Robots comunicando con robots

Tengo un amigo que no es muy sensible, pero es muy práctico, y me ha desvelado las claves del uso de las redes sociales: debes darle siempre a me gusta (o sus equivalentes), para que tus contactos sientan que les has visto y les aprecias, aunque no te importe nada lo que dicen, es más, ni si quiera hay que leerlo, porque llevaría demasiado tiempo. El efecto, me dice, es que ellos se interesan más por lo que tú haces, y te responden con reciprocidad, e incluso comparten tus cosas, dando eco a lo tuyo, que es tu verdadero deseo, que se te vea a ti, ya sea por motivos personales o profesionales.

Esta mañana después de meditar en el parque, pensaba que debería trabajar más mis redes para tener rendimiento profesional de tantas apariciones como tengo en público (tb, radio, prensa, conferencias, libros…), pero que a mi poner mi energía en una dinámica tan falsa y vacía como narra mi amigo, no me apetece nada. Dado que al final uno compite con otros profesionales dentro de un sistema, entendí que no puedo desenchufar, que es lo que me pide el cuerpo, y se me ocurrió, que quizás se podía hacer un programa, un robot, que trabajara por ti, haciendo todo eso que a mi no me apetece hacer. Lo contrataría como se contrata publicidad por radio, tele o internet. Según escribo esto me doy cuenta de que como con tantos otros inventos, seguro que ya existe.

Dado que al final uno compite con otros profesionales dentro de un sistema, entendí que no puedo desenchufar, que es lo que me pide el cuerpo, y se me ocurrió, que quizás se podía hacer un programa, un robot, que trabajara por ti.El siguiente punto en esta cadena de evolución de acontecimientos, sería que evidentemente, antes o después, los demás también usarán este robot, que vaya haciendo guiños seductores y a diestro y siniestro. Pero entonces, el resultado final, es tan esperpéntico como que mi robot (con apariencia de mi) estaría trabajando porque tu robot (con tu apariencia), le mire. No se me ocurre nada más absurdo, no solo por evidentes motivos narcisistas, sino también, porque el resultado final es nulo en términos de eficiencia publicitaria.

¿La pregunta es dónde queremos ir con la todavía naciente sociedad de la información? Y digo naciente porque si tenemos en cuenta el ritmo exponencial de volcar información en la red, lo que llevamos hecho, no ha hecho más que empezar. ¿De verdad queremos crear un sistema donde todos sean reclamos para la mirada, pero poco interés en mirar? Nuestra capacidad de asimilar información está ampliamente sobrepasada. ¿Deberíamos construir otros robots que decidan por nosotros qué información nos debe llegar? Pues de nuevo, ya existe, ya están decidiendo por nosotros: google, Facebook, linkedin, etc todos tienen robots analizando nuestras cookies para decidir lo que conviene que recibamos. ¿De cara a nosotros o de cara a lo que nos quieren vender?

El análisis masivo de datos, BIG DATA, se presenta como una enorme oportunidad para hacer grandes cosas como la prevención de accidentes, crímenes, clima, aumentar la productividad de cosas tan inverosímiles como un partido de baloncesto, donde  por poner un ejemplo, se recogen hasta 30 millones de datos por partido, que luego analizados ayudan a aumentar la eficiencia del equipo.

Me preguntaban en una entrevista del telediario de antena 3 si google nos quitaría el puesto a los psicoterapeutas-psicoanalistas, y yo respondía que como profesional no me gustaría renunciar a información, que sin manipular, puede ser tan extensa como valiosa, pero que eventualmente la mano que lleva la sesión, debería ser siempre la de una persona con un alto sentido de la compasión, para no juzgar las veleidades ajenas, y ayudar a la persona a recomponerse de las crisis aprendiendo la lección. Sin embargo, mi miedo es claro, tanto yo, como el entrenador de baloncesto, como el cirujano, o el maestro, corremos alto riesgo de desaparecer como profesionales, porque la tentación de que un robot sin corazón sea mucho más eficiente en análisis de datos, está ahí y no se va a ir, sino que va a aumentar. ¿Conseguirán acertar en sus caminos introspectivos esos clientes y los jugadores de baloncesto, que ya no pueden comer, beber ni amar, como a ellos les plazca, sino como les dicen? Tengo mis dudas. 

Me despido recordando a todos, que la sociedad no es algo distinto de la suma de todos, manifestada en nuestra voluntad consciente o inconsciente,  al menos hasta ahora. Somos nosotros los que la creamos, mantenemos, nutrimos y defendemos. No podemos ni debemos soltar nunca la responsabilidad de lo que queremos hacer de ella. Yo hoy renuncio a entrar en juegos que no comparto, y espero que el sistema no me fagocite, porque algún gurú de hacer ruido con millones de seguidores en twitter, tenga más voz.

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