Mercedes Mateo Díaz: «Sería provechoso para el mundo que todos migráramos alguna vez»

Mercedes Mateo Díaz se define como un «producto europeo». Creció en España y estudió en países tan diversos como Bélgica, Suecia, Italia, Reino Unido, Francia, Alemania y Países Bajos. Aprovechó cada beca que estuvo a su alcance, con la certeza de que estudiar le daría el poder de hacer cualquier cosa que se propusiera.

Con un doctorado en Ciencias Políticas, empezó a investigar sobre igualdad y pronto se obsesionó también con la educación. Vinculando estas dos nociones, afirma: «Aunque nadie puede elegir su lugar de nacimiento, las sociedades tienen la responsabilidad de garantizar que todos tengan las mismas oportunidades para tener éxito, proporcionando acceso a una educación de calidad para todos».

En la actualidad es jefa de la División de Educación de Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con sede en Washington, Estados Unidos. «Trabajar para una organización de desarrollo fue una experiencia increíble que encendió mi verdadera pasión», afirma en esta entrevista de Mujeres y Cía para la sección Forasteras.

Mercedes Mateo Díaz: «Emigrar me ha permitido crear nuevas conexiones y amistades»

Mercedes Mateo-Berganza: "El mundo es inmenso y pequeño a la vez"

Cultura y adaptación

¿Cómo surgió la opción de partir? ¿Qué fue lo que te impulsó a hacerlo? ¿Es tu primera vez?

Vengo de una ciudad pequeña en España, Aranda de Duero. Desde niña, tuve una profunda motivación para estudiar. Realmente creía que con la educación tendría el poder de hacer cualquier cosa. En ese viaje, la Unión Europea (UE) fue mi pasaporte al futuro, ya que me brindó innumerables oportunidades.

Me beneficié de una serie de becas y programas de estudio, como Erasmus, Formación y Movilidad de Investigadores, Beca Jean Monnet, Beca Postdoctoral Marie Curie, entre otras. A menudo me refiero a mí misma como un «producto europeo»: tuve el privilegio de recibir educación en Bélgica, Suecia, Italia, Reino Unido, Francia, Alemania, los Países Bajos, así como en mi país natal, España. Además, a través de la UE, pude realizar parte de mi formación en los Estados Unidos.

Inicialmente comencé mi carrera en el ámbito académico con un amor genuino por la investigación. En ese momento, pensaba que permanecería en ese campo. La educación se convirtió en mi obsesión a través de mi trabajo sobre la igualdad. Aunque nadie puede elegir su lugar de nacimiento, las sociedades tienen la responsabilidad de garantizar que todos tengan las mismas oportunidades para tener éxito, proporcionando acceso a una educación de calidad para todos. Es inaceptable hoy en día que, cuando un niño desfavorecido piensa en su futuro, vea repetirse la historia de su madre, con pocas oportunidades de ascender en la escala social. Esto debe cambiar.

Mi vida dio un giro inesperado hace casi 20 años, cuando me uní al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Trabajar para una organización de desarrollo fue una experiencia increíble que encendió mi verdadera pasión. Ha sido transformador. Todos los días tengo la oportunidad de aprender algo nuevo, lo cual es increíblemente enriquecedor. Pero lo que hace que este trabajo sea realmente especial es la capacidad de combinar el trabajo más analítico con la acción, lo cual no suele ser tan común. Es un equilibrio que me mantiene motivada y conectada con los desafíos del mundo real que nos esforzamos por mejorar.

«En BID, todos los días tengo la oportunidad de aprender algo nuevo»

¿Cómo fue tu llegada y tu primera impresión? ¿Qué te atrajo y qué te chocó?

Mi llegada a Bélgica con 20 años fue interesante. Los primeros días recuerdo una sensación de desorientación, de no saber dónde están tus referentes. Pero rápidamente encontré gente increíble que me ayudó, amigos que sigo manteniendo después de tantos años y con los que nos hemos ido encontrando a lo largo de nuestros recorridos profesionales. Es increíble cómo el mundo es inmenso y pequeño a la vez. Lo que más me atrajo de esa primera vez fue la sensación de libertad, de que podías ser quien quisieras e inventarte y crecer, era un mundo lleno de oportunidades, siempre y cuando estuvieras dispuesto a dar lo mejor de ti.

