Yo defino la “cultura de la salud” como el arte y la ciencia de recordar que la salud no es un fin, sino un medio para ser feliz. A través de mi experiencia profesional encontré un hilo conductor entrelazado con mis conocimientos y la visión intelectual creada.
Así surgió hace más de 20 años, esta “desiderata para cultivar la salud” y sus claves están en las siguientes acciones:
Festejar la vida es aceptarnos como seres vivos, con sus diferencias físicas, psíquicas y sociales. La posibilidad de nacer diferentes, y el potencial biológico de vivir desde la niñez hasta la vejez con toda una biografía de salud, enfermedad o minusvalía.
Afortunadamente la lucha feminista desde el siglo XIX y los avances científicos y técnicos han facilitado la construcción teórica, legal y social de la perspectiva de género para que ese placer sea real y menos utópico en muchas áreas del mundo.
Oir música con sonidos agradables, con tono y frecuencia que no alteren nuestros nervios, implica no pasar de los 60 decibelios. La música es un alimento espiritual bastante escaso en nuestras calles y plazas de pueblos o ciudades españolas.
Estamos pobres en este cultivo intelectual en las escuelas, institutos, universidades, centros laborales… algunas excepciones en actividades musicales en algunos ayuntamientos o comunidades.
Oír y escuchar música es sentirla en el espíritu y en el cuerpo para deleitarnos y hacernos gozar individual o colectivamente para soñar, reír, llorar, bailar. Sentirnos vivos, generosos, agradecidos con sus creadores por darnos el alimento que fortalece y sana el alma.
Leer libros para informarse cómo tener mejor salud a través de una alimentación equilibrada, cómo hacer ejercicio físico en casa, la calle o los gimnasios, cómo prevenir las enfermedades. También prevenir accidentes al tener y leer libros sobre el hogar, el cuidado de los niños y niñas, embarazos o personas mayores.
Hay que leer también para la salud mental y no sólo la física o corporal; esto significa que tenemos que cultivar las lecturas que nos informen de sexualidad y erotismo, de relaciones humanas para gozar del amor plenamente, tanto si es o no para procrear hijos e hijas, como para recrear amistades.
La higiene es básica e imprescindible para evitar cualquier tipo de enfermedad infectocontagiosa, que a principios del pasado siglo era la primera causa de muerte en todos los países del mundo. Los avances de canalización de aguas para el uso humano, así como la eliminación de los excrementos y aguas residuales junto al control de basuras y desechos urbanos han salvado más vidas que la suma de todos los medicamentos.
La higiene debe entenderse con el acto de lavarse y peinarse, pero también con la vestimenta de ropa y calzado, del ocio y del descanso, así como con el acto de la alimentación humana. También de los alimentos adquiridos, como de su preparación y conservación para el consumo.
Andar es necesario máxime en la era del automóvil, la televisión, el videojuego y el Internet que han cambiado todos nuestros comportamientos personales, familiares y sociales. Hay que recordar cada día cuántos paseos y cuánto tiempo le damos movimiento a nuestro cuerpo para que no se atrofie y no adquiera sobrepeso.
Reír imprescindible y revolucionario, pues cambia nuestro carácter a través del humor, estimula nuestra respiración profunda, oxigena nuestras células y hasta podemos segregar lágrimas de alegría, entre otros fluidos, para colmo de la contradicción fisiológica con la espiritual y regocijo con nosotras y nosotros mismos.
Escuchar a los demás sin mirar el reloj, los papeles de la mesa, la televisión, o el firmamento, se hace cada vez más difícil. Vamos hacer como ejemplo el de una persona adulta y sus 24 horas al día: duerme unas siete horas; trabaja unas ocho: desayunar, comer y cenar emplea unas tres horas; la higiene diaria una hora, y las horas de ocio las dedica a ver la televisión, le puede quedar una hora y media al día para vestirse o desnudarse, entrar o salir de casa para ir al trabajo, a la compra etc., ya no le queda tiempo.
Hay que aprender a gestionarse las horas al día para diferenciar lo cotidiano de lo importante y separarlo de lo urgente. Nada importante puede ser urgente.
Ser sinceros/as consigo misma es fantástico. Las personas vamos creciendo o menguando con la edad. Nos enrocamos tanto que olvidamos nuestra persona y terminamos representando al personaje. Por eso debemos cultivar la sinceridad que no es lenguaraz, sino expresión de los sentimientos de debilidad y fortaleza para hacernos. Mejores a pesar de
nmuestras circunstancias.
