Sobre el tiempo y los cambios, de lo superficial a lo profundo

Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo. La canción que hizo popular Mercedes Sosa tiene su correlato en el resultado de las elecciones europeas. El cambio remueve y quien lo entienda como un mensaje de la sociedad al que tiene que prestar atención, tendrá más sabiduría en la mochila.

Hablo con mi gurú que está cerrando un gran proyecto en Marruecos y me dice que esto no debería sorprender, que los resultados de las elecciones no responden a otra cosa que al sentido común y al hartazgo de la gente, en el mejor de los casos. Una gran amiga que no se había enterado ni de que existía «el partido del chico de la coleta», dice que le prestará atención y que como corresponde, le dará el 100% del crédito que los otros partidos se han dilapidado.

El tema es ¿quién pelea? ¿de quién es la lucha? ¿No entienden que hablamos de la sociedad, de la vida, de los sueños cuando hablamos de que cada cual pueda llegar hasta donde su talento y las oportunidades se lo permitan?

Yo he tenido la suerte de que mi súper tv dijera basta y he vivido una semana a pura reflexión y lectura sin tertulias televisivas ni explicaciones vacuas. Me pregunto hasta qué punto decidimos sobre nuestro tiempo cotidiano y entiendo lo obvio: el tiempo sin tele rinde más. En mi caso, dos novelas cortas y dos libros de cuentos en cinco días. ¿Por qué no hago lo que quiero a la misma hora que hago lo que no quiero? …se preguntaría con ironía la humorista gráfica Diana Raznovich. Es una pregunta que deberíamos hacernos más seguido. Ahora que la nueva tele ha llegado con toda su carga de modernidad e inteligencia, veremos quién gana la batalla.

Mientras tanto, he tenido una semana intensa con encuentros varios y overbooking de mujeres en todos ellos. En Aliter he vuelto a participar como ponente en el Máster de Mujer y liderazgo, para hablar precisamente de eso. Mujer y poder es mi tema favorito y que las mujeres entiendan muy pronto que el tiempo no puede ser el que decidan los demás. Que si se trata de nuestros sueños, el timón tiene que ser nuestro.

Mi platea es activa y no coincide en todo, aunque ha dejado claro que les hace falta tiempo para planificar y determinación para ir adelante sin dejar en el camino sus valores y objetivos. Vivir la vida respetando el impulso más íntimo y personal. Mujeres parecidas y diferentes según en qué, y que van forjando un núcleo de conciencia sobre aquello que quieren ser.

En el encuentro sobre Diversidad en la Unión Europea, vuelvo a encontrar una foro mayormente femenino con honrosas excepciones, quizás porque de lo que se trata es de hablar de la presencia de mujeres en los Consejos de Administración y los hombres no estén por la labor. Escuchando a representantes de Noruega, Gran Bretaña, Francia, Alemania y España entre otros, queda claro que en todos lados se cuecen habas y que no sólo aquí queda mucho por hacer. Las empresas, marcan más que los gobiernos, el ritmo, los tiempos, los espacios por los que estos teman pueden avanzar.

Llego a las oficinas de 21 Gramos, la consultora de comunicación y marketing responsable, a la que se acaba de sumar mi amiga Isabel Roser, directora de DIRSE. Es un encuentro de mujeres en el que también se plantean aspectos de la diversidad en general y de género en particular. La ponencia central la hace Yolanda Erburu, directora de Forética, una vida en Sanitas, que habla alto y claro, sin dar lugar a espacios grises, sobre por qué hacen falta las cuotas. Dice que existe la errónea conciencia de que está todo hecho y que no es así, y que si no eres parte de la solución, es porque eres parte del problema. Me gusta esta definición porque no deja escapatoria.

El tema es ¿quién pelea? ¿de quién es la lucha? ¿No entienden que hablamos de la sociedad, de la vida, de los sueños cuando hablamos de que cada cual pueda llegar hasta donde su talento y las oportunidades se lo permitan?

En pocas horas ha llovido y ha salido el sol, el clima es incierto, como todo lo demás. Yo voto por mover estructuras, por hablar claro y por contar con ellos. Que se pronuncien, que sean parte de la solución o que digan sin bemoles que prefieren seguir siendo parte del problema. Pero entonces, quedarán fuera de lo que viene. Estarán fuera del cambio.

 

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