Debatía hace unos días con algunos colegas sobre la paradoja de que los mayores avances sociales y laborales se consiguieron cuando la RSE ni siquiera se había "inventado". Y justamente cuando surge y se consagra como la nueva religión que todos – empresarios, políticos y sindicatos – dicen profesar, es precisamente cuando más se está retrocediendo en los derechos conseguidos; curiosamente con el beneplácito de ésos que llenan su boca con la RSE.
Ante lo cual, uno se pone a reflexionar sobre el por qué de la Responsabilidad Social Empresaria y el momento de su aparición. Eran tiempos de expansión, de crecimiento, de beneficios empresariales al alza y de defensa a ultranza de las leyes del mercado y la autorregulación. La crisis aún no había estallado pero ya se estaba gestando.
Los orígenes de la RSE
Uno se acuerda también de que la RSE en sus inicios aparecía mezclada con la filantropía y el marketing social; políticas empresariales de apoyo a causas sociales, donaciones y patrocinios dirigidos a colectivos necesitados o desfavorecidos.
Alguien malpensado podría concluir que la aparición de la RSE no fue sino una estrategia para el lavado de cara de algunas empresas y sus ejecutivos, cuyos prácticas para conseguir un rápido enriquecimiento comenzaban a rallar en lo obsceno. Posteriormente la RSE se diferencia de la acción social y evoluciona, hacia una gestión responsable y comprometida con un conjunto de grupos de interés (stakeholders), entre los que se incluyen accionistas, clientes y empleados. Incorpora además los principios de buen gobierno corporativo, sostenibilidad y respeto al medio ambiente. Intachable como concepto y filosofía de gestión empresarial, ¿no es así?
Sin embargo, alguien malpensado podría concluir que la aparición de la RSE no fue sino una estrategia para el lavado de cara de algunas empresas y sus ejecutivos, cuyos prácticas para conseguir un rápido enriquecimiento comenzaban a rallar en lo obsceno. Un maquillaje de cara a la galería y un mecanismo para tranquilizar conciencias. Prácticas que nos arrastraron a la situación de crisis en la que estamos y que la supuesta adopción por doquier de la RSE no pudo evitar.
Crisis y RSE
Dicen entonces los gurús de la RSE que ésta saldrá fortalecida de la crisis, que la depresión ha venido precisamente por no cumplir con los principios de la RSE y que es ahora cuando éstos deben implantarse para remontar. Con lo cual es fácil estar de acuerdo, pero supone aceptar que la RSE no ha sido hasta el momento, más que un mero cosmético, una estrategia de marketing más. Sin perder de vista que quienes esto dicen viven de la RSE y por tanto, son los primeros interesados en su desarrollo.
¿Qué está pasando ahora, en plena crisis? ¿Ha cambiado la situación? ¿Es la RSE un modelo de gestión empresarial adoptado e implantado en la mayoría de las empresas o sigue siendo una filosofía para la galería que solo se hace patente a través de un conjunto de acciones aisladas? Me temo que sigue estando más cerca de lo segundo.
No hace mucho escuché decir a un responsable de RSE de una importante empresa, que había que abandonar el "buenismo"; que la Responsabilidad Social debía centrarse en la sostenibilidad, medio ambiente y buen gobierno. ¿Significa esto que algunos "stakeholders" pierden interés en este nuevo marco de aplicación de la RSE? Hay que concluir que así es, con solo volver la vista al detrimento de las condiciones laborales, la precariedad e inseguridad profesional, el alza del acoso y la explotación y la desconsideración creciente hacia el cliente.
Y aquí hay que plantear la pregunta del millón. ¿Va a servir la RSE para revertir la situación de pérdida de derechos y conquistas sociales y laborales en la que estamos inmersos? La respuesta es que, tal como se está planteando, parece que no. Un escenario de RSE basado en la autorregulación y pilotado por los mismos cuyo objetivo último es maximizar el beneficio, difícilmente pasará de seguir siendo una bonita fachada que puede ocultar un edificio siniestro.
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