El lunes pasado Victor Ambros y Gary Ruvkun recibieron el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de los microARNs, unas pequeñas moléculas que regulan la expresión génica. ¿Un premio merecido? Sí. Pero que expone una vez más un problema que persiste: la invisibilización de investigadoras clave, como Rosalind Lee, que fue una contribuyente esencial en la investigación, pero fue excluida del galardón.
La historia de la ciencia está llena de ejemplos en los que las mujeres y los investigadores en formación han sido ignorados o subestimados en sus participaciones. Desde su creación en 1901 hasta la fecha, solo 64 mujeres han recibido este prestigioso galardón, en comparación con más de 904 hombres. En las tres disciplinas científicas principales tan solo 26 mujeres, incluyendo a la doblemente laureada Marie Curie, fueron galardonadas frente a 447 hombres.
«La historia de la ciencia está llena mujeres que han sido ignoradas o subestimadas en sus participaciones»
¿Qué está pasando ahora?
Hoy, la investigación científica se fundamenta en colaboraciones complejas. Muchos descubrimientos surgen del trabajo conjunto de equipos diversos. Sin embargo, los premios tradicionales suelen destacar a los líderes, dejando de lado el esfuerzo colectivo. Si tenemos en cuenta que las mujeres obtienen casi la mitad de los títulos de doctorado en ciencias, pero solo ocupan el 30% de los puestos de liderazgo en investigación, parece difícil alcanzar un reconocimiento equitativo.
Desde Rosalind Franklin, cuya labor fue crucial para entender la estructura del ADN, hasta Lise Meitner en el descubrimiento de la fisión nuclear, muchos ejemplos ilustran un patrón preocupante de invisibilización. Esto no solo afecta la representación de las mujeres en la ciencia, sino que también desanima a los investigadores en formación, sobre los que recae una parte muy importante del trabajo. ¿Es justo un sistema que premia las contribuciones basándose en la jerarquía?
Una necesidad de cambio en los Nobel
Incluir a más galardonados en premios como el Nobel permitiría un reconocimiento más justo de los aportes a los avances científicos que necesitan líderes con ideas brillantes, pero que también dependen de quienes las materializan y enriquecen. Es imprescindible visibilizar el trabajo de mujeres y jóvenes investigadores e investigadoras, para promover un entorno más equitativo y motivador, y empezar a construir un sistema que celebre los logros de cada integrante del equipo, sin basarse en su posición jerárquica ni en su género.
Esta transformación impulsaría proyectos más comprometidos, aprovechando el talento diverso, impulsando ideas y enfoques innovadores, y fortaleciendo futuras investigaciones científicas. Reconocer a quienes están tras los grandes avances no solo es justo, sino necesario para abrir el camino hacia un futuro científico donde el talento y el esfuerzo de todos sea visible.