Hasta el año 2010, creíamos que había sido el físico irlandés John Tyndall el primero en hablar del efecto invernadero. Sin embargo, antes de que él realizara sus experimentos, alguien más ya había hecho su parte. Y era una mujer: Eunice Newton Foote.
Eunice Newton Foote, pionera en hablar de efecto invernadero
En el año 1856, tres años antes de los estudios de Tyndall, Foote publicó un estudio titulado «Circunstancias que afectan el calor de los rayos de sol». Allí, la científica describía un experimento en el que exponía al sol cilindros de vidrio que contenían termómetros. Así, Eunice comparaba el calentamiento y el enfriamiento en uno y otro cilindro.
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En primer lugar, observó que el recipiente con el aire comprimido se calentaba más que el otro en el que se había hecho el vacío. Después, notó que el calentamiento era mayor con aire húmedo que si estaba seco. Sin embargo, su gran hallazgo, fue descubrir que el mayor grado de calentamiento se producía al llenar uno de los cilindros con dióxido de carbono (CO2).
“El recipiente que contiene el gas se calentó sensiblemente mucho más que el otro —y al quitarlo, tardó mucho más en enfriarse”, escribía.
Después de que Foote publicara sus hallazgos, produjo su segundo estudio sobre la electricidad estática atmosférica en la revista Proceedings of the American Association for the Advancement of Science. Estos fueron los dos primeros estudios de física publicados por una mujer en los Estados Unidos.
Esas discusiones llevaron a más experimentos que descubrieron lo que se conoce como el efecto invernadero: cuando los gases como el dióxido de carbono atrapan el calor del sol, la temperatura de la atmósfera de la Tierra aumenta gradualmente.
Foote murió en 1888 y durante casi cien años se desconocieron sus contribuciones, antes de ser redescubierta por mujeres académicas en el siglo XX y aún con más ahínco en años recientes.
Militancia por los derechos de las mujeres
Además de ser una destacada científica, Foote también luchó por los derechos de las mujeres. En 1848, asistió a la primera Convención de Derechos de la Mujer en Seneca Falls, donde trataron, entre otras cosas, el sufragio femenino.
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Eunice fue la quinta signataria de la Declaración de Sentimientos, un documento que exigía la igualdad de la mujer en el estatus social y legal.
Foote firmó junto con otras 67 mujeres y 32 hombres. Su esposo, Elisha Foote, con quien se casó en 1841, también firmó.
Científica, pero también inventora
Eunice Foote y su esposo Elisha fueron ambos inventores. Según la escritora científica Rachel Brazil, Elisha presentó una patente en 1842 sobre una estufa de cocina controlada termostáticamente que había sido inventada por Eunice.
Según indica Brazil en un artículo de 2020 publicado en Chemistry World, las invenciones de Eunice solían «patentarse a nombre de su marido, porque las mujeres casadas no podían defender las patentes ante los tribunales».
De hecho, según declaraciones de su amiga Elizabeth Cady Stanton, la propia Foote reconoció en 1868 que, en su opinión, la mitad de las patentes presentadas eran sobre invenciones de mujeres, pero debido a que los hombres controlaban el dinero y buscaban el prestigio, tomaron las patentes de mujeres en su propio nombre.
Como tantas otras mujeres que quedaron olvidadas en la historia, Eunice Newton Foote merece su reconocimiento. No sólo fue pionera en descubrir y estudiar un fenómeno que ha ayudado a la humanidad a entender el funcionamiento del clima, sino que también se ha enfrentado con la hostilidad de una época signada por el silenciamiento a las mujeres y el poder absoluto de los hombres.
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