La longevidad es un riesgo financiero para los inversores

Normal 0 21 false false false ES X-NONE X-NONE MicrosoftInternetExplorer4

El Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que el aumento de la longevidad es un riesgo financiero. Según su punto de vista, no nos podemos permitir el lujo de vivir tantos años. Sugiere  “la posibilidad de recurrir a los mercados de capital para transferir el riesgo de longevidad de los planes de pensiones a quienes tienen más capacidad para gestionarlo”.

La ética del dinero
La afirmación del FMI  presenta un problema ético y otro económico. En cuanto a la ética el mensaje es preciso: lo que da sentido a la vida de las personas es el dinero que esa vida puede proporcionar en cada momento. El FMI  dice claramente que quien no produzca dinero no tiene cabida. Se empieza por los mayores, pero a medida que el planteamiento sea aceptado por parte de la sociedad, se propondrán más cosas que cualquiera, sin necesidad de mucha imaginación, puede suponer.

Se empieza por los mayores, pero a medida que el planteamiento sea aceptado por parte de la sociedad, se propondrán más cosas que cualquiera, sin necesidad de mucha imaginación, puede suponer. Si tenemos en cuenta el impacto económico, se ve que en el caso concreto de este colectivo, el argumento es falso e interesado. A esa edad, como a todas,  se consumen recursos. En este caso los recursos se han pagado previamente vía impuestos, vía planes de pensiones públicos y/o privados. Ese dinero generó riqueza cuando se invirtió y la genera cuando se desinvierte pagando servicios.

Señales de aviso
Esta afirmación reciente del FMI está en línea con una idea que surgió en  Wall Street hace dos años. La propuesta es la titulización de  seguros de vida como se hizo en su momento con las hipotecas (sí, las que provocaron la debacle mundial). En este caso la clave para ganar, o perder si no se calcula bien, es utilizar como variable el tiempo de vida esperado en función de la edad y la salud del titular de un seguro. 

Si quien ha contratado y pagado un seguro privado muere antes de lo previsto, quien haya apostado porque el titular de ese seguro moriría pronto ganará mucho dinero. Irá ganando menos en la medida en la que  el titular vaya viviendo más tiempo del que el inversor había calculado y puede llegar a perder, si la persona asegurada vive más de lo que había supuesto. No está de más observar que este tipo de inversiones no son productivas. Son en realidad juegos de azar, donde el dinero pasa de unas manos a otras sin generar inversión para la creación de bienes y servicios.

Hay que prestar atención
En una noticia publicada  hace solo dos meses, se informa de que en Alemania  someten a sedación de forma indiscriminada a unos doscientos cincuenta mil  ancianos y enfermos mentales para poder conseguir ahorros en costes de personal.

Más recientemente, el protagonista es el ministro alemán de Salud, que quiere recortar determinadas cirugías para las personas mayores, como por ejemplo la implantación de  prótesis de rodilla y de cadera. 

Quienes  promueven estas ideas creen que aceptamos lo que nos imponen. Es la seguridad que da el poder. Terminan creyendo que son inmunes a la desesperación que generan con  decisiones que solo benefician a sus pares. Viven en una burbuja de dominio y  creen que el miedo  paraliza a la gente,  por eso ya no cuidan sus palabras. Muchas personas, aún sabiendo el atropello al que les someten, no quieren traspasar  ese límite de conciencia que da lugar a la desesperanza que todo lo arrasa.

La historia nos dice que siempre hay indicios, que nunca los acontecimientos perturbadores llegan de improviso, pero hay que saber mirar y rebelarse a tiempo. Nos afecta a todos porque, con suerte, todos seremos mayores.

  *Teresa Pascual Ogueta, es Ingeniera de Telecomunicación y también escritora. Consultora y conferencista, autora de libros técnicos y de divulgación, hace análisis crítico de la realidad desde diversos puntos de vista.

Otros artículos de esta columnista…

 

¿Ya has visitado Columnistas en nuestra ZONA OPINIÓN?    

 

Artículo anterior¿Tiempos difíciles? Más igualdad
Artículo siguienteLa crisis exige empresas saludables