Tardamos más de dos años en establecer el teletrabajo en MC MUTUAL. Antes de elaborar el plan de proyecto, visitamos algunas de las – pocas, en aquel entonces – compañías que ya habían apostado por el trabajo flexible, que compartieron con nosotros su experiencia, y las claves de cómo se habían organizado.
Cuando tuvimos diseñado un modelo de teletrabajo propio, hicimos una prueba piloto de un año de duración con 110 empleados y empleadas para testear la viabilidad del proyecto. Y antes de implantarlo definitivamente, realizamos una formación específica para los participantes, en la que hacíamos especial hincapié en la organización del trabajo y del horario.
Creo que a estas alturas todos somos conscientes de que lo que hemos estado haciendo estos meses no ha sido teletrabajo, ha sido supervivencia.
Como decía, el proceso duró dos intensos años; la gran mayoría de empresas que están haciendo teletrabajo a raíz de la crisis sanitaria han tenido que implantarlo en 24 horas.
Creo que a estas alturas todos somos conscientes de que lo que hemos estado haciendo estos meses no ha sido teletrabajo, ha sido supervivencia. Muchos de los aspectos positivos que nos brinda esta opción – la mejora de la concentración, la ausencia de interrupciones, el hecho de favorecer la conciliación familiar, entre otros-, se han visto truncados porque muchos trabajadores y trabajadoras, yo incluida, han tenido que trabajar con niños a su alrededor.
Y la conciliación laboral y familiar no tiene que ver con simultanear las tareas. Quiero decir, que o se trabaja, o se está al cuidado de la familia; porque hacer ambas cosas a la vez es misión imposible.
Otro de los problemas que ha habido es que, en muchos casos, las jornadas se han visto alargadas; muchas personas se han visto desbordadas por la carga de trabajo, teniendo dificultades para desconectar y poner límites a su horario.
Hay otro punto importante, y es que el teletrabajo ha sido full-remote, cuando desde la mutua siempre hemos apostado por un modelo que combine la actividad online y presencial, porque creemos que es importante mantener el contacto con los compañeros.
Pese a ello, creo que lo que hemos sacado en positivo de estos meses es que ha quedado demostrado que el teletrabajo es posible y muchas de las organizaciones que eran reacias han cambiado su punto de vista porque el trabajo ha salido, aunque está claro que no se han dado las condiciones idóneas.
En nuestro caso, dado que contábamos con experiencia previa y todas las herramientas a disposición de nuestros empleados y empleadas para que teletrabajaran de forma masiva, 24 horas antes del anuncio del estado de alarma ya decidimos ofrecer esta modalidad a todos los perfiles que pudieran llevar a cabo sus principales responsabilidades desde casa; en abril llegamos a tener 1.270 personas trabajando en remoto, el 70% de la nuestra plantilla.
En este sentido, la crisis sanitaria nos ha encontrado preparados; el teletrabajo ha sido un instrumento vital para continuar nuestra actividad; por poner un ejemplo, hemos podido gestionar online las más de 118.000 solicitudes de la prestación extraordinaria para autónomos afectados por la crisis. Gracias a esta modalidad– y también a la transformación digital que iniciamos en 2018 – hemos podido dar respuesta a las necesidades de nuestros mutualistas y proteger a su vez a nuestro equipo.
En estos momentos, aproximadamente la mitad de la plantilla sigue trabajando desde casa; a partir del 14 de septiembre, y hasta el fin de la crisis sanitaria, combinaremos el trabajo en remoto con el presencial, aunque el planteamiento de este modelo transitorio está supeditado a la ley que se acabe promulgando para regular el trabajo a distancia. Estamos también trabajando en el modelo que se implantará en la era post-COVID-19.
No hay duda que estamos viviendo una increíble oportunidad de transición hacia un modelo de trabajo flexible, pero debemos implementarlo de forma planificada.