Uno de los atractivos de la ópera Le Grand Macabre que ahora presenta el Liceu es la escenografía. El cuerpo de una mujer que llamamos "Claudia" se mueve gracias a una rueda tractora accionada por un motor situado dentro del pecho derecho de su cuerpo.
La cabeza también gira dando dos vueltas sobre el cuello y dentro de él hay una cámara que proyecta diferentes imágenes de los ojos que producen unas miradas de expresividad espectacular.
El cuerpo se abre completamente y deja a la vista el interior.
Todos estos movimientos se controlan gracias a sistemas electrónicos de posición, velocidad y aceleración que permiten programarlos coordinados con los movimientos de los cantantes y actores y con las proyecciones del vídeo. La acción combinada de los movimientos motorizados de "Claudia" con la proyección del vídeo que sigue la figura, consigue efectos espectaculares.
Los cantantes y actores se desplazan por encima y por dentro, y entran y salen por algunos orificios de la escultura gigante.
Todo el control de luces y vídeo de "Claudia" se hace vía Wi-fi.
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