Una vida de 100 años implica la ruptura de las tres etapas vinculadas a un estado particular: juventud-estudio, madurez-trabajo y vejez-retiro. Esta fractura de las tres etapas implica que abordaremos transiciones de forma sostenida y continua.
“La vida de 100 años” de Lynda Gratton y Andrew Scott, es una invitación a reflexionar sobre tu propia vida y poder dar respuesta a la pregunta: ¿Te has preparado para vivir 100 años?
La respuesta es que alternaremos períodos de estudio, exploración y adquisición de conocimientos y habilidades, con etapas productivas de generación de ingresos y bienestar económico. Y lo combinaremos con otros momentos de sosiego destinados a recuperar fuerzas, re-cargarnos y re-crearnos.
30 años de gracia y la maldición de Ondina
Una vida más larga tiene dos caras: una más esperanzadora con “30 años de gracia” donde gozaremos de buena salud y podremos disfrutar del tiempo extra que la medicina y las condiciones de vida moderna nos aportan. Y otra más negativa, relacionada con la adaptación de la “Maldición de Ondina” por la que estaríamos obligados a trabajar toda la vida para poder sobrevivir a duras penas.
Enfrentarnos al dilema del tiempo,
decidir qué queremos hacer con él,
en qué queremos invertirlo o gastarlo,
será una de las claves.
Tener autoconocimiento nos ayudará a saber en qué destacamos y qué nos gusta. Pero también en qué deberíamos mejorar, o qué nos interesa. Conocer el entorno, nos permitirá detectar oportunidades, anticiparnos, conocer gente, adquirir nuevos cocimientos y habilidades.
Ni en modo pasivo ni en modo pesimista
Entramos en una era en que no podemos tener una actitud pasiva ni pesimista. Porque si esperamos a que las cosas lleguen, a que nos den trabajo o nos ayuden, nos habremos perdido. Antes, debemos haber tendido una mano o haber dado un primer paso hacia nuestras metas. Ya no valen las fórmulas anteriores, no sirve seguir los pasos de otros. Porque ni siquiera vale repetir aquello que nos sirvió en el pasado.
La nueva longevidad requiere originalidad, creatividad e imaginación.
Sobre transiciones y la necesidad de redimensionar las etapas
Si una vida de 100 años implica la ruptura de la vida de tres etapas vinculadas a la juventud, la madurez y la vejez, todo es cambio. Tendremos períodos de estudio, exploración y adquisición de conocimientos y habilidades. Pero deberemos alternarlos con etapas productivas de generación de ingresos y bienestar económico. Y finalmente, los combinaremos con otros momentos de sosiego destinados a recuperar fuerzas, re-cargarnos y re-crearnos.
Cada persona deberá trazar su propio camino, decidir qué cosas son importantes. Si tenemos la suerte de tener pareja y formar una familia, implicará una permanente negociación y coordinación. De esta manera aseguramos que cada miembro de esta “sociedad” pueda realizarse y cumplir con sus propios objetivos vitales.
Es casi imposible imaginarnos trabajar de forma productiva y eficiente durante seis décadas de forma ininterrumpida.
Estas transiciones nos llevan a la necesidad de tener una buena planificación financiera para hacer frente a los períodos no-productivos. Es preciso gestionar el gasto, el ahorro y las inversiones. No es una tarea fácil en este entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo (VICA o VUCA) en el que nos movemos.
Generación de activos
Personalmente me gusta mucho que se llamen activos. Significa que debemos invertir en ellos conscientemente . Si por el contrario los descuidamos, se irán depreciando hasta perder su valor. Lynda Gratton y Andrew Scott dejan claro cuáles son los diferentes tipos de activos necesarios. El objetivo, es alcanzar una vida larga pero sobre todo fructífera.
Activos productivos
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- Conocimiento: ya no vale formarnos sólo una vez durante la juventud. A lo largo de nuestra vida, tendremos que realizar actualizaciones de conocimiento, “reskilling & upskilling”. Por lo tanto, debemos aprender cosas nuevas, una segunda carrera, una especialización, un máster, un curso. O estudiar aquello que siempre nos gustó y postergamos.
- Colegas: conservar relaciones profesionales provenientes de nuestro ámbito de estudio como del trabajo será vital. Necesitamos desarrollar una red de contactos sólida, fiable y ser constantes en el “networking”.
- Reputación: probablemente uno de los activos más difíciles de conseguir y más fácil de perder. Nuestra reputación es la que determinará el valor que los demás nos otorgarán. El autoconocimiento nos ayudará a que nuestra mente, corazón, palabras y acciones estén en sintonía.
Activos vitales
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- Amistades regenerativas: a lo largo de 100 años encontraremos un puñado de personas que nos acompañarán la mayor parte de nuestro camino, son los amigos del alma. Otras amistades surgirán en función a nuestras aficiones y transiciones, aunque más temporales, no por ello, serán menos importantes.
- Salud: muy importante velar por nuestra salud física, mental y emocional. Sin salud, la vida puede volverse tortuosa y difícil. La dependencia y las enfermedades crónicas limitan mucho nuestra calidad y no nos permiten desarrollar nuestro potencial al máximo.
- Vida equilibrada: encontrar tiempo para lo importante. Tener una buena relación de pareja basada en el amor y la confianza. Sentirse a gusto con la familia que nos ha tocado o con la que hemos elegido. Pasar tiempo con amigos. Encontrar momentos de ocio y diversión. Practicar deporte o alguna afición.
Activos transformacionales
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- Autoconocimiento: conocerse a uno mismo nos ayuda a afrontar los cambios y las transiciones. Pero también a desarrollar resiliencia o darnos el tiempo que necesitamos para asimilar los cambios. Si no nos conocemos, no tendremos rumbo y una larga vida estará llena de sorpresas inesperadas a las que tendremos que enfrentarnos con entereza.
- Redes heterogéneas: cuanto más variada sea la gente que conozcamos, más abiertos a nuevas experiencias estemos. A más agrupaciones diversas pertenezcamos, más recursos vamos a encontrar que nos ayuden a pivotar en las transiciones.
Activos tangibles
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- Dinero: sabemos que el dinero no hace a la felicidad, pero es un activo necesario para poder estar mucho tiempo sobre la tierra de una forma satisfactoria. Tendremos que producir, poner a disposición del mercado nuestros conocimientos. Resolver problemas que otros no pueden para poder ganar dinero y administrarlo inteligentemente.
- Vivienda: a mí me gusta más llamarle hogar, ese sitio donde volver al final del día para sentirnos a gusto y poder ser nosotros mismos.
Yo creo que una larga vida es algo maravilloso, ¿y tú?
*La vida de 100 años – Lynda Gratton y Andrew Scott – Editorial Versus – 2016
*El siguiente artículo fue elaborado a partir de una master class impartida por la autora en 40+League, la plataforma de reconversión de mayores de 40 años que lidera Adrián Herzcovich, Executive coach of Leaders.
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