Un refugio para viajeras

Acaba de ser inaugurado en Buenos Aires un hostal sólo para mujeres que según sus dueñas es el primero de Argentina. Se trata de una tendencia que se impone en todo el mundo de la mano de la segmentación hotelera y del aumento de viajeras solas.

“Cuando yo era chica mi papá le regaló a mi mamá una máquina de tejer. Ella nos llenó de pulóveres, bufandas, sweaters y después empezó a tejer para los vecinos y cobraba, pero no podía decirle a mi viejo porque no se lo hubiera permitido.” Graciela Vargas se acuerda de la anécdota mientras cuenta el significado que tiene para ella el hostal para mujeres La Morada, un emprendimiento comercial que acaba de iniciar junto a Malena Fenoglio, su hija.

La forma de vivir, y sobrevivir, de las mujeres de tres generaciones se hace presente en el espíritu de este hotel que acaba de abrir en Villa Crespo.“A los cinco días de nacer mi segunda hija, Franca, yo ya estaba trabajando y al poco tiempo volví a estudiar. Entonces pienso en ella y Antonia y quiero facilitarle las cosas, que ella tenga un ingreso propio.”

“Ella” es Malena, y Antonia es la hija de Malena de un año y medio que duerme estirada en un cochecito de paseo mientras la mamá y la abuela conversan frente a una tetera y un budín que traen a los sentidos los mejores recuerdos de las cocinas de antes.

La forma de vivir, y sobrevivir, de las mujeres de tres generaciones se hace presente en el espíritu de este hotel que acaba de abrir en Villa Crespo. Una abuela que no podía contarle al marido que disponía de una mínima autonomía económica, una madre feminista que valora muchísimo la autonomía que dan los propios recursos, y una hija tan enamorada del aprender a ser mamá que no se imagina lejos de la gurrumina que recién aprende a caminar. En esa cocina de emociones y saberes cotidianos se gestó La Morada, un refugio para mujeres en una antigua casa de familia.

No hay cartel que la identifique. Tampoco hay publicidad en espacios turísticos. Se llega a través de redes de mujeres. Por fuera y por dentro los colores son ocres y amarillos. Las mesas tienen carpetas, las ventas cortinas tejidas, en las terrazas hay muchas plantas que Malena transformó en acuarelas que maquillan las paredes. Es una ex casa de familia –la de Graciela- transformada en hostal, con cuatro habitaciones –una matrimonial- y dos baños compartidos.

No hay cartel que la identifique. Tampoco hay publicidad en espacios turísticos. Se llega a través de redes de mujeres.“En diciembre empezamos con la idea y yo propuse que fuera sólo para chicas”, cuenta Graciela. “Y a mí me pareció bien por la seguridad, el trato cotidiano, y el baño compartido. Además yo soy la que me ocupo todo el tiempo y me veía más cómoda y comprendida entre mujeres”, agrega Malena.

“Y además esta es mi casa, todo lo que hay lo compré yo y suponíamos que las mujeres la iban a cuidar más”, se ríe Graciela evocando algún gesto de torpeza masculina.

Tendencia
Ellas dicen que es el primer hostal para mujeres de Argentina. Es difícil saberlo. En un registro por sitios web no aparece otro en el país, pero sí muchos en el extranjero. Desde comienzos de esta década empezó a generalizarse en las grandes cadenas de hoteles una tendencia a la inclusión de habitaciones específicas para mujeres, en el contexto de mayor segmentación hotelera y de aumento de viajeras solas.

El Park Lane Milton, en Londres; el Hamilton Crowne Plaza, en Washington; y el Vincci Soho, en Madrid, son algunos de los alojamientos que ofrecen habitaciones y pisos completos exclusivos para mujeres. Los dos ítems que se priorizan con huéspedes femeninas son la seguridad y el comfort. Habitaciones con tarjeta electrónica y claves, mirillas en la puerta, doble pestillo, timbre, y mayor iluminación.

Y por otro lado detalles de cuidado y belleza que incluyen roperos con iluminación interior, baños con grandes estanterías, espejos de cuerpo entero, tabla de planchar y plancha, amplios espacios de trabajo y de comedor (para evitar el restaurante y aprovechar mejor el tiempo), minibares con productos dietéticos y menús bajos en calorías, revistas femeninas, máscaras de belleza relajantes, toallas desmaquillantes, y en general sets de baño más abundantes de lo normal.

Cuentan que el pionero de estos hoteles fue Artemisia, en Berlín, creado en 1989 por dos feministas, y que se asemeja más al estilo pequeño y cálido de La Morada. Se trata de un hotel sólo para mujeres alojado en los pisos superiores de un edificio modernizado de Berlín. Doce habitaciones para una, dos o tres mujeres, luminosas y bien decoradas. Un espacio para exposiciones de mujeres artistas, una sala de reuniones, terraza y bar. Como uno de los atractivos, el hotel promociona “un desayuno buffet abundante".

 

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