Las hay de muchos tipos, como en todo, pero valga esta descripción para acercarnos a las demás. Tienen treintaytantos, un buen trabajo, un montón de amigos, se manejan perfectamente en inglés y son telemáticas hasta en la ducha. Les gusta el cine, la moda y salir de compras. Entre otras cosas. Además, siempre están cuando las llaman y el móvil es imprescindible en sus vidas.
Fuman o no, y acuden al gym de turno para estar en forma. Cuando pillan un buen bocado de comida, lo disfrutan largamente. No saben lo que es cocinar. Ni les interesa.
Trasnochan todo lo que el cuerpo les deja y les mosquea bastante que cada vez les deje menos. No entienden de los estragos de la edad porque para ellas la edad no existe. Gozan cuando se acuestan en sábanas limpias, entre otras cosas porque las cambian una vez al mes. Viven solas. La nevera suelen tenerla vacía y lo doméstico les aburre soberanamente. El coche es su otro bien esencial. Pequeño y manejable preferentemente. Del cual, la cuestión clave es poderlo aparcar en cualquier sitio, que tenga un aspecto divertido y además, que el equipo de música suene fenomenal.
El coche es su otro bien esencial. Pequeño y manejable preferentemente. Del cual, la cuestión clave es poderlo aparcar en cualquier sitio, que tenga un aspecto divertido y además, que el equipo de música suene fenomenal. No les importa viajar solas. Les gusta. Y son bastante impulsivas, dicen lo que piensan y hacen lo que les parece. Les encanta descubrir y sorprenderse. Tienen buenos reflejos, y reaccionan con rapidez. Son muy inteligentes y prácticamente todas tienen formación universitaria.
No las llaman los cantos de sirena de la maternidad y no entienden que otras mujeres se embarquen con gusto a tanta entrega y dedicación. Cuando terminan su jornada de trabajo siempre tienen planes, o les surgen. Organizan sus vidas de fin de semana en fin de semana. Y viven sin parar un momento.
Valoran el bienestar de su familia de origen y contribuyen a él en la medida que pueden, pero no mantienen lazos de dependencia.
¿Qué lugar ocupan los hombres en su vida?
A priori todos amigos. Si además el tipo está bien, ¡ya tiene alguna posibilidad de atraer su atención! Si también es inteligente y tiene sentido del humor quizá merezca la pena profundizar un poco más. Llegados a este punto se activan todos los resortes del me gustas, ¿te gusto? , y con un poco de suerte, un encuentro frugal acaba dando lugar a una relación de pareja en la que el primer escollo importante será la convivencia.
Lo de calificar la convivencia como escollo dentro de la relación tiene su aquel. Y es que, mientras cada uno esté en su casa, pueden jugar a ser novios eternos y a regalarse fines de semana sorpresa y veladas de lo más “tierno”. Hasta ahí todo perfecto. Pero, cuando pasamos a compartir casa/cama/gastos de continuo el asunto ya cambia.
Ella no está dispuesta a renunciar a ninguno de los parámetros que constituyen lo más cotidiano de su existencia y no comprenderá que haya razón alguna que le obligue. ¿Renunciar a un trozo de su armario? ¡Por favor! ¡Que renuncie él! Y así sucesivamente. Omito las posibles manías de él. No vienen al caso.
Si el amor llega a tu vida, en el formato que sea, implicará siempre alguna renuncia personal. La cuestión central pasará por valorar si el alma del elegido merece la pena o no y si la historia te hace realmente feliz. La gran pregunta
Esta mujer que lo tiene todo y es dueña de sí misma, suele tener éxito con los hombres. Con sus ex, tiende a llevarse fenomenal. Pero, cuando la asalta un momento de bajón, se pregunta, porqué ella no tiene pareja. Pasando a sentirse (sólo un rato) la mujer más triste de la tierra. Superado el momento, resucita y sigue adelante. Sin más preámbulos.
El alma del elegido
Si el amor llega a tu vida, en el formato que sea, implicará siempre alguna renuncia personal. Modificación de hábitos, reorganización del espacio y cambios económicos, entre otros. La cuestión central pasará por valorar si el alma del elegido merece la pena o no y si la historia te hace realmente feliz. Para el resto, no hay fórmulas. Inteligencia emocional, una buena y fluida comunicación y mucha, mucha dedicación a la par que paciencia. ¡No queda otra!
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