Confianza

Una visión optimista de las situaciones de crisis es considerarlas como fuente de oportunidades, porque es en la adversidad donde se aguza el ingenio, se prodiga el esfuerzo y triunfa el talento. El problema es que ni hay oportunidades para todos, ni todos han sido agraciados con las cualidades necesarias para detectarlas y aprovecharlas. De esta suerte, las principales victimas de las crisis suelen ser los colectivos más desfavorecidos de la sociedad.

¿Serán entonces las crisis un mecanismo más de selección natural por el que la Naturaleza abunda en la mejora de la especie? ¿Una herramienta del ecosistema por medio de la cual los más fuertes e inteligentes están destinados a predominar, dejando por el camino a los más débiles?

Detrás de las crisis del mundo moderno no suelen estar ni la maldición divina, ni inevitables catástrofes naturales, sino más bien, la estupidez humana. Así podría interpretarse, aunque detrás de las crisis del mundo moderno no suelen estar ni la maldición divina, ni inevitables catástrofes naturales, sino más bien, la estupidez humana. La mediocridad, la irresponsabilidad y la avaricia son los auténticos catalizadores del desastre y suelen medrar en situaciones de bonanza. Si las dificultades hacen aflorar el espíritu de superación y la excelencia, si sirven para que los que realmente valen encuentren su camino, ¿podrían ser una vía para deshacerse de mediocres y desaprensivos?

No responderé a esta pregunta, cuya contestación podría dar lugar a un interesante debate y en todo caso, espero que invite cuando menos a la reflexión.

Dicho lo anterior, me gustaría centrarme en otra de las victimas de esta crisis, seriamente dañada por ella, cuyo deterioro es tal que revertirlo llevará mucho tiempo y sólo será posible si la excelencia, la honradez y la inteligencia vuelven a ocupar un lugar predominante en la colectividad. Se trata de la Confianza.

Qué lejos aquellos tiempos de nuestros abuelos en que muchos negocios se pactaban verbalmente y se cerraban con un apretón de manos. Así se comerciaba por ejemplo en los mercados de ganado y era impensable la transgresión de la palabra dada; si alguien así lo hiciera se encontraría con las más profunda reprobación social. La Confianza era un valor clave y cualquier relación comercial o social se establecía en base a ella.

Pero la Confianza ha sido traicionada. La crisis ha hecho aflorar comportamientos, (o ¿han sido eso comportamientos los que han producido la crisis?) que la han dañado gravemente.La Confianza era un valor clave y cualquier relación comercial o social se establecía en base a ella Entidades e instituciones en torno a las que se desarrolla nuestra existencia están bajo sospecha. Crece la desconfianza y como consecuencia, la desafección, hacia prácticamente todo: nuestros dirigentes, las instituciones del Estado, los gestores de las empresas, nuestro banco de toda la vida, etc, etc. Quien se atreve a hacer pública denuncia de estos comportamientos es rápidamente vilipendiado, tal vez porque el insulto y la descalificación del contrario, son los únicos argumentos de los mediocres.

La sociedad necesita recuperar la Confianza para poder desarrollarse y evolucionar. Pero esto no ocurrirá si no se presenta a sus miembros un horizonte de esperanza creíble y capaz de generar ilusión. Evidentemente esto no podrán hacerlo quienes son responsables, por acción u omisión, de que la Confianza también esté en crisis.

*Rafael de Sádaba es Ingeniero de Telecomunicación, ex-directivo de Telefónica, experto en tecnologías, negocios y RSE.

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