Que nadie se deje engañar. Que nadie crea que tiene realmente la posibilidad de elegir porque, en algunos aspectos, las leyes se están adelantando a las pautas sociales. Esas leyes y sentencias nuevas marcan nuestra vida y la están transformando antes de que la sociedad lo haga. Si las mujeres, sobre todo las que ahora son jóvenes, no se dan cuenta, se verán en graves problemas. Estamos en un tiempo de transición que aún no ha culminado, hay que tener cuidado.
Las leyes cambian lentamente, a veces
Costó mucho que las mujeres pudieran dejar pensión de viudedad a su muerte. Lo que parece obvio: recibes, o dejas para que reciban, en función de lo que se cotiza, no se cumplía. Las pensiones de viudedad, se decía, se crearon para compensar a las mujeres que trabajaban en el ámbito familiar y se quedaban sin ingresos cuando fallecía el marido. Sin embargo, las mujeres que trabajaban fuera de la casa como lo hacían los hombres pagaban las mismas cotizaciones que ellos, pero sin posibilidad de poder proteger a los suyos. Costó conseguirlo, pero se hizo. Por poco tiempo. Ya se está planteando que la pensión de viudedad no tiene sentido. Argumentan que, como las mujeres trabajan mayoritariamente fuera del ámbito de la familia, este tipo de pensión ya no hace falta. Hay que reducir prestaciones. La crisis, maravillosa excusa para tantas cosas.
No se puede decir que la solución para las mujeres está en que existan trabajos temporales, trabajos a tiempo parcial, ayudas por cuidar a los familiares dependientes y toda una panoplia de alternativas que mantienen a las mujeres en una continua dependencia económica del otro.La realidad no engaña
Una reciente sentencia ha condenado a una mujer a contribuir, después del divorcio, en la misma proporción que su pareja al pago de la hipoteca de la casa que compraron. En este contexto legal, la sentencia es del Tribunal Supremo, de nada sirve decir que fue ella quien pidió las excedencias para el cuidado de los hijos. Quien escogió un trabajo de menor sueldo, pero con mejor horario que permitiera compartirlo con las tareas domésticas. Eso ya no cuenta. La hipoteca se considera una deuda dentro de la sociedad de gananciales y al igual que el patrimonio es a partes iguales dentro de esta sociedad (la que forman los matrimonios que no hacen separación de bienes), las deudas también son a medias.
Lógico. Lógico sí, pero entonces no se puede decir que la solución para las mujeres está en que existan trabajos temporales, trabajos a tiempo parcial, ayudas por cuidar a los familiares dependientes y toda una panoplia de alternativas que mantienen a las mujeres en una continua dependencia económica del otro, a quien no se le dan “tantas facilidades” En definitiva, trabajos que no le van a permitir la independencia económica a la que tienen derecho como personas, pero que además, llegado el caso, le van a exigir.
Las mujeres más jóvenes no pueden dejarse engañar ahora que tienen las mismas oportunidades que sus amigos y hermanos para estudiar y formarse. El amor no tiene nada que ver con fregar los platos, preparar la comida o planchar. Compartir la vida y las ilusiones es también compartir el cuidado de los hijos que, nadie lo olvide, son cosa de dos.
No hay opción
No sólo es cuestión de ideología, que también, sino de constatación de una realidad. Las mujeres, al igual que los hombres, necesitan ganarse la vida para sí y los suyos. Hay quien vivirá en pareja y quien vivirá en soledad. Incluso estas situaciones se intercalarán a lo largo de su vida. Sería una locura, teniendo en cuenta las circunstancias sociales, que las mujeres dejasen a un lado su independencia económica para hacerla depender de otra persona.
Todo tiene su lado bueno. Los hombres también se verán liberados de la pesada carga de ser, en exclusiva, los principales sostenedores de la familia.
*Teresa Pascual Ogueta, es Ingeniera de Telecomunicación y escritora. Conferencista, autora de libros y publicaciones, se especializa en el análisis crítico de la realidad.
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