¿Cuáles han sido los mayores desafíos en tu adaptación profesional y personal?

Voy a empezar por lo más fácil. Siempre me sentí muy cómoda en entornos meritocráticos. Cuando sales al extranjero y nadie te conoce, solamente puedes contar contigo misma, tienes que mostrar lo que sabes y puedes hacer. El idioma y las diferencias culturales pueden ser una barrera, pero aprendes a observar, a escuchar, y eso es maravilloso porque te ves evolucionar y crecer de una manera increíble. Lo más duro para mí no ha sido lo profesional. Lo que mas cuesta es lo personal: construir ese «support system», como dicen en inglés, esa red de apoyo que está contigo en las buenas y en las malas.

¿Qué diferencias notables has encontrado entre tu país de origen y el país donde resides ahora?

En términos de oportunidades laborales, creo que Estados Unidos es muy superior porque tiene un mercado de trabajo más dinámico y que ofrece más oportunidades de crecimiento profesional, especialmente en sectores como la tecnología, la investigación o las finanzas. Estados Unidos tiene una cultura fuerte de apoyo a la innovación y al emprendimiento, con abundantes recursos financieros e institucionales para startups y nuevas ideas.

Pero yo te diría que la calidad de vida en su conjunto es probablemente superior en España porque hacemos mucho con poco, las relaciones sociales y la familia son muy importantes y dan sentido a la vida y hay una separación más clara entre trabajo y vida personal. En Estados Unidos las distancias son enormes, la gente se mueve mucho y tiende a ser más individualista. Creo que esto es aún más marcado en Washington por el carácter mismo de la ciudad, centro neurálgico de la política.

¿Qué conexión tienes con España actualmente?

Amo España. Tengo mi familia y amigos allí. Por mi trabajo también tengo relaciones con profesionales españoles del sector público y privado.

¿Te relacionas con españolas expatriadas en el lugar donde vives?

Si, absolutamente. Tengo un grupo de amigas españolas muy fuerte, todas mujeres profesionales. Reímos y lloramos juntas. Hacemos planes de fin de semana, nos ayudamos, apoyamos, hacemos “terapia”, nos damos consejos personales y profesionales. Es mi familia en Estados Unidos.

«Tenemos un grupo de amigas españolas muy fuerte, todas mujeres profesionales. Reímos y lloramos juntas»

Aprendizaje y desarrollo

¿Qué valores, aprendizajes o habilidades te ha agregado vivir fuera?

Vivir fuera cambia algo en tu sistema operativo. Estoy convencida de que sería extremadamente provechoso para el mundo que todos en algún momento migráramos a otro país. Esa vivencia te cambia la perspectiva y la mentalidad. Te hace más adaptable porque aprendes a vivir bajo otras reglas y a cuestionar algunas de las que traías. Te ayuda a desarrollar empatía, a ponerte en los zapatos del otro.

Te vuelves más tolerante contigo mismo y con los demás lo cual es extremadamente sano. Tienes que ser resiliente, porque en algún momento del camino te acabas encontrando sola. Multiplicas los esfuerzos para conocer gente nueva y a entender y respetar sus diferencias culturales. Y, finalmente, te das cuenta de lo importante que es y el poder que tiene la comunicación, y no me refiero solo al idioma.

¿Cómo la experiencia te ha cambiado personalmente?

Es muy difícil imaginar cómo habría sido mi vida si me hubiera quedado en España. Salir de mi país natal implicó recalibrar muchos aspectos de mi vida: mis perspectivas y mis expectativas. Esta experiencia me ha enseñado a adaptarme y a valorar la diversidad cultural, lo que ha enriquecido mi forma de ver el mundo. Por supuesto, hay cosas que dejé atrás, como la cercanía con mi familia y amigos, pero también he ganado mucho: nuevas amistades, experiencias profesionales únicas y un crecimiento personal significativo.

