La socióloga Eleonor Faur, responsable de la oficina del UNFPA en la Argentina, declaró hace unos días que si no se coloca el cuidado en el centro de la provisión de bienestar, se asigna esa función a la familia, sobre todo a las mujeres de la familia. Pero aclaró: “que ése sea el espacio único donde se cuida también es una construcción.”
Cuando la familia ya tiene hijos, se ve que los varones tienen una participación más activa en el cuidado, y mucho menor en las actividades domésticas, que siguen siendo ‘de mujeres’…Con el fin de ir por detrás de esa construcción y desarmarla para estudiarla, es que se abordó la investigación “La economía política y social del cuidado” . Esquivel, investigadora docente de la Universidad Nacional de Gral. Sarmiento, sostuvo que “hay que mirar adentro de las familias y ver por qué la carga de cuidado recae sobre las mujeres, analizar cómo son esos arreglos familiares, qué hacen los varones”.
Si bien el estudio está en pleno desarrollo, Esquivel adelantó que analiza el uso del tiempo de mujeres y varones de todos los sectores sociales, y que viven en distintos tipos de familias. “Una cosa es el trabajo doméstico como cocinar, planchar, lavar, y otra es el cuidado de niños/as. El primero es realizado casi universalmente por mujeres, mientras que los varones participan mucho menos de estas tareas. Cuando la familia ya tiene hijos, se ve que los varones tienen una participación más activa en el cuidado, y mucho menor en las actividades domésticas, que siguen siendo ‘de mujeres’. Las mujeres en los hogares pobres realizan más trabajo doméstico, y proveen más cuidado, “posiblemente porque en estos hogares se accede menos a sustitutos de ambas actividades que están presentes en otros estratos, como el trabajo doméstico remunerado”.
“Cuando ponemos en el centro del estudio el tema del cuidado como central para el bienestar, podemos ver todo lo que atraviesa a las familias – dice Esquivel – . Si miramos a madres y padres de distintos sectores que trabajan se ve que hay padres cuidadores, pero primero para ellos está el trabajo y luego el cuidado. Una mujer trabajadora le pone un límite a su trabajo remunerado para volver a la casa y ocuparse del cuidado de los niños y niñas. Así, su inserción en el mercado de trabajo es más difícil, o tiene menor sueldo o menores posibilidades de acceder a mejores puestos. Por eso queremos también cuestionar, a los modelos de trabajadores que, ya sea por sus horarios o por lo extenso de la jornada laboral, parecieran requerir una disponibilidad constante incompatible con las responsabilidades de cuidado. Para los empleadores una viene a trabajar sin nada, no tiene familia, no tiene adultos mayores a cargo, como si estas cargas y responsabilidades fueran sólo un “problema” individual del trabajador o trabajadora”.
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