Soledad no deseada: un problema que se agrava y afecta más a las mujeres

Existen en la actualidad múltiples dispositivos tecnológicos que han sido creados con el objetivo de optimizar la comunicación entre las personas. Sin embargo, en medio de esta hiperconectividad, donde las plataformas digitales ejercen un rol protagónico, comienza a percibirse también un debilitamiento de las relaciones sociales y afectivas. En este contexto, la soledad no deseada ha ido en aumento desde hace décadas en las sociedades occidentales.

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En mayo de 2023, Vivek Murthy, director general de Sanidad de los Estados Unidos, presentó un informe en donde afirmaba que la soledad generalizada en ese país plantea riesgos para la salud tan mortales como fumar hasta 15 cigarrillos al día. 

«La soledad es mucho más que un mal sentimiento: afecta tanto a la salud individual como social. Se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, demencia, infartos, depresión, ansiedad y muerte prematura. Las consecuencias nocivas de una sociedad que carece de conexión social se dejan sentir en nuestras escuelas, lugares de trabajo y organizaciones cívicas, donde el rendimiento, productividad y compromiso disminuyen», afirmó en el documento.

En el conjunto de Unión Europea, se estima que unos 30 millones de personas se sienten solas con frecuencia, según los datos del Observatorio Estatal de Soledad No Deseada. En España puntualmente, el 13,4% de la población sufre este tipo de soledad.

Además, las personas en soledad no deseada dicen llevar aproximadamente 6 años en esta situación y el 22,9% se sienten solas durante todo el día.

¿Qué es la soledad no deseada?

Este fenómeno puede describirse como «la experiencia personal negativa en la que un individuo tiene la necesidad de comunicarse con otros y percibe carencias en sus relaciones sociales, bien sea porque tiene menos relación de la que le gustaría o porque las relaciones que tiene no le ofrecen el apoyo emocional que desea”.

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Es importante diferenciar entre la soledad y el aislamiento social. Mientras este último es la falta sustancial de contactos sociales y puede medirse de manera objetiva, la soledad no deseada es un sentimiento subjetivo, de no tener la cantidad y/o calidad deseada de relaciones sociales.

Causas y factores 

Las causas de la soledad vienen determinadas por diversos factores individuales, culturales y sociales. Algunos de estos factores son:

  • Vivir solo/a. Las personas que viven solas tienen mayor riesgo de sentirse solas que las personas que conviven con otras.
  • Eventos vitales, como la pérdida de un ser querido o una separación pueden alterar las relaciones cotidianas de una persona, sometiéndola a una etapa de aislamiento o de soledad, que posteriormente puede superarse o de lo contrario cronificarse.
  • La edad es un factor de riesgo relevante para la soledad. Las personas mayores tienen una incidencia de la soledad no deseada mayor.
  • La discapacidad. La incidencia de la soledad no deseada es superior a la de la población en general.
  • La salud. Las personas con mala salud tienen más probabilidad de sentirse solas o socialmente aisladas.
  • La renta. Las personas con menores niveles de renta tienen una menor seguridad económica, bienestar y peores condiciones de vida, lo que afecta a su capacidad para optimizar y diversificar sus relaciones sociales, influyendo en la soledad.

El estudio «El coste de la soledad no deseada en España», elaborado por Fundación ONCE y Nextdoor, detalla que el 79,1% de las causas están relacionadas con causas externas, donde las más importantes son las referidas a la ‘falta de convivencia o apoyo familiar o social’, que representan el 57,3%, seguidas de las laborales, con un 11,1%, motivos de aislamiento debido al entorno (8,6%) y ejercer de cuidador/a de otras personas (2%).

Y sobre las causas internas o intrínsecas a la persona, que representan el 19,1% del total, señala que la más importante es la dificultad para relacionarse con los demás (12,7%) y la soledad derivada de un mal estado de salud (6,4%). Dentro del último grupo, el referido a la salud, un 1,4% de los encuestados identifica que su soledad está motivada por tener una discapacidad.

