De balances, retos, hipopótamos y guepardos o cómo mostrar los dientes por el futuro deseado

¿Qué balance deberíamos hacer cuando todo está dicho y las palabras bailan sin terminar de saber si cuentan la verdad?

Hace un año, celebrábamos también, aspirando a que la pesadilla nos dijera adiós definitivamente. Y que dejara de impactar en nuestra vida cotidiana y de teñir nuestras conversaciones.

Podríamos hacer un balance de los récords que nos deja este año impar en tantos sentidos, pero quiero seguir siendo fiel a mi escepticismo en cuanto a la lectura “neutral” de los números. Prefiero, en lugar de dar cifras que según las fuentes y el abordaje hacen subir y bajar el termómetro, decir que la realidad, o quienes la forjamos día a día con nuestras decisiones, está en falta. Que las mujeres se merecen más sitio, más voz, mejores condiciones para decidir hasta dónde llegar.

Entonces, elijo hacer preguntas retóricas con respecto al año que se va: ¿Cuántas mujeres CEO hay en el Fortune 500? ¿Cuántas de las principales empresas globales y nacionales están aún dirigidas por hombres? ¿Cuántas mujeres ocuparon un sitio en las Juntas Directivas de las empresas españolas? ¿Cuántas de las que salieron, dejaron su lugar a otra mujer? ¿Cuántas startups dirigidas por mujeres recibieron inversión? ¿Cuántas empresas cambiaron su mirada abriendo las puertas a mujeres en puestos de decisión?

Si no mostramos los dientes, las cosas tendrán la agilidad de un hipopótamo, cuando lo que necesitamos es un guepardo.

El miedo no es tonto, apunta el refrán, y por supuesto, todas las respuestas que me aburren por previsibles sean presuntamente peores. La necesidad tiene cara de hereje, es otro dicho, y el juego a lo seguro, el no mover ficha, la congelación o pausa, el inmovilismo… ha afectado más a las mujeres en el mundo empresarial, sólo por nombrar el que nos ocupa habitualmente.

Las opiniones expertas, mientras tanto, continúan hablando de las mismas brechas que profundizan la imposibilidad en el movimiento ascendente, o al menos lateral: siguen faltando mujeres en el ámbito tecnológico que es el de las grandes oportunidades y el que les podría dar un protagonismo mayor. Pero también en las industrias se nota la caída.

Hace unas horas Laura Baena -una de nuestras Top 100 Honorarias- y sus @malasmadres, reclamaban al gobierno que tomara cartas en el asunto con el hashtag #losniñosylasniñasnosecuidansolos destinado a miles de hijas e hijos que no hay dónde colocar en un mercado cuyas condiciones son cada vez más insostenibles. Piden bajas laborales por cuidado de hijo/a contagiado/a o en cuarentena y que para las empresas sea un imperativo legal cumplir con la propuesta del teletrabajo cuando el puesto lo permita.

Yo respondí con ironía, que en la España vacía se promueve el invierno demográfico y se desalienta la natalidad … y que así ya le queda claro a todo el mundo que tener hijos es un rollo y además nos hunde la economía familiar. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes?

Les preguntaría a los líderes empresariales a quién creen que les venderán sus productos y servicios, si la población sigue envejeciendo y no se revierte el déficit de natalidad…

Prefiero, en lugar de dar cifras que, según las fuentes y el abordaje, hacen subir y bajar el termómetro, decir que la realidad, o quienes la forjamos día a día con nuestras decisiones, está en falta.

Lo que es estadístico, es que la pandemia ha aumentado de manera brutal el tiempo que las mujeres dedican a las responsabilidades familiares. Y que, por lo tanto, abandonan la fuerza laboral bajando a niveles que creíamos habían quedado en la historia.

Y a la par, va la vida, con los traumas derivados de lo que llegó e ignorábamos, de la gestión de los nuevos modos y rutinas laborales y de un mundo en cambio donde es preciso encontrar un lugar.

Leo a Sonia Abadi hablando de incertidumbre y de depresión en tiempos como estos. Asiento en el diagnóstico y me quedo rumiando sus conclusiones que agradezco por certeras y a la vez porque nos abren una ventana.

¿Cuántas preguntas nos haremos para encontrar las respuestas correctas, francas, que resuelvan cuestiones ancianas y agotadas de repetirse?

Soy de la teoría de que los cambios profundos van forjando una base que, aunque despacio, consolida el tránsito hacia un estatus diferente. Pero el pragmatismo y la experiencia me hacen ver que cualquier tormenta justifica un retroceso. Y el cielo está tormentoso, aunque mejore de a ratos y nos haga pensar que el sol amanecerá mañana.

Si no mostramos los dientes, las cosas tendrán la agilidad de un hipopótamo, cuando lo que necesitamos es un guepardo.

El sedimento de la conciencia, de los reclamos, de las nuevas culturas empujadas por generaciones más comprometidas, van calando también en las empresas. Pero, como diría mi amiga Belén Romero de Awaplanet, si vamos por el camino de greenwashing, o el pinkwashing… la pelea será más lenta y, ahora, más dura.

Soy de la teoría de que los cambios profundos van forjando una base que, aunque despacio, consolida el tránsito hacia un estatus diferente.

Confío en las mujeres que empujan desde las bases con tenacidad y garra. Pero creo que son fundamentales las que, desde las cúpulas del poder, tienen el peso y las herramientas para que los cambios sucedan. Las que lo hacen desde el convencimiento, o incluso, las que mueven ficha hartas, desde el aburrimiento por tener que seguir peleando con temas que ya creían resueltos. A muchas las conocemos, son Top 100 o candidatas, o están por serlo, alzan su voz o trabajan en silencio y aún no las hemos descubierto, pero sabemos que ensancharán el camino para las que las seguirán y que serán vitales para cambiarlo todo.

¿Cuánto importan la ética y el compromiso? ¿Crece la conciencia de que cuanto antes produzcan el cambio las empresas, antes abordaremos como sociedad aspectos cruciales y vitales, tan ligados y enredados a este gran tema?

Confío en las mujeres que empujan desde las bases con tenacidad y garra. Pero creo que son fundamentales las que, desde las cúpulas del poder, tienen el peso y las herramientas para que los cambios sucedan.

¿Qué estamos dispuest@s a jugarnos? ¿Qué sacrificaremos para lograr lo prioritario? ¿Cuántas preguntas nos haremos para encontrar las respuestas correctas, francas, que resuelvan cuestiones ancianas y agotadas de repetirse?

Desde nuestro lugar y con nuestra armas, seguimos la pelea. Sabiendo que tenemos que cambiar la narrativa para sacudir la “normalidad” que ha dejado de ser “nueva”, y provocar otro “pensamiento” para que las respuestas traigan cierta brisa.

El optimismo y la convicción de que estamos en la acera correcta, nos mueve, nos da alas. Pero está claro que, con más conciencia y voluntades, con más generosidad y entrega, con más determinación y agallas, llegaremos antes, y más lejos.

El mejor 2022, empezará con ilusión y ganas. Será nuestro desafío que transcurra con aplomo y calma, pero persiguiendo muy de cerca metas que incluyan a quienes forman parte de nuestra vida. ¿Has pensando en quiénes son? Yo lo estoy haciendo.

Contamos contigo. Nos gusta la buena compañía.

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