Año nuevo, viejos própositos

Cada año desempolvamos los própositos que doce meses antes nos marcamos para el año que comenzaba. Es mucho si podemos decir que cumplimos alguno… Y es que, está bien que intentemos marcarnos pautas con las que tomar cierto control sobre nuestra vida, pero si queremos que sea algo más que una mera declaración de intenciones debemos dedicarle tiempo y esfuerzo. Fernando Nájera plantea que debemos pensar previamente cuál es nuestro objetivo vital, qué nos gustaría ser en la vida, qué querríamos que la gente recordase de nosotros, como nos encontraríamos en paz con nosotros mismos o cuál pensamos que es nuestra razón de ser. 


Finalizadas las fiestas, muchos de nosotros nos habremos fijado algunos objetivos que en no pocas ocasiones serán los mismos que nos habíamos planteado el año anterior con evidente poco éxito. ¿Quién no se ha planteado alguna vez cuando se acerca al equinoccio de invierno, perder peso,  hacer un viaje, aprender inglés, retomar los estudios, entablar una relación o incluso dar un portazo y cambiar drásticamente de vida?

Sólo cuando nos conozcamos y sepamos lo que nos apasiona seremos capaces de enfilar nuestra vida hacía donde verdaderamente deseemos y de este modo canalizar toda nuestra energía hacia la consecución de nuestra verdadera metaEn torno a ciertas fechas del año que suelen coincidir con los periodos tradicionales de vacaciones en los que cuando éramos jóvenes gozábamos de más libertad y convivíamos con seres que ya no nos acompañan tendemos a reflexionar sobre lo que hicimos, no hicimos o pudimos haber hecho, por otra parte  son días en los que nos salimos de la rutina y los horarios y somos un poco más nosotros mismos. Este caldo de cultivo propicia que nos preguntemos si hemos enfocado correctamente nuestra vida, si lo estamos haciendo bien e incluso que en ocasiones nos planteemos hacer algunos cambios a partir de este momento. ¿Quién no ha pronunciado  la frase “de este año no pasa que … “?

Está muy bien que intentemos marcarnos pautas con las que tomar cierto control sobre nuestra vida y no está mal que lo hagamos aprovechando hitos sobresalientes del calendario porque de este modo al menos podremos efectuar cierto seguimiento sobre su cumplimiento,  pero si nos detenemos un instante a pensar sobre la mayoría de las metas que nos proponemos en estas y otras fechas relevantes, aquellas no son otra cosa que parches que en el mejor de los casos nos ayudan a sobrellevar una existencia con la que no estamos plenamente satisfechos pero de la cual no podemos, no sabemos o no nos atrevemos a prescindir.

Antes de plantearnos ninguna meta, sobre todo si queremos que sea algo más que una mera declaración de intenciones y si tenemos el propósito de dedicarle tiempo y esfuerzo a su consecución deberíamos plantearnos como cuestión previa,  saber cuál es nuestro objetivo vital, qué nos gustaría haber sido en la vida, qué querríamos que la gente recordase de nosotros, como nos encontraríamos en paz con nosotros mismos o cuál pensamos que es nuestra razón de ser.

Dicho así puede parecer fácil pero es bastante más difícil que plantearse objetivos parciales, ahora bien si conseguimos aproximarnos levemente a la respuesta a quienes somos y qué queremos, habrá merecido la pena no sólo habernos fijado ese único objetivo anual, sino que hacerlo todas las veces que sea preciso porque sólo cuando nos conozcamos y sepamos lo que nos apasiona seremos capaces de definir una estrategia general y de enfilar nuestra vida hacía donde verdaderamente deseemos y de este modo  canalizar toda nuestra energía hacia la consecución de nuestra verdadera meta aunque sea previo cumplimiento progresivo y paulatino de unos objetivos parciales como los planteados al principio de esta reflexión.

Fernando Nájera es el Director del Master Profesional en Ingenieria y Gestion Medioambiental (Madrid).

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