Según un análisis realizado en Tel Aviv por el profesor Oren Hassonm llorar es una conducta muy evolucionada y que las lágrimas despertadas por las emociones pueden demostrar con más fuerza que las palabras, sentimientos negativos o positivos. La línea de investigación de Hasson el profesor Hasson del Departamento de Zoología dice que con esto intenta responder cuáles son las razones evolutivas de la capacidad de derramar lágrimas emocionales.comunicación
El profesor Oren Hasson del Departamento de Zoología de la Universidad de Tel Aviv investiga los distintos tipos de lágrimas que derramamos, las de tristeza y las de felicidad, en todos los distintos matices de esas dos gamas de emociones, así como la autenticidad o sinceridad de las lágrimas emocionales.
El llorar refuerza y amplia las adhesiones personales y las relaciones de amistad.Abordando la cuestión con las herramientas deductivas de un biólogo evolutivo, Hasson ha investigado el uso de las lágrimas en diversas circunstancias emocionales y sociales.
En el marco evolutivo vinculado a la supervivencia, las lágrimas son usadas para despertar la misericordia de un enemigo de la misma especie. También son útiles en despertar la empatía de gente neutral (quienes, sin ser enemigos, tampoco son personas allegadas), y lo más importante, intentar recabar su ayuda.
Las lágrimas emocionales pueden señalar el sentirse derrotado, una necesidad de estrechar lazos con otros en épocas trágicas…
Dice Hasson que esto es estrictamente humano y que las lágrimas emocionales pueden señalar el sentirse derrotado, una necesidad de estrechar lazos con otros en épocas trágicas, y una validación de las emociones entre familiares, amigos y miembros de un grupo.
El llorar refuerza y amplia las adhesiones personales y las relaciones de amistad, pero, por supuesto, no es un recurso que pueda usarse todo el tiempo o de manera indiscriminada. Entre otras razones, porque existen tabúes al respecto. En algunas culturas, sociedades o circunstancias, la expresión de las emociones es percibida como un signo de debilidad, y por eso quienes tienen ganas de llorar pero consideran que eso les perjudicará, se ven forzados a reprimir sus impulsos. Por ejemplo, tal como señala Hasson, es raramente aceptable que alguien, sobre todo si es un hombre, se eche a llorar ante su jefe en el trabajo.
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