Brainrise: a la caza del talento

La innovación como síntesis de todo lo que importa, sería el slogan de la convocatoria de Procesoi para lanzar Brainrise en la Fundación BBVA. Se trata de una iniciativa que apuesta porque la organización la hacen las personas y que una idea vale mucho si se convierte en un hecho.

 

Para obtener innovación -dice Ferrari- hace falta formar a la gente en comportamientos innovadores

Mariana Ferrari llevó la batuta y los seguidores de la idea -unos 60- se prestaron a ser dirigidos por esta maestra de ceremonias cuya empresa cree firmemente en la inteligencia colectiva.

Los 557 años de Leonardo da Vinci son un emblema y el espacio que va desde el nacimiento de Einstein al de Leonardo, el tiempo en el que se presentaron proyectos innovadores. Todo empezó entonces un 14 de marzo y concluyó el 15 de abril con este encuentro en que se puso en el escenario objetivo y consignas.

Para obtener innovación -dice Ferrari- hace falta formar a la gente en comportamientos innovadores y aplaude las ideas poco sustentadas racionalmente porque son aquellas que luego están por delante de las demás. Innovar entonces, no es tener ideas sino llevarlas a buen puerto. De esto se trata la inteligencia colectiva, y de palabras como talento, colaborasión, entusiasmo y energía.

Resumiendo, Brainrise es un receptor de talento e inteligencia, una comunidad que tiene la suficiente frescura para criticar, potenciar, poner en marcha ideas locas e innovadoras. Iluminar aquello que no se ve y dispararlo para que alcance todo su potencial.

Experimentar, partipar, conocer a tus semejantes

Cientos de ideas y un alto porcentaje per cápita de ellas por invitado y por minuto, dieron la pauta de todo lo que se puede hacer con una idea y hasta qué punto es viable, acudir a la inteligencia colectiva.

Como parte del proceso, está el experimentar formas de lograr sinergias y enriquecer ideas. Primero, los organizadores dividieron a los asistentes según los adjetivos que los describían y sus aficiones, lo que resultó en colores: azul los más analíticos, vede los más innovadores, amarillo los más emocionales y celeste los planificadores. Esto sirvió para que se "arrinconaran" por colores y en unos pocos minutos pensaran ideas sobre cómo les gustaría que fuera Madrid en el 2019. Las ideas alojadas en pequeñas casitas dibujadas en papel, pasaron de mano luego para que otro pensara lo necesario para llevarlas a cabo.

Todo terminó como los buenos encuentros, con un coctel y charla entre amigos apostando porque el talento, encuentro un buen vivero para el desarrollo.

Más información: Brainrise

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