La llegada de la primavera es un momento de renovación, no solo para la naturaleza, sino también para nuestro cuerpo y mente. Con los días más largos, el sol brillando con más fuerza y el florecimiento de las plantas, nos enfrentamos a una etapa de cambios.
Sin embargo, estos cambios en el entorno también implican un reajuste en nuestras rutinas y hábitos. Aprovechar al máximo esta estación no solo depende de disfrutar del buen tiempo, sino de cuidar nuestra salud de manera integral.
Para hablar sobre cómo cuidarnos, consultamos a expertas que nos respondieron preguntas clave sobre nutrición, bienestar y salud: Rosa María Albaladejo Perales, profesora del Máster Universitario en Nutrición y Salud de la Universidad Internacional de Valencia; Elena Plaza Moreno, Co-directora experta del MU en Cuidados de Enfermería de Urgencias y Emergencias de la Universidad Internacional de Valencia; Isabel Martorell, Doctora en Biomedicina y responsable del equipo de Nutrición y Salud en Nootric; y Elvira Berengüí, responsable de nutrición de PronoKal.
8 consejos de salud para la primavera
Refuerza tu sistema inmunológico
Con el cambio de estación, es común que nuestro organismo sea más vulnerable a alergias y resfriados. Asegúrate de consumir alimentos ricos en vitaminas C y D, como cítricos y pescado azul, y mantén una hidratación adecuada.
Según Elvira Berengüí, responsable de nutrición de PronoKal, algunos alimentos clave para fortalecer el sistema inmunológico en primavera incluyen:
- Frutas de temporada: como fresas, cerezas y arándanos, ricas en vitamina C y antioxidantes.
- Grasas saludables: presentes en el aguacate, los frutos secos y el aceite de oliva virgen extra, que reducen la inflamación y mejoran la salud celular.
- Verduras: como espinacas, alcachofas y espárragos, que aportan fibra, hierro y otros nutrientes esenciales.
- Proteínas magras: como pollo, salmón, tofu y legumbres, fundamentales para el mantenimiento muscular y el sistema inmunitario.
Protege tu piel
El aumento de la exposición al sol requiere que adoptemos hábitos de protección solar. Usa protector solar con un factor adecuado, hidrata tu piel diariamente y no olvides gafas de sol y sombreros para mayor protección.
Rosa María Albaladejo Perales, profesora del Máster Universitario en Nutrición y Salud de la Universidad Internacional de Valencia, explica que la hidratación es fundamental durante todo el año, pero en primavera, debido a la exposición más prolongada y continua al sol, es necesario un extra de hidratación.
También recomienda incluir en la dieta pescado azul y frutos secos para obtener omega 3, un nutriente clave para mantener una piel sana. Además, destaca la importancia de consumir vitaminas como la C, E, B3 y B6, y minerales como zinc y cobre. Estos nutrientes se encuentran en frutas, verduras, carnes, pescados, mariscos, semillas y frutos secos.

Adapta tu alimentación
Aprovecha los productos frescos de temporada, como fresas, espárragos y alcachofas. Estos alimentos aportan antioxidantes y nutrientes esenciales para revitalizar el cuerpo después del invierno. La primavera es el momento ideal para renovar la alimentación con comidas más ligeras y frescas, como ensaladas, cremas frías y proteínas magras.
Isabel Martorell, Doctora en Biomedicina y responsable del equipo de Nutrición y Salud en Nootric, destaca la importancia de incorporar productos frescos y llenos de color en nuestra dieta. «Aprovechar las frutas y hortalizas de temporada garantiza su mejor sabor y calidad nutricional, a la par que nos ayuda a mantener una alimentación equilibrada», indica.
Y agrega: «Incluir una variedad de colores en el plato es una estrategia útil para asegurarnos de obtener diferentes vitaminas y antioxidantes: el rojo de las fresas aporta antocianinas, el verde de los espárragos es fuente de fibra y folatos, y el naranja de las zanahorias destaca por su contenido en betacarotenos».

Mantente activo
Los días más largos y el clima agradable son perfectos para realizar ejercicio al aire libre. Caminar, correr o practicar yoga en el parque te ayudarán a mejorar tu estado de ánimo y condición física.
Rosa María Albaladejo Perales recomienda adaptar la rutina de ejercicio a las temperaturas más cálidas de la primavera. Señala que la elección de la hora para hacer ejercicio se vuelve más relevante debido al aumento de la temperatura y la exposición solar. También destaca la importancia de incrementar la ingesta de agua y, en función de la sudoración, valorar la necesidad de añadir minerales al agua para compensar las pérdidas.
Cuida tus alergias
Si eres propenso a las alergias primaverales, consulta a un especialista para determinar el mejor tratamiento. Además, ventila tu casa por la mañana y evita salir en días de alta concentración de polen.
Elena Plaza Moreno, co-directora experta del MU en Cuidados de Enfermería de Urgencias y Emergencias de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), explica: «Con la llegada de la primavera, muchas personas que padecen alergias estacionales experimentan un aumento en la intensidad de sus síntomas debido al incremento en la concentración de alérgenos en el aire, principalmente el polen».

Para reducir los efectos de la alergia primaveral, recomienda evitar la exposición prolongada a zonas con alta concentración de polen, usar gafas de sol y, en casos severos, mascarilla. Además, en casa es conveniente mantener las ventanas cerradas en las horas de mayor concentración de polen y limpiar con un aspirador en lugar de barrer.
Duerme bien
El cambio de horario y la mayor cantidad de luz pueden afectar tu descanso. Mantén una rutina de sueño estable, evita el uso de pantallas antes de dormir y crea un ambiente propicio para el descanso.
Según Elena Plaza Moreno, el cambio de estación puede alterar significativamente la calidad del sueño, ya que influye en la producción de melatonina y en la temperatura ambiental.
«Uno de los principales cambios es la variación en la cantidad de luz solar, que afecta el ritmo circadiano, es decir, nuestro reloj biológico. En verano, los días más largos pueden retrasar la producción de melatonina, la hormona encargada de regular el sueño, dificultando la conciliación del mismo. Por el contrario, en invierno, la reducción de horas de luz puede generar somnolencia diurna, afectando la energía y la concentración durante el día», explica.
Además, los cambios de estación pueden modificar las rutinas diarias, alterando los horarios de descanso y haciendo que sea más difícil mantener una regularidad en el sueño. Lo que puede generar fatiga y una sensación de cansancio persistente, incluso cuando se duerme las horas necesarias.
«En verano, los días más largos pueden retrasar la producción de melatonina, la hormona encargada de regular el sueño, dificultando la conciliación del mismo«
Hidrátate correctamente
El aumento de las temperaturas hace que nuestro cuerpo necesite más líquidos. Bebe suficiente agua a lo largo del día e incorpora infusiones y frutas con alto contenido de agua, como sandía o melón.
«A medida que las temperaturas aumentan, nuestro cuerpo pierde más líquidos a través del sudor, lo que puede provocar fatiga, mareos e incluso golpes de calor si no nos hidratamos adecuadamente», informa Elvira Berengüí.
Por ello, es fundamental mantenerse hidratado. De esta manera se logra regular la temperatura corporal, favorecer la digestión, la absorción de nutrientes y la eliminación de toxinas, además de prevenir calambres y dolores musculares, especialmente si realizamos actividad física al aire libre.
Para complementar la hidratación, además de beber agua, se recomienda consumir alimentos con alto contenido de agua, como verduras y frutas, entre ellas el pepino, la espinaca y la sandía.