Un presidente, otro presidente y otro más… al llegar a mi hoy triste patria y en sus primeras palabras de pésame para la presidenta Cristina Fernandez no dejaron de agradecer y recordar que en la República Argentina viven mas de 500 mil bolivianos y muchos centenares de miles de uruguayos y paraguayos. Y agrego yo que también miles y miles de peruanos y chilenos.
Esas palabras de los máximos representantes de América haciendo mención a nuestra solidaridad con ciudadanos de otros países hermanos, me llenó de orgullo.
Tomamos nota de que mientras como pueblo sufrimos la pérdida de un buen hombre, un justo, un defensor de nuestra gente y de nuestra riqueza, los mercados festejaron.
En Argentina, donde la sanidad y la educación son gratuitas para todos, al alcance también de nuestros hermanos latinoamericanos, esos gestos solidarios nos hacen más grandes como Nación. Esto, que lo sepan los que no nos conocen: nunca un argentino te deja de a pie, siempre estamos para la "gauchada"= colaboración.
Mi país es pródigo y ha salido en pocos años de una crisis de dimensiones poco mensurables. Sin embargo no maltratamos ni culpamos a nadie que no fuéramos nosotros mismos al habernos engañado creyendo en viejos discursos con nuevos formatos.
Con los millones de nacidos en otras patrias hemos sufrido codo a codo y estamos saliendo de ese pozo profundo en el que nos sumió el neoliberalismo, el mal de esta época, la peste que mata sin bacilos.
Tomamos nota de que mientras como pueblo sufrimos la pérdida de un buen hombre, un justo, un defensor de nuestra gente y de nuestra riqueza, los mercados festejaron.
Los mercados, ese eufemismo que esconde a los intereses más espurios y degradantes, ese dios del dinero y el interés, una entidad sacralizada por los conglomerados de los medios de comunicación.
Desdichado de aquél que no sepa entender dónde está la vida real.
A modo de despedida, una frase entre tantas que se han dicho en estos tristes días que no es mía sino del escritor argentino Juan Sasturain: "La verdad, digan lo que digan, Kirchner ha sido un regalo. Generoso, cursi, incómodo, como un velero hecho de caracoles de mar puesto sobre la repisa de la patria. Uno piensa que es para tirar y resulta imprescindible, verdadero, necesario. Lo vamos a extrañar".
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