursos Naturales era de 3.500 dólares más viáticos y gastos protocolares. También revela que recibía mensualmente ‘entre 8 y 10 mil dólares de fondos reservados‘ por los que no tiene comprobantes.

Vuelve a afirmar que había cobrado 500 mil dólares de un supuesto contrato de asesoramiento con Martinenghi. ‘Martinenghi no tenía razón para dudar de la eficacia de mi trabajo puesto que acababa de concretar en forma exitosa lo que fue probablemente, junto con YPF, el proceso de privatización más exitoso y publicitado internacionalmente‘, agrega con orgullo. Demostrando una memoria de elefante, hasta recuerda que Martinenghi, en la década de los 60, había intentado convencer a su madre para que vendiera un costoso óleo del pintor ruso Wassily Kandinsky (1866-1944) e invirtiera el dinero en un proyecto tecnológico. Pero admite que ‘no, no guardé‘ ninguna documentación sobre el trabajo de asesoramiento para reciclar el astillero o construir viviendas, entre otras ideas. El mismo Martinenghi confirma, después, esa vieja relación con los Alsogaray.

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