Parece una obviedad decir que, en este último año, muchas cosas han cambiado en las preocupaciones y preferencias de los consumidores. Las prioridades son otras. En lo referente a la belleza, la pandemia nos ha llevado a poner en perspectiva las inquietudes que rondaban en nuestra cabeza hasta hace muy poco, como la aparición de las primeras arrugas.
Ser responsables y sostenibles con nuestro entorno y con nosotros mismos es vital hoy en día.
En estos meses, hemos dejado de hablar de arrugas o flacidez como un hecho aislado, para empezar a profundizar sobre un concepto más interesante: la llave maestra de nuestra salud, el bienestar. Íntimamente ligado con la belleza, también la incluye, pero con un cambio de enfoque. Se trata de un concepto mas íntimo y, a su vez, más global, más holístico.
Estamos descubriendo la importancia de desconectar para volver a conectar con nosotros mismos y nuestras emociones. Hemos tomado consciencia de la importancia de nuestro bienestar interior y en cómo éste se refleja en nuestro aspecto exterior.
La visión de la belleza debería evolucionar hacia un concepto más integral, que englobe tanto el cuidado físico como el psicológico.
Nos hemos dado cuenta de la importancia de encontrar momentos para mimarnos, de paz para evadirnos de la vorágine y descubrir el placer de cuidarnos para sentirnos bien. Pequeños gestos que se han convertido en una necesidad porque nos proporcionan bienestar físico y emocional. Nos ayudan a liberar stress y cuidar nuestras emociones.
Basta con encender una vela, poner música, aplicarse un aceite esencial o una mascarilla, oler una fragancia, disfrutar de la sensación que deja una crema hidratante en la piel o una clase de yoga. Instantes, acciones que nos hacen sentir bien y felices, y como consecuencia más bellos, más llenos de vida y más enérgicos.
Un nuevo concepto de belleza
En este punto las marcas de belleza juegan un papel muy importante como facilitadores de esos «pequeños grandes momentos». La visión de la belleza debería evolucionar hacia un concepto más integral, que englobe tanto el cuidado físico como el psicológico, y de ese modo, dar respuesta a las necesidades actuales de los consumidores. Esto implica, situar las necesidades de los consumidores en el centro de cualquier estrategia de marca.
Empezando por ser claros y honestos con el compromiso y la visión de la empresa para con los consumidores, el bienestar y el planeta. Ser responsables y sostenibles con nuestro entorno y con nosotros mismos es vital hoy en día. Vivimos en un frágil equilibrio y no es compatible ofrecer bienestar a costa de dejar una huella negativa en el planeta.
El consumidor es, significativamente, más sabio, más crítico y más responsable que hace un año. Y lo tiene claro: su prioridad es el bienestar.
Es más importante que nunca buscar la excelencia en los productos que se ofrecen. Estos deben ser productos sensoriales, que nos mimen y cuiden, y que no solo reduzcan las arrugas en un 20%. Con una apuesta por lo natural, a los ingredientes y a su procedencia. Está demostrado como ciertas esencias de plantas y flores, naturales actúan sobre nuestro sistema límbico activando emociones positivas.
Está surgiendo un nuevo clúster de marcas que se preocupa por el bienestar de los consumidores y del planeta. Marcas locales, naturales, que hablan de sentirse bien, de salud y de honestidad. Este movimiento ha llegado para quedarse. El consumidor es, significativamente, más sabio, más crítico y más responsable que hace un año. Y lo tiene claro: su prioridad es el bienestar.
Hoy sabemos que priorizar nuestro bienestar es el primer requisito para ser feliz y transmitir esa felicidad a nuestro entorno. Cuando nos miramos en el espejo, queremos vernos fuertes, sanos, enérgicos, felices. Porque sintiéndonos así, desde esta perspectiva, nuestra piel luce mas tersa, más radiante, con más brillo.
Por fin lo estamos entendiendo: nuestro aspecto exterior es el reflejo de nuestra salud interior. Y esta es la belleza de la que hablaremos en 2021.