¿Es válido denigrar a otra mujer para llegar al poder?

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Pilar López Diez, especialista en Comunicación y Género, redactó un artículo las razones que llevaron a Francisca Pol a renunciar a su candidatura en la lista al Senado del PP para las elecciones del 20-N. Público y El País se rehusaron a publicar sus argumentos: señala que hay mujeres que no se sienten parte del grupo de las mujeres pero sí del partido en el que militan y, por tanto, no establecen límites a su actuación política, llegando hasta denigrar a otra mujer por conseguir el beneplácito de sus correligionarios.

El titular no es el frívolo comienzo de ninguna recientemente estrenada canción pop; todo lo contrario, es algo muy serio. Francisca Pol, que concurría a las próximas elecciones generales al Senado por el PP, se vio obligada a dimitir el 10 de noviembre por haber subido a su muro de facebook un fotomontaje machista de la ministra de Defensa, Carme Chacón, en el que se la muestra en una reunión con altos mandos militares enseñando un pecho. La exconcejala de Palma de Mallorca, añadió la frase: ‘Lo que tiene que hacer una ministra del PSOE para ganar votos’.

En sus declaraciones a los medios, en lo que parece un intento de reflexión política, se justificó diciendo: ‘Ha sido una metedura de pata…’; ‘fue una solemne tontería…’; ‘el problema ha sido colgarla en plena campaña electoral, lo que ha amplificado su difusión’  y añadía que no sabía porqué había hecho ese comentario tan inadecuado. Dejemos la forma, es decir, las triviales excusas, y vayamos al fondo. ¿Cuáles son las causas, que ella dice no encontrar, para cometer un error político tan grave a doce días de las elecciones?

Francisca Pol representa a las mujeres que ignoran que, además de pertenecer a un partido, como es su caso, forman parte del grupo de las mujeres y que esta pertenencia es un hecho inalienable, es decir, no pueden evitarlo con su sola voluntad. Con excusas machistas, se quiere escapar de su responsabilidad política al insultar a otra mujer. Dice que ella no es ‘así’ porque trabaja con muchas mujeres. A pesar de lo que diga, ella sí es ‘así’, como tantos hombres, porque tampoco ella respeta a las mujeres; todo lo contrario, con esta indigna actuación las denigra al ofender la fama de otra mujer, pero no solo a la mujer que ella cree ofender, sino a todas; incluso a ella misma.

Este comportamiento sexista está muy enraizado: Soy una mujer pero no tengo nada que ver con el resto de mujeres, y dado que ha sido normal hasta ahora ridiculizarlas, denigrarlas, minimizar sus éxitos, valorarlas principalmente como objeto sexual, yo también puedo hacerlo. Yo soy una individualidad y por eso puedo intentar perjudicar  a una de ellas que, además, es una ministra y, además de Defensa, sin que en nada me afecte a mí. Muchas mujeres no quieren sentirse parte del grupo de las mujeres, generalmente devaluado y casi nunca ennoblecido.

 Pero no hay salidas individuales para las mujeres: si faltas a una mujer, te estás faltando a ti misma.Pero no hay salidas individuales para las mujeres: si faltas a una mujer, te estás faltando a ti misma. El logro de la igualdad se alcanzará si la gran mayoría de las mujeres desarrollamos un sentido de identidad de grupo, de género, y nos defendemos entre nosotras; y no solo esto, sino que criticamos y expulsamos estas prácticas patriarcales que son todavía muy aplaudidas. Se logrará la igualdad si al menos una mayoría significativa nos sentimos parte del grupo de las mujeres y nos respetamos y defendemos; se conseguirá que la sociedad nos respete si todas y cada una de nosotras se respeta a sí misma y a todas las demás.

Para este tipo de mujeres la pertenencia a un partido es más importante que la pertenencia al grupo. Esta es la razón que ella no encuentra, cuando dice: ‘No sé porqué colgué ese comentario tan inapropiado…’. Colgó el fotomontaje de la mujer del pecho desnudo por una razón política, para conseguir votos que creía le iba a regalar el machismo rampante. También fue una razón política la que la empujó a dimitir de la lista del Senado, para no perjudicar a su partido (‘No tengo ningún inconveniente en presentar mi dimisión’ dijo). Al dimitir quiere subsanar el daño causado al partido, pero de ninguna forma enmienda el daño causado a las mujeres, que también es político, al fortalecer la idea y prácticas machistas que utilizan el cuerpo de las mujeres como reclamo político.

Así pues, la pertenencia a un partido es preeminente porque la diferencia de ‘la otra’, que pertenece ‘al otro partido’; por eso no mide las consecuencias de su acto; se desboca  y cuelga el fotomontaje para hacer méritos entre los suyos, !aún sabiendo que es un montaje y conociéndolo desde meses atrás! Esta exconcejala del PP de Palma no es consciente de que, justamente, lo que está supuestamente denunciando –hacer cualquier cosa por conseguir el poder- es precisamente su gran pecado: ella denigra a otra mujer para conseguir votos para su partido, para ella misma; para conseguir el poder.

Entonces ¿es grave que una mujer denigre a otra mujer pública o privadamente? Esperemos que Francisca Pol, ‘Fanny’ para los amigos, haya aprendido la lección: sí, es muy grave porque hoy, cuando gracias a la lucha feminista y de las mujeres, la sociedad quiere establecer una cultura de respeto a las mujeres es un grave error político ofender su fama. De manera que, además, esta exconcejala de Palma manifiesta no conocer la sociedad en la que vive, y además, la trascendencia del momento, con los medios de comunicación e Internet bullendo en época electoral a la caza de cualquier comportamiento ya indeseable socialmente, como es aprovecharse de un montaje sexista que circula por la red para hacer méritos a costa de una adversaria política.

Por otra parte, la forma de expresar su arrepentimiento, por el daño causado al partido, es muy significativa, al estilo de aquel ‘señor, perdóname, yo solo soy una pobre pecadora’, cuando dice, ‘(…) en realidad, no soy nadie dentro del partido y no le quiero perjudicar’. Creo que una mujer debe ir de candidata en cualquier lista electoral porque está capacitada y preparada, y porque tiene el mérito suficiente para ello; si no es así, estamos hablando de cuotas encubiertas que nada tienen que ver con la meritocracia.

Por último, el hecho de declarar que trabaja con el Institut de la Dona, ‘organismo al que ya he enviado una carta disculpándome por esta metedura de pata’ no la exculpa de su actuación; solo corrobora el cuidado que los institutos de la mujer y organismos similares deben derrochar para buscar a las candidatas más cualificadas, competentes y comprometidas, en la práctica, con la lucha por la igualdad.

*Pilar López Díez es doctora en Ciencias de la información y especialista en Comunicación y Género. (www.pilarlopezdiez.eu)

 

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