Ser sensibles con los demás, ante las cosas, objetos u sucesos, demuestran la calidad y no la cantidad de lo que podríamos definir como inteligencia humana. La persona que se emociona espiritualmente con el arte, o la persona que crea el arte, dicen tener una respuesta neurovegetativa y la expresan de forma gráfica como “ponerse la carne de gallina”, o “me muero de placer al contemplar tal o cual cosa”, o “escribir, pintar, componer o cantar es para mi la vida”, etc.
Amar es fundamental para poder ser amadas y amados, correspondidos con los sentimientos del cuerpo y del espíritu, por ello la salud sexual como el arte de amar es una piedra angular para cultivar nuestra salud, pues nacemos como seres sexuales desde la cuna hasta la tumba.
También las palabras de mi Desiderata para Cultivar la Salud forman un acróstico de amor físico y real.
Cada etapa de la vida humana: infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez tienen sus particularidades de amor y de amar.
Hasta más allá de la vida física, los seres humanos podemos amar, siempre y cuando hayamos sido muy ricos en los sentimientos y en el arte de amar, con las personas y los objetos de cosas.
El amor es una energía vital que necesitamos todos para vivir, pero no se puede fabricar en pastillas aunque se puede pagar el consumo de una parte pequeña del amor que todos conocemos como el sexo.
La solidaridad es ley que no caridad ni filantropía, por ello tenemos que aceptar, fomentar y luchar porque exista siempre esa bolsa común para el 0.5 del IRPF o el 0.7 para cooperación y desarrollo con otros pueblos, pues en verdad la salud no tiene precio pero sí un coste económico.
Los recursos humanos y materiales deben favorecer la igualdad y accesibilidad a la asistencia sanitaria y social, la educación básica como derecho universal y gratuito, para disminuir las injusticias que por género, lugar o grupo social pudieran sufrir en detrimento de la salud.
La solidaridad es una palabra actualizada de la fraternidad revolucionaria del siglo XVIII francés, por lo tanto siempre tiene una base legislativa para la conquista de los Derechos Humanos. Hay que luchar también por esta palabra, pues solidaridad es sinónimo de leyes equitativas y distributivas, au
nque existan además añadidos de amor fraternal o caritativo, para ayudar lo mejor que podamos y sepamos hacer.
Unirse a los otros para defender que las personas no sean ignorantes, que aprendan bien cómo ayudar a los demás a través del conocimiento de los temas que defienden, de las leyes que existen, de los recursos que se tienen para los objetivos comunes.
La unión hace la fuerza es un adagio a mantener siempre, porque somos animales políticos y nos necesitamos siempre o podemos necesitarnos en momentos determinados de la vida.
Las uniones en grupos, asociaciones, fundaciones y mil formas de expresar nuestras inquietudes humanas, siempre serán de gran interés para la convivencia en paz, el desarrollo cultural, económico y social. Hay miles de asociaciones de todo tipo y todas bienvenidas si están encuadradas, de alguna forma, en la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU.
Defender la libertad individual y colectiva, porque no somos ángeles puros y al igual que existe una gran mayoría de personas que quieren vivir, trabajar y amar en paz, también existen individuos y grupos no muy mayoritarios, pero sí potentes económicamente o muy beligerantes, que viven a costa del dolor, el sufrimiento y la muerte medioambiental, animal y humana.
La libertad de expresión política, social y cultural es una conquista que iguala a las personas, sean varones o mujeres, ante los derechos y deberes de ciudadanía y que les imprime carácter voluntario a través del ejercicio del voto.
La libertad es una conquista diaria de cada persona, que la puede ejercer por tener información, educación y cultura, como antítesis de la masificación ideológica y de la alienación humana.
La libertad no es un don divino, sino un derecho humano que se ha conquistado, y como todo lo adquirido puede perderse si so se ejercita y se defiende, a veces a contracorriente y otras veces de forma personal o en grupo, pero siempre con la bandera de la tolerancia y la paz.
DESIDERATA
Para cultivar la salud
1. Festejar la vida
2. Oír música
3. Leer libros
4. La higiene es básica
5. Andar es básico
6. Reír imprescindible
7. Escuchar a los demás
8. Ser sinceros/as
9. Ser sensibles
10. Amar, es fundamental
11. La solidaridad es ley
12. Unirse a los otros
13. Defender la libertad
© Dra. María Sainz
*Presidenta de FUNDADEPS