Kriptonitas y antídotos de la dirección saludable

¿Qué se entiende por liderar? No es más que la habilidad que poseen algunas personas para influenciar el comportamiento de otras hacia un objetivo. Esta definición aparentemente tan sencilla, llevada a la práctica no lo es. De ahí los cientos de libros, tesis, artículos, teorías, películas y clases de liderazgo existentes.

Liderar es complicado. No basta con “copiar modelos” o leer mucho sobre ello. Y más complejo en tiempos de pandemia, en escenarios de máxima incertidumbre, precariedad y desconfianza.

No nos equivocamos si decimos que ahora es vital un liderazgo saludable, menos coerci­tivo, más influyente y cercano.

Se espera que los líderes sean capaces de gestionar la diversidad en todas sus variantes: de género, tecnológica, generacional, cultural, geográfica, de identidad sexual o funcional. A esto se añade, la capacidad de liderar a grupos diversos, en contexto presencial y virtual. Así nace el e-lider.

Los líderes deben ser valientes, ejemplares, auténticos, éticos, promotores e impulsores del cambio que necesita la sociedad en general y nuestras empresas en particular. Parece la definición de un héroe, de un prohombre generador de una inteligencia colectiva mucho más enriquecedora que las singularidades que buscan la uniformidad en torno al líder absoluto.

Del latín “probi homine” que solo existe en nombre masculino. ¿Pero no existe acaso la posibilidad de maestría  y personalidad destacada femenina en plan “promujer»?

Según Rousseau todo el mundo nace bueno y con el tiempo la mente se va formando o deformando a partir de nuestras decisiones diarias, ser malo es una decisión humana. Ser un mal líder también.

Siempre que hay un héroe, hay un villano malo, malísimo, igual de fuerte. Siempre que hay un protagonista existe su antagonista que le dificulta y obstaculiza en su propósito.

Claves en cualquier historia de ficción o realidad, como la de una empresa: Superman y Lex Luthor, Sherlock Holmes y el profesor Moriarti, Harry Potter y Lord Voldemort. Los Yago envidiosos de Otelo; los Darth Vader traidores; las Annie Wilkes sociópatas; los bestiales como Alien o el MAL con mayúsculas como Sauron, del Señor de los anillos.

Aunque también, cada vez hay más antihéroes simpáticos que carecen de valores del héroe, humanos con defectos. Como Don Draper, el publicista de éxito y gran carisma de Mad Men. Con objetivos nobles, toma el atajo por el camino sucio para conseguir sus objetivos.

Veamos qué kryptonitas nos debilitan y cuáles son sus antídotos, qué villanos, héroes, antihéroes, protagonistas y antagonistas tenemos entre los líderes. Los veremos en tres artículos.

Empecemos por el líder narcisista. Villano sin empatía, egoísta, hipersensible, que ejerce el liderazgo de tal forma que parezca que sin él o ella, el barco se hunde. Piensa que los éxitos siempre se deben exclusivamente a su valía y resta mérito al equipo. Desconfía de los líderes “sin cargo”, se siente amenazado en su ego. Prefiere rodearse de anodinos que asientan cada uno de sus gestos o ideas.

Este tipo de liderazgo viene muy influenciado por la sociedad actual y el fenómeno del “yoísmo”. Nuestra primera kryptonita. Las redes sociales mueven el mundo y la vanidad consiste en conseguir el mayor número de likes. De una necesaria autoestima y seguridad, a una peligrosa presuntuosidad.

Así, proliferan los libros de autoayuda, el “me lo merezco”, #tupuedesllegardondequieras, selfies, influencers,  realities exihibicionistas, hasta llegar al narcisismo extremo del suicida Andreas Lubitz, el copiloto capaz de estrellar el vuelo 9525 asesinando a los 149 ocupantes en los Alpes franceses en 2015.

El trastorno narcisista de la personalidad estÁ diagnosticado al 1% de población mundial, afectando más a los hombres que a las mujeres.

Sin embargo, hay héroes anónimos que con un trabajo excelente y callado sacan su empresa o proyecto adelante de forma proactiva, con el antídoto: la generosidad.

El líder generoso fomenta que los integrantes de su equipo se desarrollen y brillen por sí mismos. Saben gestionar la diversidad que enriquece y generar creatividad con la diferencia. Tienen el convencimiento de que lo homogéneo empobrece. Valora positivamente las opiniones divergentes, aunque vaya incluso contra sus propias convicciones, siempre que ayuden al grupo.

Se dice que la generosidad es una característica típicamente femenina al tener menos testosterona y más ‘hormona del amor’.

¿Te gustaría conocer el resto de las kriptonitas y antídotos para el liderazgo? Síguenos en la columna de Natalia Fernández Laviada.

Natalia Fernández Laviada
Natalia Fernández Laviada
Subdirectora General de Prevención, Calidad y Comunicación en Fraternidad-Muprespa. Secretaria General de la Asociación Española de Servicios de Prevención (AESPLA). Nominada en las Top 100 Mujeres Líderes España de 2015 a 2018. Premio a la trayectoria profesional por la Sociedad Castellana de Medicina y Seguridad en el trabajo ( SCMST) en 2019.

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