Día de la madre ¿Quién es mamá? para madres de adolescentes

Oye tío, y tu vieja, ¿quién es? – ¿Mi vieja? – Mi vieja es esa “maciza” que se le ve un poco machacada ya pero que, tío, estuvo buena para aburrir. Mi vieja es esa señora que sigue levantándose por la noche pero ahora para ver si he llegado y si todo está en orden y que, hasta ese momento, no pega ojo.

Mi vieja es esa mujer que lucha porque asuma que hay que respetar a mis iguales, ya sean hombres o mujeres, y aprenda de ellos y con ellos. Mi vieja es esa señora que aguanta  mis reproches adolescentes mientras se traga las ganas de llorar y de soltarme un bofetón.

Mi vieja es esa mujer que lucha porque asuma que hay que respetar a mis iguales, ya sean hombres o mujeres, y aprenda de ellos y con ellos.

Mi vieja es esa persona capaz de volver a estudiar filosofía, matemáticas, geología, física o francés si me tiene que apretar las tuercas para que apruebe la evaluación.

Mi vieja es la que me mira a los ojos sin hablar y sabe que me pasa más de lo que soy capaz de decir.

Mi vieja es la mujer que atrae a mis amigos y los cuida como si fueran hijos suyos, los escucha, les da consejos y les prepara unas pizzas estupendas.

Mi vieja es la que me anima a no dejar el deporte, a alejarme de las drogas y del tabaco, a no beber por beber y a sentirme seguro sin necesidad de demostrar lo machote que soy con estas estupideces.

Mi vieja es severa pero tierna, dura pero cariñosa, recta pero sensata y da unos achuchones sonoros que, aunque le digo que no haga eso, en el fondo de mi corazón me encanta que lo haga.

Mi vieja es esa mujer que se mira cada día al espejo y ve que los años no la perdonan pero sigue sonriendo, aunque esas sonrisas le hagan más arrugas.

Mi vieja es esa mujer que se mira cada día al espejo y ve que los años no la perdonan pero sigue sonriendo, aunque esas sonrisas le hagan
más arrugas.
Mi vieja sigue siendo una malabarista de la lavadora, de la plancha y del orden aunque mis zapatillas vans talla 45 son difíciles de mantener en el armario con la puerta cerrada como a ella le gusta.

Mi vieja es esa mujer capaz de empezar una conversación espinosa, de la que no quiero hablar para no enfrentarme con mis fantasmas juveniles, y de llevarme a un terreno en el que todo parece mucho más fácil.

Mi vieja es esa mujer que se le saltan las lágrimas cuando ve una película romántica y sigue soñando con el amor verdadero, duradero y real.

Mi vieja es esa persona capaz de perdonar una traición del hijo inmaduro porque sabe ver donde nadie mira y sabe esperar a que salga el yo que llevo dentro y en el que ella confía.

Mi vieja es mi madre, mi guía, mi referencia, esa que siempre está aunque no la vea durante meses y le haya acusado de cosas que nunca hizo. Mi vieja no es viaja, es mi madre y es la mejor madre del mundo.

¿La ves? Es aquella, la más guay, la más marchosa, la que se parte de risa…

*Silvia Albert es fundadora de Wellcomm

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