1 de cada 3 directivos en la Unión Europea es mujer

Un estudio de Eurostat pone de relieve la falta de mujeres en cargos directivas. Añadía, además, que las directivas europeas ganan una media de 77 céntimos por cada euro que percibe por hora un colega masculino. Frente a los datos de Eurostat de 2017, este año ha arrancado con buenas noticias, pues Islandia prohibía por ley pagar más a los hombres que a las mujeres, evitando así la conocida diferencia salarial de género. “Noticias como esta muestran que la igualdad de género en el mundo del trabajo es un tema sensible, y que romper el llamado ‘techo de cristal’, que acaba de cumplir 40 años, es un objetivo para muchos gobiernos europeos», manifiesta Enza Artino, directora de Servicio Internacional de Wyser. También reconoce que «los progresos continúan siendo demasiado lentos».

Gestionando la carrera de una mujer directiva incluso en períodos de discontinuidad, como en la vuelta de una baja por maternidad o un cambio de tarea. 

En este sentido, según McKinsey, en Europa Occidental las mujeres dedican el doble de tiempo que los hombres a las tareas domésticas, lo cual revela el principal obstáculo que encuentran para trabajar en igualdad: las dificultades de conciliar. A esta barrera se le suman otras como los factores culturales y de organización que dificultan, incluso hoy en día, identificar la brecha de género, reconocer su relevancia y, consecuentemente, resolverla: un 41% de las mujeres consideran más difícil conseguir una promoción o un aumento.

Asimismo, hoy en día, de acuerdo con la OCDE, uno de cada ocho empleados trabaja 50 horas o más por semana. «Algunas políticas de promoción de la conciliación de familia y trabajo adoptadas en Europa van en la dirección correcta, y conseguirán los efectos deseados», apunta Artino. En este sentido, la estrategia de Wyser para promover el avance en la carrera de las mujeres en las empresas incluiría:

Cultura de empresa.

Priorizando la diversidad de género en la agenda estratégica del CEO y promoviendo un cambio en la cultura.

Equilibrio trabajo-vida.

Adoptando políticas apropiadas para la familia con el objetivo de conciliar.

Monitorización de conducta.

Definiendo comportamientos morales y midiendo los reales por medio de la adopción de indicadores específicos.

Horario flexible y trabajo inteligente.

Considerando la flexibilidad como un valor, y promoviendo acuerdos laborales caracterizados por la ausencia de límites en tiempo y espacio, y por una organización por objetivos.

Enfoque tecnológico.

Empleando tecnología inteligentemente y proponiendo cursos de formación –también virtuales– sobre ello.

Prejuicios.

Dirigiendo la selección de nuevas figuras directivas evitando caer en los prejuicios más comunes, y adaptando el proceso de selección para involucrar también talento femenino para áreas específicas, tales como nivel de ingeniería.

Reclutamiento.

Evaluando sistemáticamente también perfiles femeninos para posiciones directivas, promoviendo listados de candidatos que respeten la diversidad de género.

Maternidad.

Gestionando la carrera de una mujer directiva incluso en períodos de discontinuidad, como en la vuelta de una baja por maternidad o un cambio de tarea.

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