Los cuentos, la igualdad y el refranero popular

Los críticos de la igualdad muchas veces son la versión más banal de los opinadores profesionales, que no teniendo formación, rigor o valentía para cuestionar decisiones de Ministerios más “clásicos” se animan con el novato para intentar dar el pego. 

Empiezan a aburrirme las críticas insustanciales y facilonas que muchos dedican al Ministerio de Igualdad. Algunos llegan a la incoherencia de creyéndose defensores de la igualdad, al mismo tiempo cuestionar una y otra vez la existencia de dicho ministerio. ¿Cómo va a olvidar cualquier feminista, cualquier persona que defienda los valores de igualdad y no discriminación, y más concretamente quienes dirigen el Ministerio de Igualdad, el patriarcado y el androcentrismo al que las mujeres hemos estado sometidas?

Los cuentos juegan un importante papel en el proceso de socialización de niños y niñas y tienen el poder de transmitir determinadas imágenes y estereotipos cuando aún no tenemos capacidad de raciocinio.  Hay una “pequeña” diferencia entre los cuentos clásicos y los clásicos de la literatura: los cuentos juegan un importante papel en el proceso de socialización de niños y niñas y tienen el poder de transmitir determinadas imágenes y estereotipos cuando aún no tenemos capacidad de raciocinio. Creo que no es necesario explicar qué son los estereotipos ni su calado y su perpetuidad en nuestro imaginario colectivo. Por el contrario los clásicos de la literatura son accesibles cuando tenemos cierto grado de madurez para su interpretación, y por tanto una mirada más critica.

Hay quien ve fantasmas en filas del Ministerio de Igualdad, entes que mediante argucias – como contar cuentos de otra manera-  intentan borrar nuestro pasado. La película alemana “La ola” (2008), puede ayudar a entender la influencia que nuestro pasado histórico puede ejercer dentro de la comunidad educativa. La enseñanza de la historia no debe ser algo neutral, si lo es, puede tener graves consecuencias.

El refranero popular es un ejemplo todavía vivo del poder de la comunicación humana en la transmisión de imágenes dañinas y hasta me atrevo a decir, perversas, de las mujeres: “A la mujer y a la burra, cada día una zurra”, “La mujer en la casa y  con la pata quebrada”.

Hoy en día, el siglo XXI, la era de las nuevas tecnologías a casi ningún padre o madre se le ocurriría enseñar refranes como esos. Desgraciadamente muchos refranes reflejaban la realidad de ese momento. Ahora no se trata de eliminar el refranero popular. Se trata de utilizarlo como instrumento educativo (como ya se encargan de hacerlo organismos e instituciones que dependen del denostado Ministerio de Igualdad) y también de intentar cuestionar los sedimentos que dejaron en las generaciones que con ellos crecieron.

Que se hable de “cortedad de miras” y “escasez de luces” referidas a una parte importante de nuestro gobierno, manifiesta una falta de respeto y prepotencia que flaco favor le hace a la igualdad, si es lo que honestamente pretenden defender.

Lo políticamente correcto es opinar facilonamente lo mal que lo hace el ministerio de igualdad. Incluso hay quienes se atreven a dar recetas sui generis para erradicar el machismo y alcanzar la igualdad.  Lo que mola hoy, lo políticamente guay y correcto es opinar facilonamente lo mal que lo hace el ministerio de igualdad. Incluso hay quienes se atreven a dar recetas sui generis -¿en base a que formación o estudios? ¿Con qué autoridad?- para erradicar el machismo y alcanzar la igualdad.

Con recetas tan demagogas lo único que provocan es risa, y ¿por qué no? algo de rabia. A nadie le importa la falsa culpabilidad de quienes han leído-escuchado cuentos clásicos, ninguna ministra tiene previsto reeducar generaciones pasadas, eso sería perder el tiempo. La educación que trasciende es la de los colegios, la de los institutos, la de quienes llegarán a la universidad y/o se incorporarán al mundo laboral. La de las generaciones futuras.

Gracias al esfuerzo que se concentra en ellas hace varios años hay concursos de cuentos no sexistas que premian la creatividad, fomentan el espíritu crítico y desarrollan nuevos referentes para niños y niñas. Más acordes con la realidad. Más justos con las mujeres y los hombres. Más creíbles. Más útiles.

A quienes comparten el rechazo por el Ministerio de Igualdad, les pido que se informen sobre las otras muchas cosas a las que se dedica. Como cualquier otro, está compuesto por profesionales especialistas. Los críticos de la igualdad muchas veces son la versión más banal de los opinadores profesionales, que no teniendo formación, rigor o valentía para cuestionar decisiones de Ministerios más “clásicos” se animan con el novato para intentar dar el pego.

La andadura del Ministerio es corta, muchos de los avances y de los logros de la Igualdad son a largo plazo. Pero la cuenta atrás ha comenzado a pesar de que la ignorancia, la fanfarronada y el boicot social al que se ve expuesto se empeñen en lo contrario.

Que cada quién en su casa lea los cuentos que quiera. En la educación pública no. Y el Estado debe velar por ello.

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*Lorena Fernández Doblado Trabajadora Social / Especialista en Género.

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