El corazón del vino generoso

Cuando se habla de maridaje se piensa en vinos, pero en la Ruta del Vino Montilla-Moriles se traduce también como un cruce de historia, gastronomía, naturaleza y cultura. Los caminos que recorren el corazón de Andalucía, son tan generosos como la uva de Pedro Ximénez, seña de identidad y patrimonio que se exhiben con emoción y orgullo.
Por Mercedes Wullich, directora de Mujeresycia.com

La tierra cordobesa es pródiga en colores y en texturas en las que se multiplican los municipios donde habita el vino. Viñedos y olivares que han dado argumento a la Ruta del Vino Montilla-Moriles: espacios centenarios como el Lagar Blanco donde Miguel Cruz Marqués ofrece una apasionante historia sobre lo que una uva puede dar de sí, mientras especialistas y neófitos aceptan el desafío de empujar el brebaje ofrecido "al cielo de la boca" y conocer el paraíso.

Los caminos que recorren el corazón de Andalucía, son tan generosos como la uva de Pedro Ximénez, seña de identidad y patrimonio que se exhiben con emoción y orgullo. Un Pedro Ximénez más o menos almibarado, un Fino pálido y primaveral, un Amontillado, rey de los generosos, un Oloroso, caoba, noble y solemne o un Joven fresco y atrevido. Son las cinco clases principales de vinos de la DO –Denominación de Origen Montilla-Moriles– con sus colores y sus aromas más cerca de la fruta o de la madera, con recuerdos cítricos o especiados, que disfrutará el paladar ilustrado y sorprenderá al inexperto en una cata primera.

El escenario acompaña el rito del vino que ha pasado de ser mosto a yacer en tinajas o toneles esperando fermentar para aspirar a tener nombre y apellido. Como el que le da el Grupo Pérez Barquero y que presenta Adela Córdoba Ruz, la joven embajadora de la casa que propone estar con los sentidos alerta: desde el silencio de catedral a los colores que se pasean por las copas en movimientos circulares, de los aromas que se escapan a la ligereza o densidad que se advierten al probarlo.

Pero hay mucho más
También será una excelente oportunidad para conocer la cocina de los pueblos de la Ruta que incorpora los productos de una tierra por la que han pasado las culturas árabe, judía y cristiana y dejado su impronta en berenjenas infladas con miel de caña, flamenquines, naranjas con bacalao, salmorejo… Y en tren de ser fieles hasta el fin, la reducción de Pedro Ximénez le hace un favor a la cocina de autor a la hora de aderezar platos y postres, acompañar patés y quesos, o darle personalidad a helados o carnes a la brasa.

La reducción de Pedro Ximénez le hace un favor a la cocina de autor a la hora de aderezar platos y postres, acompañar patés y quesos, o darle personalidad a helados o carnes a la brasa. Y como no es sólo vino y gastronomía, Montilla-Moriles puede que sea la gran excusa para recorrer la Ruta del Califato o del Renacimiento y perderse en esas otras culturas que dejaron su sello en tierra cordobesa.

Por hoy, terminamos en La Rambla, uno de los principales centros de cerámica española que nos permite tener una aproximación a su gran tradición artesanal. O asomarnos a viejos oficios propios del mundo del vino como la tonelería necesaria en las bodegas, y la hojalatería, un trabajo casi desaparecido que sin embargo allí subsiste, pues todavía se precisan jarras, venencias y canoas para escanciar y transvasar los caldos de la uva con vocación de vinos, licores o vinagres de raza destinados a prolongar el nombre y el recuerdo de una ruta de ida y vuelta.

Más info: www.rutadelvinomontillamoriles.com

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