Hay cosas que damos por hecho como si fueran naturales, verdades universales o derechos adquiridos. La realidad no es así; vivir en diferentes contextos me ha mostrado que muchas de estas cosas son privilegios y no garantías universales. Este viaje de autodescubrimiento y adaptación me ha convertido en una persona más resiliente, abierta y consciente de la importancia de las oportunidades globales.

Impacto social y familiar

¿Cómo ha afectado tu decisión de emigrar a tus relaciones personales?

Sin duda, cuando te mudas a otro lugar lo primero que sufre un impacto son las relaciones personales. Ahora, como en todo, tiene sus cosas positivas y sus cosas, digamos, menos buenas. En primer lugar, claramente supone un reto mantener la cercanía con mi familia y amigos. Cuando tienes que regresar, simplemente no te quieres ir, y ves a tus hijos que lloran porque no quieren despedirse de sus abuelos y de sus primos. Eso es duro. La distancia física requiere un esfuerzo consciente para mantener el contacto.

Pero en positivo, cuando viajo a España dedico más tiempo y valoro más cada momento que paso con mi familia porque sé que no les puedo ver todo lo que quisiera. A veces la cotidianidad hace que nos olvidemos de lo importantes que son esas personas y esos momentos que estamos juntos.

Por otro lado, emigrar me ha permitido crear nuevas conexiones y amistades en el extranjero, enriqueciendo mi red social y profesional. Las relaciones personales creo que son más ricas, más profundas, trascienden el tiempo y la distancia porque te das cuenta de que cuando no tienes red familiar tienes que tener amigos.

¿Cuáles son los aspectos sociales que más añoras de España?

Suena cliché, pero de verdad que me encanta la vida en la calle, la naturalidad con la que uno monta y desmonta planes para salir, la espontaneidad de la gente. Siempre siento que el día en España dura más, tengo tiempo para todo. Los españoles tenemos una capacidad casi mágica para alargar el día y hacer de todo en 24 horas.

¿Qué recuerdos/objetos te llevarías contigo si regresaras?

Los objetos que más me gustan son cuadros, pinturas, esculturas, libros de los lugares en los que he vivido, porque reflejan esa intersección entre tu yo interior y el país que te acoge, su arte, su cultura. Pero en el fondo lo más rico son las vivencias, los momentos, los amigos… y lo bueno es que para eso no necesitas ni maleta ni mudanza porque te lo llevas puesto.

Consejos

Mercedes Mateo-Berganza: "El mundo es inmenso y pequeño a la vez"
¿Algo que hubieras querido saber antes de embarcarte en esta experiencia?

Que es importante viajar ligero de equipaje… ¡en todos los sentidos!

¿Qué le dirías a alguien que está a punto de irse de su país por cuestiones laborales?

Que no tenga miedo y que aproveche lo mejor de los dos mundos: que aprenda de la gente, disfrute y se enriquezca con nuevas experiencias y conocimientos, y al mismo tiempo que mantenga la conexión con sus orígenes. Todos tenemos un rol que jugar en este mundo global y los que vivimos fuera tenemos una obligación moral de contribuir a generar puentes entre gente y culturas.

Perspectivas futuras

¿Cómo marcha tu plan a futuro? ¿Tienes pensado regresar?

Si, seguro. Voy todos los veranos y las navidades, y me encantaría pasar más tiempo allí.

Pide un deseo…

Hmmm, ¿uno sólo? ¡Imposible!

Hoja de ruta para no perderse en Estados Unidos

  • Una visita al jardín botánico U.S. National Arboretum
  • Una escapada imperdible a la Casa de la Cascada en Pensilvania, diseñada por el arquitecto Frank Lloyd Wright
  • Una cafetería especial es Politics and Prose, la cafetería está dentro de la librería
  • Un restaurant con especialidades del país Old Ebbitt Grill para una experiencia culinaria clásica americana e Imperfecto si quieres algo moderno que fusiona las culturas mediterránea y latinoamericana con platos creativos.
  • No te vayas sin visitar la granja Butler’s Orchard para recoger manzanas y frutas de temporada y luego vete a Rocklands Farm Winery para comer una pizza hecha al fuego y tomar un vino local.
  • Llévate de recuerdo un cuadro pintado por ti mismo en Muse Paintbar mientras te tomas una copa de vino con amigos

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