Por Alejandra Boccardo
La Selección española de fútbol femenino disputará este domingo la final de la Copa Mundial en Auckland, Nueva Zelanda. Un logro que no tiene precedentes en la historia deportiva del país y que se ha alcanzado a base de varios años de constante esfuerzo y sacrificio.
Las chicas de La Roja se enfrentarán a Inglaterra para buscar la máxima coronación, tras haber dejado atrás a equipos como Países Bajos, Suiza y Suecia.
Sin embargo (y tristemente), esta histórica conquista está teñida de ausencia. O varias ausencias, en realidad.
El inicio del problema: paternalismo y control
Luego de la Eurocopa de 2022, comenzó a ser palpable cierto descontento de parte de las jugadoras hacia el director técnico, Jorge Vilda. No solo estaban en desacuerdo con las decisiones de índole deportiva que éste había tomado para ese torneo, sino que su manera de actuar no terminaba de conformar a sus jugadoras.
Cabe recordar que en marzo de 2021 habían salido a la luz algunas declaraciones sobre el excesivo control que Vilda ejercía hacia ellas.
«Nos trataba como a niñas, cuando algunas tenían casi su edad. Fue muy complicado porque era muy controlador, hasta el punto de que pasaba por las habitaciones por la noche para ver si a las once en punto estábamos», comentó una de las jugadoras a las que ha dirigido en el libro No las llames chicas, llámalas futbolistas, de la periodista Danae Boronat. Afirma también allí que estaban obligadas a informarle si salían a tomar un café, adónde iban y con quién.
Natalia Pablos, mítica exfutbolista internacional confirmó estas actitudes en una entrevista en la cadena Cope. «Evidentemente, en una concentración tiene que haber cierto control. Pero, por ejemplo, yo no podía salir del hotel sin el resto de mis compañeras. (…) No sé cuál era el temor. Evidentemente yo sé qué se puede hacer en una concentración y lo que no», expresó la deportista.
Las famosas 15
Con todo este panorama, y tras haber caído ante Inglaterra en cuartos de final de la Eurocopa 2022, algunas de las futbolistas empezaron a creer que eran necesarios ciertos cambios. En septiembre de ese año, 15 jugadoras del seleccionado decidieron comunicar cómo se sentían.
Con el apoyo de un equipo de abogados, enviaron un mail a la Real Federación Española de Fútbol. El mensaje que enviaron las deportistas expresaba: «Los últimos acontecimientos acaecidos en la Selección española y la situación generada, hechos de los cuales son ustedes conocedores, están afectando de forma importante a mi estado emocional y por lo tanto a mi salud. Actualmente, no me veo en condiciones de ser jugadora seleccionable para nuestro equipo nacional y por este motivo solicito no ser convocada hasta que esta situación no sea revertida”.
Repito y remarco: 15 jugadoras consideraron necesario unirse para expresar un malestar general y solicitar cambios en las formas de trabajar. 15. No fueron apenas tres o cinco, o seis. Fueron 15.
Pero la respuesta de parte de la RFEF, ente representado por Luis Rubiales, fue iniciar una batalla mediática en la que las expuso sin ningún remordimiento y las obligó a enviar otro mail pidiendo disculpas si es que querían ser parte de la Selección.
«Las futbolistas que han presentado su renuncia únicamente regresarán en un futuro a la disciplina de la Selección si asumen su error y piden perdón», remarcaron desde la entidad federativa.
De a poco, y con el deseo firme de disputar una Copa del Mundo, las deportistas hicieron silencio y acataron los requisitos que se les imponían. De las 15, ocho se ofrecieron para volver y solo tres fueron finalmente convocadas.
El poder de 2
En medio de la alegría por los consecutivos triunfos del equipo femenino en el torneo mundial, el entrenador ha expresado con camaradería que no habría podido conseguir nada sin “el apoyo” del presidente Luis Rubiales “desde el primer día».
«Tenemos un presidente que reaccionó con valentía y apostó por mí y por mi cuerpo técnico. Felicitarle por la gestión de todo este proceso», expresó Vilda cuando los periodistas le preguntaron sobre «la rebelión de las 15».
Este es el claro ejemplo de eso que suena siempre en los encuentros entre nosotras, cuando decimos que hay un pacto silencioso entre ellos de siempre cuidarse las espaldas.
¿Quién nos cuida a nosotras? ¿Quién nos escucha cuando decimos que estamos mal? ¿Quién se preocupa por nuestra salud emocional? ¿Cómo se construye la estructura que debe protegernos?
Ser mundial
Entre la alegría por haber alcanzado una meta tan deseada, se mezcla el sabor amargo de las ausencias, que son resultado de haber hecho visible una situación que les causaba dolor.
“15 futbolistas lanzaron un chantaje con el objetivo de echar a Vilda”, escribió un periodista hombre en una de las tantas noticias que leí sobre el tema. Y así nos siguen enseñando a quedarnos calladas, a reprimir lo que nos hace mal, a seguir adelante y acatar las reglas que nos imponen, porque es la única manera de jugar.
Y así nos siguen enseñando a quedarnos calladas, a reprimir lo que nos hace mal, a seguir adelante y acatar las reglas que nos imponen, porque es la única manera de jugar.
Ahora, que las chicas llegaron a la final y están a un paso de consagrarse campeonas del mundo, veo titulares que enaltecen la figura de Vilda, otorgándole a él el mérito de un grupo de mujeres que viene luchando desde siempre para conseguir el lugar en el que están ahora.
¿Hasta cuándo tendremos que agachar la cabeza y entregar a otros lo alcanzado por nosotras?
Felicitaciones a ellas, las presentes y las ausentes, por seguir firmes en su meta y representar al país con orgullo, firmeza y decisión. Y éxitos este domingo, que pase lo que pase, ya son referentes de millones de niñas alrededor del mundo.