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Ligado a este aspecto, el documento pone de manifiesto que casi un 21% de las personas en situación de soledad no deseada declaran tener algún tipo de discapacidad, principalmente de movilidad y de visión.

Mujeres, jóvenes y personas mayores: los más afectados  

La soledad no deseada afecta más a mujeres (14,8%) que a hombres (12,1%) y es mayor en los adolescentes y jóvenes, y en las personas mayores.

Las personas de entre 16 y 26 años son las que más solas se sienten, con un 21,9%. Hasta los 74 años, a medida que cumplen años disminuye su sentimiento de soledad. Sin embargo, en la franja de 65 a 74 años, la percepción de aislamiento involuntario vuelve a subir hasta situarse en el 12.2%.

En España, unas cinco millones de personas viven solas en sus hogares y más del 40% de ellas tienen 65 años o más. El Instituto Nacional de Estadística (INE) estima que en 15 años esta cifra aumentará a los 6,5 millones de personas.

Además, las personas con discapacidad, y otros grupos como las personas cuidadoras, inmigrantes, o las personas retornadas, entre otros, son especialmente susceptibles de padecer soledad no deseada.

Efectos y consecuencias 

Las personas en soledad presentan mayores prevalencias en las enfermedades, en comparación con las que no se encuentran en esta situación. El Colegio Oficial de la Psicología de Madrid afirma que «aparecen efectos negativos en el estado de ánimo, insatisfacción en la relación con el entorno y en la calidad de vida en general, experiencia de ‘no encajar’ y de vacío o falta de sentido de la propia vida».

De esta manera, se trata de un factor de riesgo para la salud mental grave que empeora trastornos como la depresión o la ansiedad, pero también repercute en la salud física, propiciando la aparición de enfermedades cardiovasculares, una mayor tensión arterial y empeoramiento de la función inmune, lo que conlleva un aumento en las probabilidades de morir de forma prematura. La soledad también se ha vinculado con una situación de malnutrición y con una peor calidad del sueño, lo que suponen también un riesgo para la
salud de las personas.

Mujeres soledad enfermedades

La soledad no deseada cuesta 14.000 millones de euros anuales a España

El coste total de la soledad no deseada ronda los 14.000 millones de euros anuales en España, lo que equivale al 1,17% del Producto Interior Bruto (PIB) de 2021.

La cifra se obtiene de la suma de los gastos sanitarios (consultas médicas y consumo de fármacos) y las pérdidas de productividad. Son los costes tangibles, los sanitarios directos e indirectos (6.101.440.763 euros), y los costes por pérdidas de productividad (8.039,6 millones de euros).

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De acuerdo con el estudio, los costes sanitarios directos asociados a la soledad no deseada equivalen cada año al 0,51% del PIB y ascienden a 6.101.440.763 euros, de los que 5.605,6 millones corresponden a servicios de atención primaria, especializada y hospitalización y 495,9, a medicamentos.

A este respecto, los autores del documento señalan que las personas en situación de soledad no deseada utilizan los servicios sanitarios con mayor frecuencia que el resto de la población, sobre todo las consultas a especialistas y las visitas a urgencias. Además, consumen más tranquilizantes, relajantes, antidepresivos, estimulantes y medicinas para el corazón que quienes no se sienten solos.

En cuanto a los costes indirectos (los que hacen referencia a las pérdidas de productividad asociadas a las patologías y muerte prematura), el documento distingue entre pérdidas de producción no ligadas a mortalidad y pérdidas de producción debidas a muertes prematuras. Las primeras engloban las pérdidas de producción derivadas de la reducción del tiempo de trabajo (menos empleo a tiempo completo y más trabajos a tiempo parcial) y, en términos monetarios, ascienden a 7.848,4 millones de euros anuales.

Por su parte, las pérdidas de producción ligadas a muertes prematuras asociadas a la soledad no deseada ascendieron en 2019 a un total de 848 (511 hombres y 337 mujeres), lo que generaría una pérdida de 6.707 años potenciales de vida productiva. Esto se corresponde con un coste estimado en pérdidas de productividad de más de 191,2 millones de euros.

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